HaitÃ, noticias del futuro en el espectáculo de la crueldad
21 de junio de 2025
Guadi Calvo, analista internacional imprescindible, abordó en forma reciente en sus publicaciones de LÃnea Internacional “La crueldad como espectáculo”, en el que aborda interrogantes inquietantes. En ésta oportunidad, abre una cerradura al futuro para mirar el reflejo de Haità como ese destino en el que "la única ley que rija todo sea la que momentáneamente necesiten los poderosos, para que pueda ser cambiada a su antojo por otra que momentáneamente necesiten los mismos personajes".
Guadi Calvo, analista internacional imprescindible, abordó en forma reciente en sus publicaciones de LÃnea Internacional “La crueldad como espectáculo”, en el que aborda interrogantes inquietantes.
En dicho artÃculo señalaba que “Ver la manera hollywoodense en que gobiernos fascistas como el de Trump reprimen en California; Netanyahu borra a fuerza de bombardeos al pueblo palestino de su tierra; las matanzas y persecuciones contra los musulmanes de la India por el extremismo Hindutva, ordenados por el Primer Ministro Narendra Modi; hasta un ser menor, descartable, como el presidente argentino Javier "jamoncito" Milei, golpea y gasea a jubilados hambreados puntualmente cada miércoles, obliga a preguntarse: ¿por qué ellos sin ningún pudor alientan la exhibición de semejante espectáculo?
¿Solo porque hoy serÃa inútil ocultarlo, ya que cualquier transeúnte con su móvil se convierte en corresponsal de guerra de un momento a otro?, ¿Por estar seguros de que su envoltura de impunidad jamás se desgarrará? ¿Quizás porque saben que ya no son minorÃa y millones disfrutan del espectáculo, reclamando desde las urnas más y más golpizas, recortes de derechos y bombas de fósforo? ¿O quizás para curar en salud a los tibios, advirtiéndoles que ellos también tendrán su ración de abuso, si se animaran a levantar su mullido culo de sillón frente al televisor?”
En ésta edición de InfoNativa, te queremos compartir un excelente artÃculo de Guadi Calvo en el que nos abre una mirilla para espiar el futuro desde la tragedia de HaitÃ.
En referencia de los que señalábamos dÃas atrás, en “La crueldad como espectáculo”, donde se describen apenas los medios, para terminar de mudar a la humanidad a ese suburbio infame que nos espera. Donde la única ley que rija todo sea la que momentáneamente necesiten los poderosos, para que pueda ser cambiada a su antojo por otra que momentáneamente necesiten los mismos personajes, quien busque un espejo que refleje ese futuro, puede mirarse en HaitÃ.
Si bien desde el mismo momento en que Jean-Jacques Dessalines, el primer dÃa del 1804, declaró su independencia después de trece años de lucha, fundando la primera nación independiente de América, después de los Estados Unidos. El mundo civilizado y la naturaleza parece haberse aliado en su contra por la doble aberración cometida: ser república y ser negra.
En sus ya cumplidos doscientos veinte años, esa república, esa república negra, sin temor a equivocarnos, podrÃamos afirmar que no ha conocido un solo dÃa de paz. Ya que cuando no fue por responsabilidad de los hombres, lo fue su naturaleza desquiciada, que, por medio de terremotos, huracanes, sequÃas y dictaduras, que en Haità cuentan como desastre natural, se ha encargado de recordarle su condición de tierra maldita.
SerÃa largo, obvio y aburrido hacer el racconto de tantos males, que empiezan desde el momento en que la Quisqueya, tuvo la desafortunada fortuna de cruzarse en la rauda derrota de Cristóbal Colón hacia Catay y Cipango, hasta llegar a la actual situación de la nación antillana. Donde la única ley que rige es la voluntad de las bandas armadas desde mayo del 2020, disponiendo de los bienes y destinos de sus once millones de ciudadanos.
A los que habrÃa que restarles las casi quince mil almas que la guerra de las bandas consumió en estos últimos cinco años. (Ver: HaitÃ: Los Tonton Macoutes, están de vuelta).
A esta presurosa cuenta hay que sumar el centenar que se produjo entre el miércoles y el jueves de la semana pasada, después de que las fuerzas policiales, que todavÃa responden al primer ministro, Alix Didier Fils-Aime, localizaron por medio de drones y atacaron a las bandas de Gran Ravine y Village de Dieu, dos de las que se han adueñado de prácticamente la totalidad de la capital, Port-au-Prince.
La efectividad del ataque y las numerosas bajas que ha dejado se deben a que la mayorÃa de ellos fueron sorprendidos en su “cuartel general” en la escuela evangelista Maranatha, en el barrio de Bois-Aubé, un lugar de acceso complicado para la PolicÃa Nacional. Según fuentes locales, entre los muertos no se ha registrado ninguno de sus peligrosos lÃderes.
Desde hace semanas, las autoridades locales han multiplicado sus operaciones en distintas áreas de la capital, principalmente en Kenscoff, en la parte alta de Puerto PrÃncipe, lo que aparentemente estarÃa dando algún resultado. El que se nota por el reinicio de las actividades comerciales y la reapertura de escuelas.
