Tristón, Algo Solitario, Definitivamente Final
14 de octubre de 2022
“Como si el paredón de la Historia no existiese”. Asà van los que andan con las flores frescas preparadas para esquivarle al destino. La oportunidad de lo que no iba a ser, lo que se justifica hasta el hartazgo que no se pudo y lo que no queda tiempo para que sea en ésta suerte de anticipación póstuma que invita a buscar claridad en el sombrÃo presente.
“Aun a través de los vapores espesos del licor
lo veÃa todo con demasiada claridad.
Se habÃa derrotado a sà mismo.
Y ya era tarde para enmendarlo”.
El Abogado del Diablo – Morris West
¿Qué es ese olor descompuesto, ese efluvio de flores muertas que filtra por las hendijas de La Rosada? ¿De dónde viene ese congojo de lloronas profesionales que recorre la calle Balcarce hacia el Sur? ¿Y la luz de esas velas titilantes que cuela por los visillos y las cortinas de voile?
Nada. Olvidate. El tipo va. Fiel al estilo que le ha impuesto el marketing de la social plutocracia intenta morir con los zapatos abotinados puestos. Deslizando sus “serias intenciones” de candidato, sacrificando a los últimos devotos en pie del Grupo Callao para oxigenar su ciclo de ineficacia, negocios y entrega solapada.
Elitista y desnacionalizador -como la casi totalidad de la progresÃa mundial-, con su perfil megalómano y su encanto de operador un tanto desvencijado, sigue deambulando sin notar que ya ni siquiera es un pato rengo. Es más, si a pato hay que referirse, mejor hablemos del famoso y nunca bien ponderado “criollo”.
Buenas lectoras del momento, algunas ratas y varias lauchas -tan traidoras como sabias-, escapan de la debacle para refugiarse en la polÃtica: el gobierno de cientÃficos no les ha funcionado, acaso porque como advertÃa Perón en Conducción PolÃtica, “tenemos tantos formados por nuestras facultades y, sin embargo, no he visto ninguno que se haya destacado en el orden de la conducción polÃtica”. Además, de aquel gabinete academicista y erudito que tanto lo emocionaba, ya no queda ni uno, salvo que cuenten los enroques.
Y no es que no esté bien “tener estudio”. Lo que no está bien es creer que saber sobre algunas cosas es lo mismo que poder hacer algunas cosas. Hay grandes diferencias. Y si no lo creen, pregúntenle a los eunucos del Harem.
Otro apoyo que se disgrega es la obesidad cegetista. Más importante que defenderlo parece ser prepararse para atacar a Cristina. Esta vez con un armado electoral que ni siquiera tiene la honestidad de brazo polÃtico: le alcanza con fragmentar y aportar a la derrota porque, al fin y al cabo, si una ventaja tienen sus cuerpos rollizos es rebotar, y siempre caer parados.
Y no hablo del Movimiento Obrero Organizado ni de los honestos dirigentes que defienden trabajadores. No me refiero a los que ordenan, reclaman, luchan, recuperan la calle. Digo del sindicalismo de doble ventanilla: ese que demanda como proletario y cobra como patrón mientras los muchachos les roban el atril del escenario. Poné la fecha, la p… que te p…
Quedan, además, los desocupados, los parias del perpetuo desempleo, los siervos del planeo. Esos otros, que son el verdadero “el otro”. Pobres con los que un par de crápulas ataviados de dirigentes sensibles, hacen su agosto y “llenan la polÃtica”. Desesperados que cartonean, changuean, truecan y finalmente marchan por un plan que, sólo a veces, llega entero. Los nuevos invisibles, que se desloman con quehaceres de una dureza infinita y ni siquiera consiguen ser reconocidos como trabajadores por muchos “clasemedia” que temen caer un poco más abajo de la lona y creen que, para salvarse, hay que asirse de los que los empujan para abajo.
Y también quedan las minorÃas, claro, las mi-no-rÃas: importantes. trascendentes, significativas… Pero que no alcanzan para pintar la pieza. Y que tendrÃan un mejor sentido si todos comieran; tuviesen empleos dignos, participaran del futuro y de la cama caliente en el invierno.
Sin embargo, el tipo… va. A pesar del aroma a coronas rancias, las dispersas tropas en estampida, el fracaso de los sabiondos, la recurrente insatisfacción minoritaria y los millones de argentinos haciéndose añicos en el caleidoscopio de la indigencia, va.
Hacia un final inexorable va. Siempre rosqueando, operando, prometiendo. Un WhatsApp por acá, un copetÃn al paso… Va. Construyendo destrucción ahà donde habÃa esperanza, desazón en donde hubo certezas, incertidumbre donde habitaba el Peronismo… va. Rodeado por el coro de amanuenses y alcahuetes, va. Como un bólido va.
Como si el paredón de la Historia no existiese.