Hijo de fuego
07 de junio de 2025
El pasado domingo se estrenó en la ciudad de Buenos Aires la obra Hijo de fuego, unipersonal inspirado en el libro de Laura Bonaparte, El mundo guarda silencio, la tragedia de Cañuelas.
El 12 de junio de 1976 los bomberos voluntarios de Cañuelas acudieron a la localidad de Alejandro Petión para sofocar un incendio que estaba sucediendo en las inmediaciones del camping de SMATA, el fuego eran siete personas asesinadas y quemadas, una era una mujer embarazada, con su vientre estallado por el calor y su niño por nacer, también muerto, pero aun unidos por el cordón umbilical.
Tener que escribir el párrafo anterior es espantoso; buscar información, leer y releer las atrocidades que la última dictadura hizo con treinta mil detenidos, desaparecidos y torturados encuentra reparo cuando vemos que todo ese horror perpetuo puede narrarse de forma poética, ser libro, ser obra de teatro, ser actuación que expresa todo aquello pero no lo dice.
Hijo de fuego es una posibilidad de que este mundo sea un poco más amable y por ello, al ir a verla, no solo encontraremos un excelente libro de Juan Manuel Rizzi y una actuación superlativa de Mariano Aufranc sino que además podremos tejer una red de sensaciones y reflexiones que nos permiten mirar las cosas desde otro lado.
Laura Bonaparte de Bruschtein fue una destacada psicóloga que además de sus trabajos de vanguardia (por los cuales un hospital de salud mental lleva su nombre) fue vÃctima del terrorismo de Estado, tres hijos, dos yernos y una nuera fueron desaparecidos al igual que el padre de ellos, Santiago Bruschtein; Luis, otro de sus hijos, es periodista y subdirector de Pagina 12.
Uno de los siete cuerpos encontrados en Cañuelas en junio del ´76 era el de Santiago, movilizada por esa tragedia publica a principios de los noventa El mundo guarda silencio, la tragedia de Cañuelas.
En diálogo con InfoNativa, Luis Bruschtein expresaba acerca de las sensaciones al ver la obra:
Fui muy a la defensiva porque siempre es doloroso remover esas historias, cuando estas se refieren a mi familia, ¿no? Y sobre todo a mi papá.
Toda lo referido al hecho de la masacre está tratado con mucho respeto, incluso creo que lo bajan un poco para no usarlo como golpe bajo.
Pero yo creo que está bien porque la historia de los cuerpos que encontraron en Cañuelas, detrás del predio de SMATA es muy dura y ellos la tratan con mucha altura, quizá a costa de perder un poco de fuerza dramática, porque bueno, es muy duro.
Mi madre hizo un montón de cosas, pero siempre fue perfil muy bajo; ella escribió ese libro, se lo publicó una editorial chiquita, es una edición que tuvo poca circulación y la verdad que los textos son valiosos de ese libro que se llama El mundo guarda silencio, la tragedia de Cañuelas.
A mà me gustó mucho la obra, porque además el texto quedó como un texto muy fuerte y la actuación me pareció muy, muy buena: hay un manejo del cuerpo, hay un manejo de las voces… la verdad que me sorprendió esa capacidad de transformarse en distintos personajes, con voces distintas, con relatos distintos...
Me impresionó muy bien la obra.
Mariano Aufranc es el encargado de llevar adelante cuatro monólogos; con gran ductilidad y calidad interpretativa nos muestra a Celeste, cuidador del camping de SMATA, al bombero, a Mamá y a Jesús para llevarnos por narraciones que asoman al horror pero que nunca lo es; sabemos que ahà hay horror, tragedia y muerte, pero encontramos a la vida luchando, a la vida siendo un instante de fulgor capaz de atravesar el tiempo y vencer al terror.
Juan Manuel Rizzi, autor y director de la obra nos contaba acerca del proceso creativo y la realización de Hijo de fuego:
¿Cómo aparece el hecho de la tragedia de forma lo suficientemente relevante en tu vida como para decidir escribir una obra sobre eso?
Bueno, aparece en distintos momentos, por capas, entre lo personal, lo que moviliza de manera inconsciente y lo que uno quiere investigar. Creo que el primer momento fue el hallazgo del libro de Laura Bonaparte en una mesa de saldos, descubrirlo agotado, apenas leÃdo en Cañuelas, y era probablemente la primera novela importante de acá. Pero serÃa poco si no fuera por los hechos y cómo los cuenta, eligiendo la metáfora, el sÃmbolo y lo filosófico ante la imposibilidad personal de narrar el horror. El segundo momento fue el que intento escribir en mi poemario La Quema de 2017, del que la obra tiene pasajes, y me sale un capÃtulo sobre el fuego de la Inquisición que mata a Giordano Bruno y el poema dedicado a Esteban Reimer que suponemos vivió sus últimos dÃas en el centro clandestino El Infierno de Avellaneda. Ya tenÃa el fuego, pero seguÃa sin escribir estos hechos hasta que llegó la propuesta de Mariano.
