Dar testimonio en tiempos difÃciles
07 de junio de 2025
“Rara felicidad de los tiempos en los que se puede decir lo que se siente y sentir lo que se quiere.” (Cornelio Tácito)
Con esa frase, un 7 de Junio de 1810, Mariano Moreno encabezaba la primera edición de la Gaceta de Buenos Aires.
Un 25 de Mayo, pero de 1938, el CÃrculo de la Prensa de Córdoba organizó en esa provincia el primer Congreso Nacional de trabajadores de la prensa, oportunidad en la que los periodistas argentinos decidieron tener su propio dÃa, y fijaron el 7 de Junio como la fecha para recordarlo.
Pero ni una cosa ni la otra, son tan importantes como la historia detrás del caprichoso calendario.
Mas allá de su aporte a la construcción de una prensa nacional, Mariano Moreno trasciende su época por su condición de revolucionario.
La Gaceta de Buenos Aires era el órgano de prensa de la Junta de Gobierno revolucionaria, y Mariano Moreno era un militante polÃtico que por el camino de la organización y la acumulación de poder, intentaba profundizar las transforaciones sociales y económicas de la época, para no dejar atrapada a la Revolución de Mayo en meras intenciones de un cambio administrativo.
“Yo he visto llorar muchos hombres por la infamia con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando a las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar a 1.560 hombres ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás cuarteles de la ciudad” escribió en una crónica de las invasiones inglesas, exhibiendo el amor por la Patria que forjaron una identidad revolucionaria.
Testimonió en su tiempo, dejando tareas para el futuro cuando sostuvo que “las fortunas agigantadas en pocas manos, a proporción de lo grande de un estado, no sólo son perniciosas sino que sirven de ruina a la sociedad civil, no solamente cuando en su poder absorben el jugo de todos los ramos de un estado, sino cuando en nada remedian las grandes necesidades de los infinitos miembros de una sociedad”.
El CÃrculo de Prensa de Córdoba, aquel 25 de mayo de 1938, no produjo un congreso nacional de periodistas argentinos para fijar una fecha en el calendario, o para discutir el cuidado estético de los productos periodÃsticos de la época. “Por entonces, lo que aquellos periodistas pretendÃan era un marco legal acorde con las transformaciones que habÃan convertido la producción de la noticia es un negocio monumental e impune, amparado en protecciones y prebendas que se justificaban con el escudo de la libertad de expresión. Aquellos periodistas se hicieron entonces una pregunta clave: ¿son las empresas las que garantizan ese derecho social? ¿O se amparan en él para defender sus privilegios?” recordaba MU en una reseña del 7 de junio hace algunos años.
En aquel congreso se gestó el primer borrador del Estatuto del Periodista, que terminarÃa cristalizandose en un decreto del 25 de marzo de 1944 a través del cual Juan Domingo Perón discutÃa internamente con el gobierno que integraba, donde se consolidaban las voces que forjaron el decreto 18407 a través del cual se censuraba la producción periodistica de determinados medios.
Un decreto de censura dictado por el gobierno de Pedro Pablo Ramirez, que terminaba por amuchar los intereses de empresarios y periodistas en defensa de la libertad de expresión, era transformado por Perón en uno de los primeros mojones de las profundas reformas laborales que otorgarÃan identidad a un proyecto polÃtico que aún sigue siendo una revolución inconclusa en nuestra Patria.
“¿Cómo un decreto de censura permanente fue derogado por otro que consagraba el Estatuto del Periodista Profesional? La respuesta tiene nombre y apellido: Juan Domingo Perón. El joven coronel que, desde el Departamento Nacional del Trabajo, venÃa gestando un intento de acercamiento a la prensa” señala James Cane en su obra “prensa y peronismo”.
“Las razones de la temprana inclusión de los periodistas en esta primera ola de reformas laborales no son difÃciles de imaginar. Los periodistas ocupaban una posición clave en la producción y circulación de dos ‘mercancÃas’ fundamentales para la elaboración de cualquier proyecto polÃtico: información e ideologÃa” señala en su obra.
