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RIGI y proyecto nacional


18 de mayo de 2024

El RIGI como plexo jurídico del saqueo. La contracara, hoy ausente, debe ser una agenda patriótica, de industrialización y desarrollo nacional.

Rodolfo Pablo Treber

En el actual contexto económico internacional existe una depreciación constante y un exceso de liquidez de dólares por la decadencia del dominio norteamericano como imperio hegemónico; que le hizo y le hace perder mercados a lo largo y ancho de todo el mundo al calor de un multipolarismo real y en crecimiento. En la Argentina, al mismo tiempo y no por casualidad, se debate la implementación de un régimen de incentivo para grandes “inversiones” (RIGI) con el objetivo de que esas “pobres y necesitadas” mega corporaciones transnacionales vengan a depositar sus dólares en la explotación de los bienes comunes naturales de la Patria argentina en modo “tenedor libre”, sin condicionamientos ni beneficio alguno para nuestra economía y nuestro pueblo.

El RIGI da vía libre al ingreso de divisas para la explotación de energía y minerales sin ningún tipo de condicionamiento para beneficio local, sin obligación de contratación de mano de obra argentina ni de inversiones de capital permanente, ni de transferencia tecnológica, ni de tiempo de permanencia. Como si todo eso fuera poco, se le brinda la posibilidad de girar el 100% de los dividendos (fuga de capitales) a su casa matriz en el extranjero y, luego del tercer año del ingreso de la “inversión”, la empresa ni siquiera se encuentra obligada a liquidar sus exportaciones. Para dimensionar el sin sentido nacional de lo que propone esta ley, en el histórico y entreguista pacto Roca-Runciman de 1933 -también firmado en mayo- Argentina se quedaba con un 15% de la participación total del comercio de carnes en mano de frigoríficos locales. Hoy ni siquiera eso. Es entrega total a cambio de dólares temporales, para dar oxígeno a un plan de saqueo en plena profundización.

En síntesis, el RIGI es una ley echa a medida de lo que requiere la estrategia geopolítica de los Estados Unidos que, luego de haber perdido abundantes mercados por su decadencia hegemónica, necesita explotar con mayor fuerza los territorios que aun domina (saqueo de bienes comunes naturales). En otras palabras, el RIGI es el plexo jurídico de la sobre colonización en nuestra tierra.

Pero lo que intenta imponer el imperio en decadencia y sus corporaciones extractivistas, no resulta lo más grave de la situación. Lo peor, aquello que lo facilita y permite, es el vacío político, la nada misma como respuesta ideológica y programática del conjunto de la dirigencia que se suele rotular como “nacional y popular” ante las consecuencias nefastas que trae el modelo de producción primarizada y economía extranjerizada, que se mantiene como una constante en profundización desde hace 48 años.

En este sentido, en paralelo a la necesaria lucha y resistencia que se debe organizar para que no se imponga este modelo de sobre explotación y saqueo, resulta urgente volver a dar el debate y reconstruir, sobre los cimientos de las certezas estratégicas que supimos acumular, el proyecto de desarrollo nacional que se debe militar y presentar al pueblo argentino como alternativa a la decadencia de una Patria sometida, y un pueblo oprimido, que el libre mercado y el capitalismo periférico imponen en cualquiera de sus variantes.

Una de las principales certezas estratégicas de nuestra historia es la comprensión de que nada bueno viene de las potencias extranjeras, que todo lo que ha funcionado a favor del pueblo laburante ha sido aquello que supimos construir con nuestras propias manos. No existió industria manufacturera en gran escala antes de la nacionalización del comercio exterior de Juan Manuel de Rosas, tampoco industria energética antes de YPF, no existió industria naval antes del ARS, ni nuclear antes de CNEA, ni siderúrgica antes de SOMISA. Tampoco poseíamos red de gas fuera del área metropolitana antes de las inversiones de Gas del Estado, ni posibilidad de desarrollo federal antes de la nacionalización de los ferrocarriles. Y así, con todo.

