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La cartografía del susurro


29 de marzo de 2025

Un texto con algún tiempo de absoluta actualidad. Un aporte para la reflexión de Mariano Quiroga, desde la comunidad MultiViral.

Mariano Quiroga

Nadie hizo un mapa de estos caminos. No figuran en los GPS, no aparecen en Google Earth, no los registra la cartografía oficial. Y, sin embargo, existen. Son senderos invisibles, marcados no por los satélites, sino por las huellas de quienes caminaron antes, dejando apenas un rastro: un susurro, un gesto, una mirada. La vanguardia secreta vive ahí, en esos caminos que no tienen nombre, en esas rutas que sólo aparecen cuando alguien decide salirse del trazado que el mundo ofrece.

Porque la gran trampa de este tiempo no es la opresión directa, sino la ilusión de libertad. Nos dieron la posibilidad de elegir entre mil caminos, pero todos conducen al mismo lugar. Nos ofrecen opciones infinitas, pero todas son mercancía. Nos dicen que somos libres, pero la jaula está hecha de likes, de notificaciones, de algoritmos que saben más de nosotros que nosotros mismos. Por eso la única salida no está señalizada. No tiene luces de neón. No es tendencia ni es viral. La única salida es el susurro que pasa de boca en boca, diciendo: “Por acá”.

La cartografía del susurro no está hecha de líneas rectas ni de autopistas. Está hecha de desvíos, de rodeos, de atajos que no figuran en ningún lado. Está hecha de complicidades silenciosas, de pactos no escritos, de encuentros que no necesitan ser anunciados. La vanguardia secreta traza su mapa con pasos que apenas rozan el suelo, con señales que sólo pueden leer quienes aprendieron a mirar en los márgenes.

Cada vez que alguien apaga el teléfono para escuchar el silencio, un nuevo camino se dibuja. Cada vez que alguien decide no responder a la provocación del espectáculo, una ruta se abre. Cada vez que dos personas se miran a los ojos y entienden que ahí, en ese instante fugaz, hay más verdad que en todas las pantallas juntas, el mapa crece.

Pero no es un mapa para todos. La cartografía del susurro no admite turistas ni observadores. No se puede comprar ni vender. Sólo la encuentran quienes la necesitan de verdad, quienes están dispuestos a perderse para encontrarse. Porque no hay atajos hacia la dignidad, hacia la humanidad recobrada. Hay que caminar, hay que desviarse, hay que salirse del guion.

A veces los caminos aparecen en una charla al borde de la noche, cuando las palabras bajan la guardia y el corazón habla. Otras veces, en un abrazo sostenido más tiempo del que dicta la costumbre. A veces, en la complicidad de una risa compartida mientras el mundo se cae a pedazos. Esos momentos son las coordenadas. No están en los mapas oficiales, pero ahí está el rumbo.

La cartografía del susurro también está hecha de pérdidas. Cada vez que alguien elige no participar del festín del consumo, cada vez que alguien decide no sumarse al ruido, cada vez que alguien abandona la carrera por la visibilidad, deja atrás un pedazo de ese mundo para abrir espacio a otro. La renuncia es, en sí misma, un acto cartográfico. Donde alguien dice “no”, nace un camino.

Por eso la vanguardia secreta no milita grandes proclamas. No ocupa los escenarios. No busca convertirse en tendencia. Su resistencia es otra: es dibujar esos mapas invisibles para que, cuando alguien se canse del simulacro, pueda encontrar una salida. No una salida hacia la gloria ni hacia la victoria, sino hacia un lugar donde, por fin, pueda respirar.

Y ese susurro que traza el mapa no es siempre amable. A veces duele. A veces incomoda. Porque es la voz que dice que no hay refugio en la comodidad, que no hay salvación en la obediencia. Es la voz que invita a perderse, a desarmarse, a desaprender todo lo que el sistema enseñó. Es la voz que recuerda que la libertad no es un derecho concedido, sino un territorio que hay que conquistar paso a paso.

La cartografía del susurro es, también, un acto de memoria. Porque cada camino abierto por la vanguardia secreta recuerda que hubo otros antes que caminaron por ahí. Los que resistieron cuando todo parecía perdido. Los que cuidaron el fuego que no se ve. Los que no se rindieron al espectáculo ni al cinismo. Sus pasos siguen ahí, aunque nadie los vea, dibujando un mapa para quienes vengan después.

Y cuando alguien, alguna vez, descubra ese camino y lo siga, no encontrará multitudes ni banderas flameando. Encontrará, tal vez, a otro caminante que, sin decir nada, le haga un gesto para seguir. Porque así es la cartografía del susurro: un mapa que sólo existe cuando dos miradas se cruzan y, sin palabras, saben que están buscando lo mismo.

En un mundo saturado de gritos, la vanguardia secreta eligió hablar bajito. Porque sabe que las verdades importantes no se anuncian, se susurran. Y que los caminos verdaderos no se imponen, se ofrecen.

Y mientras el mundo siga corriendo detrás del ruido, la cartografía seguirá creciendo, línea a línea, paso a paso, susurro a susurro. Hasta que, un día, sin que nadie lo note, haya suficiente gente caminando por esos senderos invisibles como para que el sistema empiece, por fin, a resquebrajarse.

Mariano Quiroga

 

Mariano Quiroga es periodista de ciencia y tecnología, Social Media Manager. Director de Multiviral

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