Pueblero
05 de julio de 2025
De poetas, instruidos, balas y ridÃculos.
José Hernández publica La Vuelta de Martín Fierro en 1879; sobre la impronta conciliadora de esta obra en contraposición a la primera, Martín Fierro, mucho se ha analizado y pensado, buscando en el contexto y vivencias del autor las razones de por qué Fierro no es lo combativo de otrora. Será cuestión de los que analizan, seguir analizando.
Al comenzar, Fierro sostiene una diferencia que pasado el tiempo se mantiene, el gaucho como habitante del campo frente al pueblero.
“Canta el pueblero.... y es pueta;
Canta el gaucho.... y ay! Jesús!
Lo miran como avestruz
Su inorancia los asombra;
Mas siempre sirven las sombras
Para distinguir la luz.
El campo es del inorante,
El pueblo del hombre estruido;
Yo que en el campo he nacido
Digo que mis cantos son,
Para los unos... sonidos,
y para otros... intencion.”
La idea de ubicar al atraso y la ignorancia en el gaucho no se ha modificado, si bien el gaucho como tal no existe en la actualidad sigue siendo el medio rural un lugar habitado por personas con poco acceso a la educación formal, ese poco acceso no depende solo de la disponibilidad de educación pública en la zona sino que se debe principalmente al condicionante que le impone la clase social a la que está obligado a pertenecer, si es trabajador rural, no necesita saber leer sino saber trabajar.
De todos modos, no deja de ser Fierro la voz de los sin voz, conociendo sus limitaciones entiende que tiene mucho por decir frente al pueblero que es poeta pero poco dice de los padecimientos del gauchaje.
En la actualidad continúan siendo las expresiones folclóricas el lugar de manifestación de aquellos sin voz; las peñas, bailes y reuniones camperas son la posibilidad que tienen los pobres de los ámbitos rurales y de ciudades y pueblos vinculadas a lo rural para ser interpretados por alguna payada, milonga, chamarrita o chamamé.
Continuando con la impronta de Hernández, Larralde también parte de la misma antinomia para describir una realidad de pobreza del hombre de campo, sin trabajo busca hacer una changa o ganar algo de dinero vendiendo lo que haya cazado; pero la caza de los que vienen del pueblo le quita su sustento.
“Ayer bajé al poblao
pucha que andaba,
con ganas de agarrarme
un pedo flor.
Conque me dije aijuna
si no agarré ninguna
y no hay quien fíe
ni un trago de favor.
La liebre es una luz
con tanta bala
mi viejo doce chico ni toció
las balas del pueblero
pelaron los potreros
haciéndole un aujero
al pobre peón.
Ayer bajé la poblao
puta que andaba
con ganas de pelearme
hasta con Dios.
Mirá un poco pa´ abajo
tirame algún trabajo
mirá que yo entuavía
creo en vos.”
Ayer bajé al pobla´o (fragmento)
Al igual que Hernández, se refiere a aquellos que no son del medio rural como puebleros, término poco utilizado que se vuelve despectivo en uno y otro, imprime distancia y marca una clara división.
Poeta y erudito pero incapaz de cantar verdades para Hernández, con mayores recursos (brutas escopetas dice mas adelante en la canción) para Larralde.
Otro que utilizó la palabra pueblero en su obra fue Javier de Viana, escritor, periodista y diputado uruguayo nacido en 1868.
Dice la Academia Nacional de Letras de Uruguay acerca de él:
Nació en Canelones el 5 de agosto de 1868 y murió en La Paz (departamento de Canelones) el 5 de octubre de 1926. Su vida fue difícil y azarosa. Cursó estudios en Montevideo, en el Elbio Fernández, y luego ingresó en la Facultad de Medicina, pero abandonó dicha carrera. Participó en la Revolución del Quebracho (en 1886) de la cual ha dejado unas Crónicas reunidas en volumen y prologadas por Juan E. Pivel Devoto (1944). Hizo periodismo en La Verdad, de la ciudad de Treinta y Tres.
Vuelto a Montevideo, continúa con sus tareas de periodista y publica Campo (1896), colección de relatos. Arrienda la estancia “Los Molles” y se dedica, aunque sin éxito, a las tareas agropecuarias. En 1899 aparece su discutible novela Gaucha, y en 1901 Gurí. Toma parte de los acontecimientos de 1904, cae prisionero, pero logra huir y pasa a Buenos Aires, donde se gana la vida escribiendo.
Mas valorado por sus cuentos que por sus novelas, de Viana se muestra conocedor de la vida rural, en el cuento El pueblero humaniza a unos perros de forma muy singular y también él, al igual que Hernández y Larralde parte de la antinomia guacho/paisano/peón y “pueblero”.
En este cuento el pueblero es un perro fox terrier que intenta hacerse del coraje y habilidad que ostentan los perros gauchos que viven junto a los gauchos humanos.
De Viana no le da al pueblero ningún valor o condición superior al hombre (o perro en este caso) de campo, todo lo contrario, no encuentra virtud alguna en los del pueblo, y encuentra un punto tan simple y común como cierto para minimizarlo frente al gaucho:
“White era pueblero, y como tal, tenía horror al ridículo.”