infoNativa

Ajustes de campaña


15 de julio de 2023

En menos de un mes se vota. Parece mentira. En la oposición se amontonan para quedarse con la representación del ajuste, y se pelean para demostrar quién es el más bravo para darle garrote al que no se acomoda a la miseria que ofrecen. Y Massa ejecuta el ajuste con licencia ideológica. La unidad de Marc Stanley y el laberinto de un peronismo que no quiere discutir su sentido histórico para que no le gane la derecha. ¡Ay Dios!

Fernando Gomez

Horacio Rodríguez Larreta esperó que se diera a conocer el índice de inflación. Sus planificadores de campaña entendieron que era el momento justo para pararlo frente a una góndola de cadena chica de Supermercado en Morón. Con el rictus propio de quien llegó tardísimo al reparto de caras y el tono impostado de preocupación, dio a conocer sus 9 propuestas para bajar la inflación. Ajuste del déficit, ajuste del Estado, ajuste por devaluación; y después del ajuste, prometió que el salario le va a ganar a la inflación, sólo porque estamos en campaña.

El rejunte de Patricia Bullrich, que reúne a viejos parásitos del Estado y personajes que ofician de amenazadores televisivos, no habla tanto del ajuste que piensa hacer, dado que asumen que la economía la habrán de ejecutar desde el mercado, lo que transforma el ajuste en inevitable, sino en cómo aducen fortaleza para reprimir cada reflejo del dolor social que provoca el programa de gobierno que ofrecen como destino miserable para la Argentina.

En cada rincón de la campaña electoral, se convoca a nuestro Pueblo a que concurra a las urnas a escoger la densidad del ajuste que resultaría necesario llevar adelante en una Argentina en la que los únicos indicadores que van para atrás son los sociales, mientras los que repercuten en la rentabilidad de los grupos económicos, reflejan una bonanza insólita.

Larreta, que además muestra a Morales como amenaza de que su alianza es capaz de desmantelar la democracia en caso que alguien cuestione los fundamentos de su programa de gobierno; Bullrich y el quemado de Milei, todos proponen un ajuste para resolver el problema de la Argentina.

Todos menos Massa. En alguna medida, Massa comprendió aquella lección del general Perón que decía que “mejor que decir es hacer” y no habla de ajuste, sólo lo ejecuta.

La oficina de Presupuesto del Congreso realizó su informe sobre la ejecución presupuestaria durante los primeros cinco meses del año. Entre enero y mayo “El gasto total de la Administración Nacional registró una caída real de 7,5% a/a en los primeros cincos meses del año”.

Además, el propio organismo, detalla que “Dentro de las erogaciones primarias se destacan las reducciones en las asignaciones familiares (30,0% a/a), en los subsidios a la energía (20,0% a/a) y en las jubilaciones y pensiones (5,4% a/a).” Es decir que la inversión pública en asignaciones familiares se redujo muy por encima del promedio del ajuste general, lo mismo los subsidios a la energía por el camino de los incrementos tarifarios y celebró que, en el caso del rubro jubilaciones y pensiones, dada su participación en la estructura del gasto primario (40,1%) resultó el tercer rubro de mayor contribución a la reducción del gasto. Es decir, su aporte es por la cantidad de gente perjudicada, aunque el ajuste sea un poco más leve que el indicador general.

A su vez, lo invertido en la Asignacion Universal por Hijo se redujo en un 14%, las Pensiones No Contributivas descienden un 13%.

El ajuste sobre los ingresos populares fue más grande que el promedio general del achique sobre el gasto público. Y alguien se preguntará ¿por qué es esto? Porque el gasto en intereses de la deuda pública crece en un 185%, lo cual implica que aumentaron en términos reales un 38,4%.

Es decir, el gasto público es gigantezco en el rubro de pago de la deuda, mientras el costo del ajuste se carga sobre el bolsillo de la enorme mayoría.

Sin lugar a dudas, los indicadores evidenciados son absolutamente contradictorios con la tónica que debiera imponerse en una campaña electoral. Alguna vez se cuestionaba a la clase política por “andar en campaña haciendo promesas”, lo que resulta novedoso, y extravagante, por cierto, es que las promesas sean realizar un ajuste aún más grande que el que ya se viene efectuando en los últimos ocho años de la Argentina.

Y aún así, el FMI pide más.

 

Una negociación a las corridas

El FMI pide ajuste y devaluación para darle continuidad al programa de miseria que le impusieron a nuestro país. Las demoras actuales por obtener un nuevo desembolso, o el pretendido adelanto de desembolsos previsto hasta fin de año, guardarían relación con las diferencias entre las pretensiones de ajuste del FMI y el ajuste que efectivamente lleva adelante Sergio Massa.

Reducir el déficit fiscal 1,9% o reducirlo 1,5%. Es decir, cumplir con lo acordado con Guzmán por el FMI o modificar las reglas y agrandar el ajuste. Y pensar que Guzmán terminó eyectado en medio de un debate con Cristina Kirchner por el tamaño del déficit fiscal, dado que el entonces ministro de economía pretendía llevar los indicadores a números mucho mas generosos que los que ejecuta Massa.

El otro aspecto que demanda el FMI es la devaluación de la moneda nacional. Lo descabellado es que desde que comenzó el año la devaluación del peso en relación al dólar oficial fue del 50% y la proyección en caso de mantener la curva ascendente, se establece en 121% de devaluación a fin de año en el dólar mayorista. Mucho más que la inflación que establecen los mercados como meta.

La devaluación que ejecuta Massa en forma programada con el Banco Central no alcanza en las pretensiones del FMI, y por esa razón, los grupos económicos tensionan sobre los tipos de cambio financieros y los ilegales para presionar al gobierno a acelerar los tiempos del acuerdo y evitar licencias propias de tiempos electorales.

