Ochenta y un mil banderas
31 de mayo de 2025
En la década del noventa la provincia de Buenos Aires tuvo dos banderas, y un misterio.
Cada tanto, en alguna sobremesa o reunión, vuelve el tema. Para mitad de los noventa la vida institucional y democrática estaba lo suficientemente atravesada por el neoliberalismo como para encontrar allí algún resorte de participación popular, será por eso y por lo novedoso del método que la creación de la bandera bonaerense fue un suceso de relevancia para todos los hijos de la provincia de Buenos Aires. El recuerdo tiene más fuerza en aquellos que para esa época estábamos en edad escolar y para los que formaban parte del ámbito educativo.
El gobernador de la provincia en 1995 era Eduardo Duhalde y hasta entonces la provincia no contaba con bandera, por ello se decidió crearla llamando a concurso donde participen todos los alumnos bonaerenses que tuvieran entre 12 y 18 años. La alta participación sorprendió a los organizadores que recibieron 81525 diseños desde cada rincón de la provincia. El proceso de selección duró dos años culminando con la selección final entre cuatro diseños y obteniendo el ganador el 75% de los votos. Ganó la que diseñaron cuatro alumnos de Capitán Sarmiento, fueron premiados con un viaje a España de diez días.
El entonces subsecretario de Cultura bonaerense, Luis Verdi, recordó en el año 2022, en ocasión de celebrarse el vigésimo quinto aniversario de la creación de la insignia, (se lo recordó a la agencia Telam, hoy extinta a instancias del gobierno anti argentino de Milei) que “hacía mucho que con Duhalde hablábamos de la importancia de la provincia en el conjunto del país y el serio problema que había en torno a la falta de identidad. Entonces nos propusimos revalorizar lo bonaerense y reforzar lo nuestro”.
“Con la experiencia adquirida con los Torneos Juveniles Bonaerenses y el acompañamiento del sistema educativo, nos animamos a hacer un concurso en escuelas”, rememoró. Remarcó que se trató de “una movida grande, que estuvo acompañada por artistas plásticos, intelectuales y personas reconocidas de todos los municipios”.
“Somos la más importante de todas las provincias. La más grande, la que siempre ha sido el motor del trabajo y la producción del país. La que ha dado todo a la Nación, hasta su capital. Porque la ciudad que hoy es la Capital Federal era la capital de la provincia de Buenos Aires. Por eso es que se torna difusa nuestra identidad, y un pueblo que no tiene clara su identidad tampoco tiene claro cuál es su destino”. Declaraba el gobernador Duhalde en el anuncio del concurso para elegir la bandera bonaerense.
Es interesante observar cómo las cuestiones identitarias de la provincia aparecen una y otra vez en el horizonte de preocupaciones de todos aquellos que reflexionan, desde el lugar que les toque, sobre la complejidad del entramado socio cultural bonaerense; el concurso aquel seguramente no saldó ninguna discusión ni resolvió nada pero llegan a nuestros días, por lo menos en adultos y adultos mayores, aquella experiencia colectiva que durante un tiempo tuvo conectados a todos los bonaerenses en busca de una idea común.
Cafiero sin ganas
Antes de la propuesta participativa de Duhalde para que la provincia tenga su bandera, su antecesor, Antonio Cafiero, que fue gobernador entre 1987 y 1991, creó una bandera bonaerense que nadie sabe porqué pero no se utilizó y quedó en el olvido.
Sepa lector, este trabajador de prensa asume ante usted el compromiso de investigar el misterio que rodea a la bandera que se aprobó en 1991, un mes antes de la finalización del mandato de Cafiero y de la cual se conserva al menos un ejemplar que se puede visitar en el Archivo Histórico y Museo del Servicio Penitenciario Bonaerense.
Se sabe que en 1990 se decide hacer la bandera, que para ello se convoca a comisión a ciertos funcionarios y burócratas de carrera y que para fines del 91 entregan el diseño que es promulgado como bandera oficial de la provincia de Buenos Aires.
Se dice que se mandaron a hacer varios ejemplares y que los mismos luego fueron quemados o guardados. No hay muchos mas datos de relevancia.