¿Cuál fue el disparador para pensar que aquello se podÃa plasmar en una obra teatral, cómo aparece la poética en torno al hecho (o al libro)?
La obra teatral viene después, al disparador lo tenÃa. Me daba vuelta en la cabeza y no dejaba descansar la poesÃa que el niño pudo dar una respiración, después de explotar la panza de la madre por el fuego. Y es Juan Gelman quien lo escribe en una crónica sobre los hechos: "pasó de la vida a la muerte en un instante". Si hay un argumento en mi poema, es ese.
Existe una forma de expresar la adhesión a las causas de derechos humanos y denuncia de los crÃmenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura militar que se encuentra contenida dentro de los movimientos de derechos humanos, organizaciones polÃticas y culturales, grupos artÃsticos y parece difÃcil pensar que puedan existir expresiones por fuera de ese circuito, de esos cánones. ¿SentÃs que tu libro está en ese continente o va un poco por fuera de eso?
Lo que hacemos con nuestra obra de teatro está perfectamente dentro de eso, solo que a nuestra manera. HabÃa algunos elementos en mi dramaturgia que debatimos incluir o no. Por ejemplo, el pañuelo blanco, en una escena, que podÃa ser un sÃmbolo más dentro del universo de la madre. Mariano provisoriamente lo dejó afuera, porque le parecÃa que era material de otro territorio, y al final no quedó. Otro tanto pasó con las crónicas en off que en el taller de Marina Jurberg que compartimos con otras compañeras consideraban que podÃan no estar, y yo defendà porque me parecÃa que le deban anclaje si no en Cañuelas en el universo grande de los desaparecidos.
Al momento de escribir, ¿siempre proyectaste la obra como unipersonal? ¿Cómo fue el proceso de pensar, estudiar y escribir el libro a la realización concreta de la obra?
La propuesta del unipersonal viene de Mariano Aufranc, luego de que trabajáramos juntos en el proyecto más colectivo de ¿Cómo ha dormido, general? Desde ese momento me puse a releer el libro de Bonaparte y el mÃo para dar forma a los personajes, pero sabiendo que era una creación nueva. El género monólogos se impuso por sà mismo. Justo en la Biblioteca de Cañuelas, Marina Jurberg –formadora de dramaturgxs- daba un taller y ahà tuve la oportunidad de desarrollar la disciplina de escribir semana a semana hasta terminarla. Celeste, el encargado del camping, es el único que tiene textos de Laura Bonaparte. Con la mamá y Jesús querÃa libertad total en la escritura, y asà lo hice. El bombero es otra creación nuestra, y es el más atravesado por la oralidad cañuelense, pese –o por- su cinismo que Mariano interpreta desde su formación de clown. Lo más general es que yo querÃa escribir una obra que fuera un solo poema para cuatro personajes. Y creo que eso también se nota en lo que halagaron como la metamorfosis de los personajes saliendo de un solo cascarón.
¿Qué se le propone al espectador con la obra, a qué se lo invita cuando ve la obra?
Es lo que se ve y van a sentir en cada función. Con Mariano nos encanta la reflexión, pero eso está antes o después. Como dijo Peter Brook, renovador del teatro shakesperiano, no hay ideas fijas ni mensajes, se trata de que el espectador sienta, y cuando siente, comprende.
Hijo de fuego se puede ver este domingo a las 19.00 en Belisario Club de Cultura, Av. Corrientes 1624 ciudad de Buenos Aires.
Aquà las entradas: https://www.alternativateatral.com/obra95225-hijo-de-fuego
Ficha técnico artÃstica
Dramaturgia: Juan Manuel Rizzi
Actúan: Mariano Aufranc
Voz en Off: Gladys Amundarain, Mario Castelló, Cristian Cirigliano, Susana Del Buono, Germán Hergenrether, Telma Martines
Luces: Virginia La Iacona, Lautaro Mazzocchi
Música original: Juan Pablo Yorston
Sonido: Virginia La Iacona, Lautaro Mazzocchi
Dirección: Mariano Aufranc, Juan Manuel Rizzi
Duración: 60 minutos