Sin embargo, el apoyo de Estados Unidos a Sergio Massa es publicitado por los medios hegemónicos, e incluso, por las propias vocerías que en forma subterránea operan desde el propio FMI.

El jueves por la noche, según narra el house organ de la embajada norteamericana en el país -Infobae- Marc Stanley convocó a empresarios nacionales a la residencia diplomática para resaltar el apoyo a Sergio Massa y argumentar en favor del cese de hostilidades con el tipo de cambio oficial. Algo de ello se reflejó el día viernes en el “dólar contado con liqui” o dólar fuga, que utilizan las multinacionales para rajar guita del país.

"No nos vamos a rendir al altar del ajuste" vociferó Massa éste viernes, como si no fuera el más obediente ejecutor del programa del FMI que haya conocido la gestión de gobierno del Frente de Todos, y como si los indicadores que presentan organismos bajo su dependencia, no evidenciaran un ajuste brutal que está siendo garpado con el sacrificio de los que más necesitan una mano del gasto público.

En alguna medida, el ritmo de la coyuntura marca que la clase política se encuentra encerrada en un espiral de ajuste sistémico. Y ello sucede, en gran medida, en razón que de la sólida alianza sellada entre el kirchnerismo y Sergio Massa, que desvirtúa el sentido de la representación política de la fuerza que hoy se presenta como Unión por la Patria, fuerza política que estaba llamada a antagonizar con la agenda opositora, y no a sublimar su programa bajo amenaza de la restauración de un programa “de derecha”.

 

Hay tabla

Si Massa acuerda con el FMI rápido, hay ajuste por imposición del programa. Si Massa no acuerda con el FMI rápido, hay ajuste por vía de la corrida cambiaria y la devaluación de la moneda. Si es derrotado por Cambiemos, hay ajuste por los mismos caminos y amenaza de supresión de los mínimos democráticos en que vivimos. Siempre hay tabla, con más o menos graves consecuencias. Y aún así, elegir sobre el tamaño de la tabla, no es un detalle menor en éste estado de cosas.

Lo grave del ajuste que pretenden inevitable, no sólo es que en términos del gobierno de Massa, funciona con licencia ideológica kirchnerista. Lo más grave es que no tiene ningún sentido semejante ajuste, más allá de la imposición de un programa de administración colonial.

Atravesamos un tiempo de rentabilidad escandalosa para los grupos económicos. La recaudación ha caído producto de una de las peores tributaciones del sector exportador de granos, lo que no se explica sólo por la sequía, sino por el ritmo descontrolado de la subfacturación de exportaciones, que en criollo se conoce como contrabando.

La CEPAL informó que Argentina ha lanzado un record histórico en término de ingresos de “Inversiones Extranjera Directa” que no diferencia especulativos de productivos, pero que marcan la profundidad de la extranjerización de nuestra economía.  

Y a los extranjeros que operan en el país, nadie les toca un interés, como sucedió en una nueva “gran Vicentín” que implicó la prórroga de las concesiones de las represas que vencen de la privatización de HIDRONOR en el Menemismo, que iban a pasar a ser gestionadas por ENARSA y se fue para atrás con la decisión.

El BCRA y su política de tasas han provocado un verdadero festival de rentabilidad para los Bancos por el camino del incremento constante de tasa y stock de LELIQ y pases pasivos, esa estafa que el gobierno decía en campaña que iba a terminar para mejorar salarios y jubilaciones, y terminó resultando una suerte de revolución productiva y salariazo de Menem.

La minería extractiva es coto de caza de las multinacionales, que llegan al país celebrando la legislación menemista o de la dictadura aún vigente que les permite rentabilidad pura en sus inversiones y, además, nulo control de lo extraído más allá de la declaración jurada.

Argentina atraviesa un tiempo de potencial de riqueza enorme en clave de energía, minerales estratégicos, granos, agua y tierra. La clase política no puede salir de las ideas de ajuste inevitable a la hora de pensar las propuestas para el encantamiento electoral. Una paradoja que sólo conduce al peligroso desapego de nuestro pueblo con las respuestas de una clase dirigente que no le ofrece más que pesares.

Carlos Corach es una parte escencial de la genética menemista. Era una espada esencial del proceso de saqueo nacional de la década del 90. En una entrevista televisiva con Alejandro Bercovich sostuvo que "En todas las transformaciones económicas y sociales en profundidad, desgraciadamente, hay costos sociales y políticos que pagar. Usted distingue a un verdadero líder, conductor y político cuando hace frente a los costos políticos y sociales que tiene que pagar para transformar el país. La Argentina se transformó con Menem", sostuvo en lo que considera es una clave para pensar el liderazgo de un tiempo de inevitable ajuste y agitó hasta el último de los temores de un peronismo que necesita volver a encontrar un nervio militante que amortigue semejante impacto ideológico, y dé una fuerte batalla por su sentido histórico.

El lenguaje homogéneo de la oposición acerca del destino de ajuste que le espera al país, el ajuste que en realidad efectiva ejecuta Massa sobre la dinámica de supervivencia de la enorme mayoría de los que habitan nuestro suelo, son la tónica de una campaña sin matices, en la que la unidad que el embajador norteamericano requería, parece gozar de óptima salud.

No hay dique de contención alguna para la esperanza de un destino de felicidad en el conjunto de las propuestas electorales. No hay abrigo para la utopía del destino de grandeza de nuestra Patria en las propuestas de una dirigencia postrada ante la imposición de la inevitable dependencia. Lo dramático sería que, mas allá de los tiempos electorales, el peronismo no pueda reecontrar el sendero de representación de esa enorme mayoría que no pretende que la única alternativa sea siempre pasarla para el carajo.

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

Compartir esta nota en