Información e ideologÃa. En tiempos en los que la información circula intencionalmente en cantidad e intensidad que hace imposible su procesamiento adecuado, expuesta por personajes que ignoran lo que informan y carecen de la mÃnima regla ética y moral que los obligarÃa a chequear lo que dicen con la realidad, todo eso circulando en un desierto ideológico en la producción polÃtica nacional y en un páramo de racionalidad que asombra y asusta, nos marcan el tamaño de los desafÃos de este presente, para aquellos que abrazan el desafÃo de dar testimonio en tiempos difÃciles, como combustible para alimentar un proyecto polÃtico y convencidos de que no hay forma de pensar los desafÃos de una prensa libre, sin organización polÃtica, gremial y social para garantizarla.
Para quienes aportamos nuestro grano de arena desde InfoNativa, no querÃamos dejar de poner en palabras el conjunto de convicciones que nos atraviesan este 7 de junio, como fecha del calendario que nos invita a la reflexión de lo que somos, lo que hacemos y lo que provocamos con nuestro aporte.
El periodismo atraviesa desafìos enormes. “Es libre o es una farsa”, nos repite desde la historia el eterno Rodolfo Walsh. Libre de las grandes corporaciones o las empresas que con la fachada de la modernidad, esconden idénticas pretensiones semióticas. Modelos de negocios que precisan periodistas sin ningún tipo de valor moral, que puedan comunicar una cosa u otra según las necesidades del patrón. Que puedan condenar el oficio a la noticia efÃmera, al contenido incomprobable, a la certeza irrefutable moldeada en los algorÃtmos de las nuevas tecnologÃas.
Libre de las corporaciones que se sienten dueñas de la libertad de expresión y condenan a la censura el pensamiento de la trabajadora o el trabajador de prensa. Libre de las grandes empresas que diseñan las curriculas profesionales de la academia, que hegemonizan la producción de contenidos para transformar al periodismo en una práctica mecánica orientada a vender información.
El periodismo vacÃo de valores, la tiranÃa estética por sobre la ética, la información mecanizada de noticias producidas como chorizo por una sola usina de pensamiento, la proliferación de mentiras, el silenciamiento de los padecimientos, sueños y esperanzas de las mayorÃas, el ocultamiento de la organización popular como herramienta para la acción polÃtica, la cobertura sistémica de rumores y pasilleos de una clase politica para reducir la democracia a la opinión de un puñado de fulanos que pretenden reducir la polÃtica a su capacidad de facturación.
En tiempos en que la comunicación realza la estética de lo individual y ésta se impone por sobre la construcción de una comunicación colectiva y al servicio de una convicción ideológica, es tiempo de reafirmar desafÃos.
El desafÃo de pensar la comunicación como un derecho y no como el negocio de un puñado de grandes corporaciones mediáticas que consolidan su posición monopólica para moldear un pensamiento único que legitime la dependencia económica, la injusticia social y la entrega de nuestra soberanÃa.
El desafÃo de pensar la comunicación como el trabajo de los miles y miles de laburantes de prensa que no pueden llevar un plato de comida arriba de la mesa, ejerciendo su oficio.
El desafÃo de pensar una comunicación cooperativa en la que las trabajadoras y trabajadores de prensa que asumen la propiedad de sus medios de producción no sean condenados a la asfixia económica y el estancamiento productivo.
El desafÃo de pensar un sistema de medios públicos que engrandezca la Nación, que le otorgue protagonismo a sus trabajadoras y trabajadores que hoy ven amenazados sus puestos de trabajo en Telam, la TV Pública, Radio Nacional y el conjunto de los medios públicos.
Para eso, la comunicación es un terriotorio de disputa, y ahà andaremos, como también decÃa Walsh, fieles al compromiso de dar testimonio en tiempos difÃciles.