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La Scaloneta, creadores y dueños de su era


05 de abril de 2025

La contundente victoria por 4 a 1 ante la selección brasilera en el Monumental, obliga a repensar cuál es el papel de la Argentina en este contexto mundial. Una generación que logró romper la pared de los fracasos, unificó al futbol argentino y sus diferentes ideologías pero por sobre todo, darle alegría a un pueblo azotado por la clase política. Donde no hay plata para comer, la selección regala sonrisas para que la panza no duela tanto.

Agustin Vangelista

El futbol en nuestro país es una construcción cultural, desde la práctica del mismo hasta la fundación de los clubes que perduran en la actualidad, los argentinos nos vemos atravesados por el futbol desde varios factores, uno de ellos es el ideológico.

Cesar Luis Menotti, primer entrenador campeón con la Selección Argentina en el mundial 1978, propuso una corriente de pensamiento sobre cómo ver el futbol. Esta escuela se caracteriza por el juego vistoso y elegante, la asociación de pases, tenencia de la pelota y prioriza la forma de ganar por sobre el resultado. Luego del fracaso en el mundial de España 1982, la AFA realizó un cambio extremo con respecto a la escuela que representaba el Flaco.

Carlos Salvador Bilardo fue el segundo técnico campeón del seleccionado nacional, en México 86 y con un Maradona conductor, logró la segunda estrella para nuestro país y, con eso también, el advenimiento de otra corriente de pensamiento: el bilardismo. Esta escuela se caracteriza por priorizar el resultado sobre las formas, enfatiza la preparación física y mental de los jugadores, trabajo en equipo, táctica y disciplina.

Como dentro de nuestra vida se encuentra el futbol (y porque es la vida misma) nos hemos visto envueltos en discusiones sobre qué forma de jugar debía imponerse en nuestra selección para cosechar nuevas victorias y mantener el prestigio de la Argentina en el futbol mundial.

Muchos han sido los técnicos que se pusieron el buzo de la selección, pero la llegada de un cuerpo técnico distinto, hizo que las cosas cambien para siempre hasta nuestra actualidad. Leonel Scaloni, Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala fueron jugadores muy identificados con la selección desde sus inicios. Formaron parte de la generación dorada de las juveniles, donde fueron artífices de las consagraciones con Pekerman a la cabeza de varias competiciones internacionales. Otro dato importante, es que, al llegar al seleccionado mayor, vivieron la peor etapa de los cruces ante Brasil, tanto en eliminatorias como por Copa América, tropezaron varias veces ante la Canarinha.

La prehistoria de este proceso histórico comienza con el Torneo Internacional sub 20 de la Alcudia. Donde la selección juvenil al mando de Scaloni y Aimar se consagraría campeona al derrotar en la final a Rusia. Este buen rendimiento llevaría al oriundo de Pujato y su cuerpo técnico a hacerse cargo de la mayor. Con un fuerte sentido de pertenencia, aprendiendo de los errores como ocurrió en 2002 (donde Marcelo Bielsa confió en los jugadores que habían obtenido el pase al mundial con un rendimiento excepcional en las eliminatorias, pero no llegando óptimos al compromiso de Corea y Japón) inició un ciclo que nos llevaría hasta estos días. En el camino de la línea de tiempo, podemos hablar de la decepción de la Copa América 2019, donde se empezó a ver un seleccionado con nombres nuevos, recambio generacional y una forma de juego más aguerrida con Lionel Messi a la cabeza.

El 2021 fue el año de quiebre. Después de 28 años, la Argentina se coronaria con un nuevo título en el Maracaná ante Brasil. La decimoquinta conquista americana en las vitrinas de la AFA, rompía también con la sequía de victorias ante el Scratch. Esta victoria trajo aparejado el desahogo de los hinchas albicelestes que, cansados de darse constantemente la cabeza contra la pared, azotados por una pandemia y una clase política ajena a sus intereses, en las gambetas de Messi, la entrega de De Paul, el “Mira que te cómo, hermano” del Dibu y los huevos del Cuti Romero con un equipo bailando al compás de la danza de la victoria, volvieron a tener momentos para sonreír.

