Con los dirigentes a la cabeza
30 de diciembre de 2023
La CGT llamó a un paro general para el 24 de enero ¿cuál fue su relación con los gobiernos desde la vuelta de la democracia y por qué es tan importante esta medida contra Milei?
Un paro general no es tibio, ni apresurado; una medida de esta magnitud es un quiebre total con cualquier gobierno, porque ese es el peso que tiene la central obrera en nuestro país.
42 fueron los paros que realizó en los años que tiene nuestra democracia, pero ninguno fue a los cuarenta días de comenzado un gobierno y esto habla más del accionar de Milei, que de los dirigentes sindicales. Tanto con el DNU que ya se encuentra vigente, como con la ley ómnibus que intentarán pasar por el congreso, nos arrojan a una monarquía con estado de sitio.
Luego de la histórica convocatoria de “Paz, pan y trabajo” que llevaron adelante los principales espacios del movimiento obrero en 1982, la dictadura se vio herida de muerte y sólo duraría un año más, con el costo de la guerra sobre sus hombros. Saúl Ubaldini fue el protagonista de una gesta que quedó en la historia, demostrando que la organización, a pesar del genocidio, no estaba vencida.
En el gobierno de Raúl Alfonsin, la CGT tuvo un protagonismo político a la altura de las circunstancias; hiperinflación, saqueos y en último tiempo, cortes de luz programados que dejaban a los ciudadanos imposibilitados de mantener una vida cotidiana digna. 13 fueron los paros generales hasta que Alfonsin decidió entregar la banda presidencial.
Durante los dos gobiernos de Carlos Menem, se realizaron ocho, lo que destierra un poco la idea de llamar al paro contra la gestión de Milei como “ideológico”: se podría contabilizar un paro por año en un gobierno que se hacía llamar peronista.
Al asumir Fernando De La Rúa, habían pasado 77 días cuando la central de trabajadores convocó al primer paro general. Cabe destacar, que el gobierno de la Alianza aprovechó su espalda electoral para ir por la flexibilización laboral, con escándalos en el congreso por las coimas que se recibían a cambio de aprobar el proyecto de ley. Fueron ocho convocatorias las que realizó la CGT antes de que De La Rúa se suba al helicóptero.
Es importante tener en cuenta que, este período desde 1983 a 2001, cuenta con un aumento progresivo de la pobreza - que llegó al 50 por ciento - un desempleo récord y una enorme pérdida de derechos en materia laboral.
Nuestro Kirchner fue el presidente con menos medidas, solo uno. El anuncio del pago de la deuda externa, las mejoras en los convenios colectivos y las políticas de derechos humanos acercaron a la CGT al gobierno y en el 2005 Hugo Moyano pasó al frente de la central.
Cristina Kirchner estuvo invicta durante su primer mandato: ningún paro. La Argentina tenía el mejor salario en dólares de la región y contaba con un desempleo de un dígito cuando comenzó su segunda presidencia en 2011. En solo en cuatro años afrontó cinco paros generales.
Podemos hacer muchas lecturas sobre el por qué - con una economía que produce, trabajadores con derechos y paritarias libres - se da esta situación. Las teorías son miles, hasta se habla de una discusión entre Hugo Moyano y Nestor Kirchner la noche anterior a la muerte del ex presidente que habría plantado una ruptura fuerte. También de la poca capacidad de los dirigentes y de Cristina de poder empatizar sin la figura de Kirchner.
La realidad es que la mayoría de los paros fueron por el impuesto a las ganancias, un impuesto para trabajadores de clase media, que llegan cómodamente a pagar la canasta básica y que esto no es algo que no deba discutirse, todo lo contrario. En la realidad de una Argentina con escala social ascendente, si mejoran los primeros de la fila, también los que vienen atrás. Fue un parte aguas con el gobierno de Cristina, que costó muchos votos de trabajadores en el 2015 , lo cual fue negativo para la presidenta y también para los sindicatos.
En el gobierno de Mauricio Macri, primero se vivió una tensa calma, hasta que fue el mismo público o en una convocatoria el que tomó el escenario de la central obrera por asalto, pidiendo “paro general” el que rompió el silencio. También tuvo cinco paros, como Cristina, pero más multitudinarios, porque la situación económica había empeorado y la deuda tomada con el Fondo Monetario Internacional aceleró el descontento.
Podemos decir que es ridículo que un gobierno como el de Alberto Fernández no haya tenido ningún paro. Fue un gobierno de inacción, atravesado por una panademia que nos guardó dos años y que dejó muchísimas deudas sociales.
La CGT llega a esta medida con una sociedad que la mira de reojo: un sector le pide desde el primer día del gobierno de Milei que movilice y otros con los prejuicios que generan la anti política. Es importante entender que, a pesar de que la movilización sea contundente y el acatamiento al paro total, los legisladores y la oposición en general también se encuentre a la altura de las circunstancias. Es fundamental ganar la calle, pero también frenar en el congreso este intento de devolvernos a 1853.