Por eso, en este contexto brutal de pobreza y falta de trabajo, es necesario volver a pararnos sobre nuestros pies y así, comenzar a reconstruir la industria nacional. Al modelo de saqueo, que gobierna nuestro suelo, debemos oponerle un proyecto de industrialización y desarrollo, que tenga como objetivos recuperar la soberanía nacional, alcanzar la independencia económica y conquistar la justicia social.

En principio, resulta indispensable un proceso de industrialización por sustitución de importaciones para recuperar la producción nacional que fue destruida por la incesante apertura comercial. El control del comercio exterior es imprescindible para esto y requiere órdenes directas del Estado Nacional. Aduana privada, empresarios importadores, oligarquía transnacional y sus cipayos socios locales nunca lo hicieron, ni lo harán, por sí solos.

El crecimiento de nuestra industria y producción es el elemento determinante para independizarnos de los factores externos que generan dependencia política y económica.

El comercio exterior argentino actualmente importa cerca de 7.000.000 de puestos de trabajo a razón del equivalente en pesos de 10 dólares la hora (promedio superior de pago de mano de obra calificada). Analizando por rubro dichas importaciones, podemos identificar los sectores a sustituir para ahorrar divisas, desanclar los intereses extranjeros de la política económica nacional y, principalmente, terminar con el flagelo de la desocupación y la precarización laboral creciente.

Dirigiéndonos al detalle por rubro de importación del último año, podemos ver que la gran mayoría corresponde a manufacturas industriales y que el 23% de ellas pueden clasificarse como “bienes de baja complejidad de sustitución”, dado que la Argentina cuenta con la capacidad instalada ociosa y mano de obra calificada para su producción. Estos suman un total de 13,000 millones de dólares, equivalentes a 1.400.000 puestos de trabajo. Los rubros más destacados son: Industria automotriz con 600.000 puestos de trabajo por capacidad ociosa instalada, materiales eléctricos y electrodomésticos con 150.000 puestos de trabajo, industria química, laboratorio y farmacia con 200.000 empleos e industria del plástico, caucho y papel con 155.000.

Otro claro ejemplo claro del problema a resolver, es el déficit de la balanza comercial generado por la industria automotriz: 10 mil millones de dólares. El 70% de componentes de los autos que se venden en el país se produce en el exterior y solo el 30% localmente.  Entonces, por cada 10 salarios que se pagan por el comercio de la industria automotriz, 3 son en el país y 7 en el extranjero.

Aunque de menor volumen, otros rubros de importación de mayor simplicidad resultan de igual importancia en el proceso de sustitución de importaciones.

Recuperar la soberanía política es el primer paso necesario para poner en marcha un proceso de industrialización ya que, decididamente, se debe administrar el comercio exterior para definir qué entra y sale de nuestro territorio. Sin nacionalizar el comercio exterior solo nos condenaremos a disputar migajas de las corporaciones extranjeras.

En segundo lugar, volver a recuperar la administración de los recursos financieros nacionales (el ahorro de los argentinos) dado que el 75% del total de dinero del país se encuentra inmovilizado en la especulación financiera, mientras que solo el 25% está en el comercio y la industria. Ese enorme caudal de dinero es el que se debe orientar a la producción para lograr la sustentabilidad del desarrollo económico.

Finalmente, organizar y desarrollar los factores productivos a este fin para que el trabajo quede dentro de nuestras fronteras y así, alcanzar el objetivo central del pleno empleo.

Debatir y unirnos detrás de proyectos concretos es lo único que nos sacará del show mediático permanente, la acefalía de conducción política y nos permitirá construir colectivamente el destino de grandeza de nuestra Patria y la felicidad de nuestro pueblo.

Rodolfo Pablo Treber

Rodolfo Pablo Treber, analista económico , dirigente del  Encuentro Patriótico.

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