Luego llegaría la obtención de la Finalissima 2022 ante Italia en Wembley, en la previa del Mundial de Qatar, con una forma de juego consolidada, llegamos a diciembre ilusionados por ganar la tercera, por ser campeones mundiales.

Qatar 2022 fue el sueño del cual no quisimos despertarnos nunca, en este suceso de la línea de tiempo, se caracteriza algo que va más allá del futbol. Durante toda la copa hasta la final contra Francia, se vio la llegada del DT a sus jugadores, el gran manejo de grupo y que los jugadores no solo convencidos con su idea, sino desde todos los aspectos matan por Scaloni y por la Argentina. Conscientes de la camiseta que visten, hicieron nuevamente felices a un pueblo, que en la demostración de amor y movilización más grande que se haya visto a nivel mundial, quedó demostrado que, en ningún punto del globo, se vive el futbol como lo vivimos nosotros los argentinos. Ese día no hubo grieta, no hubo diferencias y salió lo mejor de nosotros. Cómo no recordar y adorar a aquellas personas que en un campo de juego lograron lo que ningún político en casi 10 años.

A la Scaloneta no le alcanzó con la tercera estrella y siguieron rompiendo records y destrozando a los brasileros. Por la fecha 6 de las eliminatorias al próximo mundial de Estados Unidos, México y Canadá, Argentina le propino la primera derrota a Brasil por eliminatorias en su tierra, cuando Nicolás Otamendi sentencio el 1 a 0. Volvió a dar vuelta el historial a favor de Argentina con 41 victorias, mientras que 39 son para la Auriverde. La selección fue bicampeona de América ante Colombia en Estados Unidos, derrotando a los cafeteros por 1 a 0 con gol de Lautaro Martínez.

En la actualidad, con el pasado baile a los brazucas en el Monumental por 4 a 1 y ya clasificado al próximo mundial con todavía varias fechas por jugar, es necesario analizar lo que genera este equipo. Desde hace 6 años es la mejor selección del mundo, revalidándolo en cada competencia que disputan, dando vuelta la taba en Sudamérica, donde rompieron con el predominio brasilero y posicionaron a nuestro país como la selección más importante. El formato de dirección técnica colectiva, con Scaloni a la cabeza, creó un grupo fuerte, que prioriza a la selección ante cualquier cosa. Su juego se destaca en la voracidad por recuperar la pelota lo más alto posible. Si no lo consigue, corren y dejan la vida hasta conseguirlo, jamás se repliegan. Es un equipo muy volátil, porque del medio para adelante ha cambiado muchas veces. Un proyecto armado no para Messi, sino para que Messi pueda sentirse cómodo sin depender constantemente de él, donde sus compañeros dan la cara por el capitán. Ha jugado con 9 de área, sin referencia, con Lio libre, con Di María en su momento por derecha o por izquierda. Cambia radicalmente según el rival que le toca enfrentar y analiza minuciosamente cada detalle antes de salir. Ha jugado con doble pivot, con tres mediocampistas y con 4 volantes.

Más allá de estas características, a la hora de declarar el seleccionador argentino aclara en todo momento la importancia de los anteriores campeones del mundo con la selección y la importancia de sus enseñanzas y aprendizajes. Sacó el Menotti o Bilardo, para que sea Menotti y Bilardo. En un país donde la grieta es profunda, en el futbol la selección la cierra de la manera más madura posible. La representación del hincha en la cancha, donde la generación nacida en los noventa (como el caso de quien escribe) está viviendo alegrías máximas donde antes había penas y frustraciones, viendo a la Argentina en la cima del futbol mundial, donde antes se colocaba Brasil o los europeos, con predominio sudamericano siendo el más campeón de América con 16 copas, y con la ilusión intacta de seguir cumpliendo sueños.

Agustin Vangelista

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