Solo entre enero y marzo de este año más de mil seiscientas personas han muerto, y una seiscientas resultaron heridas, a causa de las constantes batallas por territorio entre estas bandas, cada vez mejor armadas, los grupos de autodefensa armados con lo que encuentran, que apoyan a las fuerzas gubernamentales.
Durante el año pasado las bajas alcanzaron a unas seis mil, un millar más que las del 2023.
Más allá de alguna fortuita victoria, la policÃa, sigue sin responder a la magnitud de la crisis, incluso tampoco nada ha logrado la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS), de las Naciones Unidas. Que desde hace un año ha desplegado ochocientos policÃas, mayoritariamente kenianos, de los dos mil quinientos, prometidos inicialmente que por alguna extraña razón se demoran en llegar.
Jimmy Barbecue Cherisier, un ex jefe policial, reconvertido en el lÃder de la coalición armada, la Viv Ansanm (Vivir Juntos) la más importante y emblemática de las cerca de trescientas que operan en todo el paÃs, tanto en áreas urbanas como rurales.
A principios de marzo del año pasado, Barbecue, su apelativo responde por la costumbre de asar a sus enemigos, coordino el asalto de la PenitenciarÃa Nacional de Puerto PrÃncipe, lo que permitieron la fuga de sus casi cinco mil reclusos. A consecuencia de esto debió renunciar del primer ministro Ariel Henry.
En esas horas él desquició de violencia provocada por las bandas fue tal, que hasta personajes experimentados como los sicarios colombianos detenidos tras el magnicidio del Jovenel Moïse, en julio del 2021, lo que reconfiguró la crisis de seguridad que actualmente se vive, prefirieron preservarse en sus celdas y negarse a escapar.
El mánager de la muerte.
Blanqueado tras el retorno de Trump a Washington, Erik Prince se ha postulado para poner en caja el pandemonio desatado en HaitÃ. Después del notorio fracaso de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS).
Prince, fundador y CEO de Blackwater, la organización criminal privada más grande de la historia, ahora llamada Constellis. El habitual cambio de nombres es una estrategia de Prince para confundir a los diversos tribunales donde tiene cuentas pendientes a raÃz de las aberraciones criminales cometidas por sus sicarios. Por lo que, a partir del 2020, tanto el Departamento de Defensa como la CIA le prohibieron funcionar.
A pesar de esa prohibición, Prince, hermano de Betsy DeVos, secretaria de Educación en el anterior gobierno de Trump, siguió activo en áreas marginales de la seguridad estadounidense, con el aval por todo el aparato de la ultraderecha norteamericana. En los últimos meses, se hizo notoria su presencia en los cÃrculos oficiales, incluso participando activamente de discusiones internas del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional.
Blackwater, entre otros desastres, cuenta con la masacre de 2007 de plaza Nisour (Irak), donde sus empleados tirotearon durante media hora a una multitud desarmada, dejando diecisiete civiles muertos y unos veinte heridos.
La semana pasada se conoció que el próximo mes Prince enviarÃa a ciento cincuenta de sus mercenarios para asistir a la fuerza policial. Aunque se sabe que ya algunos de los suyos están en la isla a cargo de la operación de drones, con que se busca localizar y eliminar a los jefes más notorios de estas bandas.
Debido a sus antecedentes, incluso Trump, en su anterior mandato, rechazó una oferta del CEO de Blackwater para la intervención oficial en Afganistán, más allá de que siempre estuvieron en ese paÃs asistiendo a empresas y funcionarios.
Hasta el viernes, Haità estaba en el escritorio de Trump, no como una prioridad, pero sà como un tema de fácil resolución, donde además habÃa un gran negocio inmobiliario detrás de la reconstrucción de prácticamente todo el paÃs tras el terremoto de 2010, que dejó más de trescientos mil muertos y provocó la demolición de miles de edificios e infraestructura. Make America Great Again.
Veremos en qué orden quedan los negocios inmobiliarios del paÃs antillano, ahora que su dÃscolo y principal socio en Medio Oriente, BenjamÃn Netanyahu, se lanzó a incendiar el mundo atacando Irán.
Por lo que quizás nombrar a Prince como su virrey en Haità sea, si no la mejor solución, sà la más rápida. De producirse ese desembarco, la posibilidad de una matanza, sin parangón en la historia de ese paÃs, está en puerta. Ya que se enfrentan dos cuerpos absolutamente irregulares, que no estarán por fuera de cualquier jurisdicción internacional regulatoria de los crÃmenes de guerra, por una parte, Blackwater, y por la otra la coalición de bandas que se producirá al momento que el primer mercenario pise la isla.
En la carpeta de negocios que Prince le presentó a Trump figuraban participar de la captura y deportación de inmigrantes (ver: La crueldad como espectáculo) y encargarse del control y la vigilancia de las prisiones salvadoreñas en las que Estados Unidos tiene intereses polÃticos y comerciales.
Prince en abril realizó un acuerdo con la República Democrática del Congo (RDC) para el control de la producción y para combatir la minerÃa ilegal en el paÃs. En lo que ya Trump habÃa ofrecido el cambio de minerales por asistencia en seguridad.
En este contexto casi distópico, en que ejércitos privados, sin controles estatales, enfrentan bandas al estilo Mad Max y el derecho internacional es papel mojado, Haità se ha convertido en un espejo que refleja nuestro futuro.