No habrá más penas ni olvido
03 de mayo de 2025
En el cruce de historias, en la superposición de cuadros, en poner una realidad sobre otra, tal vez, encontremos algún indicio de verdad.
Juan Moreira, luego de dos dÃas de calabozo, se dirige a visitar al pulpero Sardetti.
-Buenas don Sardetti…
-Ma´que… ¡Pero!
-El teniente alcalde me ha dicho que yo sabÃa firmar. Cosa e´ brujo, vea, ¿porque sabe?, hasta ahora mis manos solo sirvieron pa´ arrear ganado ajeno, pa´ trabajar la tierra de otro, ¡y pa´ no aguantar el manoseo de ningún hijo e´puta!
[Muere Sardetti]
En algunos pueblos de la provincia de Buenos Aires se da la particularidad que el nombre de la estación difiere del nombre de la localidad, siempre alguno de esos nombres se impone y deja al otro en el olvido. En el partido de Tandil existe una particularidad más sobre la antes mencionada, no hay olvido, los dos nombres se utilizan por igual para referirse a la localidad, incluso se mencionan juntos, MarÃa Ignacia- Vela, el primero, nombre del pueblo, el segundo, de la estación de trenes. Es común pensar que el nombre del pueblo y la estación es MarÃa Ignacia Vela pero la señora del nombre no tiene nada que ver con el fulano del apellido.
MarÃa Ignacia MartÃnez de Hoz Fernández de Agüero fue la esposa de Vicente Eladio Casares RodrÃguez Rojo, ambos de prominente fortuna, dieron una basta descendencia a la oligarquÃa local siendo su primogénito tal vez el de mayor renombre en la familia, Vicente Lorenzo, por ser el fundador de La Martona, puntal de la industria lechera en nuestro paÃs.
Vicente Lorenzo Casares es quien dona las tierras y hace el loteo para que nazca el pueblo que, como homenaje, llevarÃa el nombre de su madre.
En el caso de Vela, Pedro era un oriental que cruzó el charco alrededor de 1815, muy hábil para los negocios se instaló, al cabo de unos años, en las inmediaciones del Fuerte Independencia de Tandil, junto a su hermano Felipe se hicieron pulperos, proveedores y prestamistas de la guarnición militar que atajaba malones entre las sierras.
“Además de la venta de mercaderÃas de distinto tipo, necesarias para la manutención de los pobladores y de la guarnición, la casa de negocio sirvió a los Vela para realizar adelantos al Comandante del Fuerte. Este libraba letras a favor del comercio local a cambio de adelantos en dinero, que se utilizaban tanto para el pago de los sueldos como también para afrontar gastos imprevistos como la compra de ganado destinado al abasto local”. [1]
“Junto con el adelanto de dinero y la venta de provisiones, los Vela sumaron a su negocio el del transporte. Desde 1823 cargaban en sus carretas pertrechos militares desde y hacia los fuertes de la nueva lÃnea de frontera”. (ibidem)
Según el estudio citado la fortuna de don Pedro creció astronómicamente, se puede decir que ese crecimiento fue gracias al tesón del emprendedor, pero romantizar el tráfico de influencias, la usura y la corrupción no está bien, dejémoselo a otros.
Los Vela, donaron las tierras para que se instale la estación de trenes en MarÃa Ignacia, pero pidieron que se llame Vela y no MarÃa Ignacia, no sea cosa que el porvenir olvidé la generosidad de unos y exalte la de otros.
Cuenta la anécdota que el turco Cafrune, en cierta ocasión, fue presentado ante una dama nobiliaria en España, quien terciaba en el encuentro, al presentar a la señora ante el cantor dijo que ella acababa de donar tierras para que el ayuntamiento construya un parque allÃ. Cafrune respondió: ¿donó o devolvió?
La Martona fue creada en Cañuelas, como dijimos, por Vicente Casares. Sobre la ruta 205 a la altura de la localidad que homenajea a don Vicente existÃa una confiterÃa de la firma láctea que era la delicia de pueblerinos y visitantes, fue un verdadero éxito durante varias décadas.
Uno de los tantos mozos que allà trabajó fue Armando Sosa, Pibe, que tuvo ese como otros oficios a lo largo de su vida. Pero el trabajo al cual dedicó su vida y por el cual pudo jubilarse fue el de empleado de Teléfonos del Estado llegando a ser jefe de estación algunos años antes del retiro.
Era él quien al hablarme de MarÃa Ignacia- Vela me hacÃa el guion en el aire con el dedo Ãndice, lo sabÃa ya que fue uno de sus destinos telefónicos allá por la década del 70.
Los caminos, destinos y devenires de unos y otros suelen cruzarse, unos van con la necesidad del salario y otros con la avaricia de la acumulación. Los laburantes esperando volver a casa, los oligarcas buscando su nombre en un cartel.
[1] Poseo únicamente sesenta y una leguas... Reflexiones en torno a los patrones de acumulación de un terrateniente temprano (Pedro Vela 1820 -1860). Mosse, Valeria.
https://cdsa.aacademica.org/000-006/52.pdf