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Colonialismo siglo XXI: el país que configura Milei


09 de noviembre de 2024

El colonialismo de datos combina las prácticas extractivas depredadoras del colonialismo histórico con los métodos abstractos de cuantificación provenientes de la matemática que se aplica en la ciencia de la computación. Resulta clave entender la actual dependencia que ha producido el capitalismo con este nuevo tipo de apropiación, que funciona en cada punto del espacio donde las personas o las cosas están vinculadas a las infraestructuras de conexión. La apropiación de la vida humana a través de los datos está en pleno desarrollo. Es prioridad resistir el colonialismo de datos que está en curso.

Alfredo Moreno

El presidente Milei disocia la realidad virtual de la realidad analógica de nuestra Argentina empobrecida. Se expresa sin filtros y con violencia antidemocrática y actúa a través de su avatar (león) conectado al Metaverso para postear sus sentencias de enfurecimiento y desconexión con el mundo real. Metaverso es una plataforma basada en software donde converge la realidad virtual y la realidad aumentada y las personas se identifican a través de un avatar. Milei vive y se promociona diariamente en este contexto, configurando el país en un modelo colonial siglo XXI basado en las grandes corporaciones digitales y energéticas que toman la Argentina como una infraestructura donde extraer minerales, energías y datos sin regulaciones por parte del Estado y dejando a sus habitantes en manos de las corporaciones digitales.

Los inventores, inversores y comercializadores de la tecnología han presentado las redes sociales y la inteligencia artificial (IA) como una forma de progreso inevitable. Pero, el correr del tiempo, vemos que estas herramientas, lejos de mejorarnos, han disminuido nuestra capacidad de atención y nuestro pensamiento profundo. La inseguridad que provocan ha complicado incluso la acción política y la vida democrática, donde algunos se refugian detrás de las pantallas para fomentar y agitar el odio y la violencia o buscan la simplicidad de la narrativa polarizadora. Pese a la creciente evidencia del daño, los tecnólogos niegan estos efectos nocivos, como señala Turkle Sherry.[1]

A diferencia de la Revolución Industrial y las transformaciones iniciales producidas por las computadoras, la IA trae consigo la aniquilación de trabajos a gran escala. Solo por ahora, quedarán en pie los trabajos artesanales, asistentes personales del cuidado, la salud y el amor. El modelo de uberización expone la configuración de la economía de plataformas digitales, donde la IA produce mediante ciencia de datos la personalización de los servicios que “facilitan” la vida humana.

La IA —disciplina de base matemática organizada en diferentes modelos de algoritmos (árboles de decisión, redes neuronales, regresión lineal, etc.)— permite, ingesta de datos mediante, el análisis de un campo específico, como el historial del reembolso de préstamos para tomar una decisión en un caso específico: otorgar o no un préstamo a un individuo. En este caso, la IA maximiza las ganancias del prestamista.

Estos procesos, conformados por modelos de algoritmos y datos, pueden superar a los seres humanos en varias tareas determinadas.

El panorama empezó a cambiar a finales del siglo XX. Con la ampliación continua del ancho de banda de internet, los multiformatos disponibles para procesar cantidades masivas de datos, junto con el aumento de la potencia de cálculo de las computadoras, es posible un entrenamiento creciente de los algoritmos para la IA.

Ahora podemos hacer lo mismo que antes, pero mil millones de veces más rápido. Los algoritmos son capaces de probar seiscientos mil millones de veces una misma combinación de datos hasta darnos el resultado óptimo. La supercomputación es el artífice de este cambio. El procesamiento en paralelo y la nanotecnología aplicada a la producción y chips permite potencias de cálculo asombrosos.

La arquitectura de una supercomputadora (computación de alto rendimiento) es capaz de emular el cerebro humano para alcanzar picos de 228 billones de operaciones sinápticas por segundo. Se estima que nuestro cerebro es capaz de realizar unos 10.000 billones de cálculos por segundo. Por el momento seguimos teniendo la delantera en la comparación humano versus computación de alto rendimiento.

El magnate de la tecnología Elon Musk inicio la construcción de una supercomputadora para respaldar el desarrollo de su empresa de IA. La supercomputadora será cuatro veces más grande que los mayores dispositivos de clústeres GPU (Unidad de Procesamiento Gráfico) que existen en la actualidad, como los usados por Meta (Facebook, WhatsApp e Instagram) para entrenar a sus modelos de IA. La supercomputadora, conocida como “gigafábricade computación”, se utilizará para entrenar la última versión del chatbot Grok y los vehículos autónomos Tesla.

En 2022, ChatGPT, la innovadora herramienta de inteligencia artificial generativa de OpenAI, irrumpió en el mercado generando una fuerte competencia entre gigantes de la tecnología como Microsoft o Google, así como entre filiales de Meta o empresas emergentes como Anthropic o Stability AI. Musk es uno de los pocos inversionistas en el mundo con el suficiente capital para competir con OpenAI, Google o Meta en el liderazgo del mercado de IA.

En la era del capitalismo de la vigilancia[i], cualquier corporación puede tener acceso a volúmenes masivos de datos sobre prácticamente todas las personas que habitan el territorio digital. Este es uno de los argumentos más poderosos para el uso de Big Data y el entrenamiento continuo de los algoritmos de IA. Pero estos datos están poco contextualizados, y a menudo, se recogen y utilizan sin tener en cuenta sus efectos colaterales.[2]

Los algoritmos de IA se están convirtiendo en algo omnipresente en la sociedad actual, pero se suelen ofrecer como “cajas negras”. También como secretos comerciales, propiedad intelectual de los gigantes tecnológicos, muy valiosos para discutirlos abiertamente. Por otro lado, los modelos que los gobiernan se basan a menudo en suposiciones sesgadas, y en conjuntos de datos recogidos de una “realidad” que dista mucho de ser “real”.

 

 

El modelo político que está desarrollando el presidente Milei crea las condiciones políticas, económicas y culturales para que la redefinición del mundo digital no considere el rol de los Estados como reguladores y cuidados de su población. Es una iniciativa de colonización siglo XXI. El nuevo opio para los ciudadanos es “sentirnos dueños” de nuestro tiempo a pesar de la pérdida de derechos laborales y sociales como se puede ver en los contratos de las plataformas digitales y sus trabajadores fantasmas.

Así como en el siglo pasado las grandes potencias se lanzaron en una carrera para llegar a la Luna, en la actualidad la batalla se libra en la inteligencia artificial. Estudios recientes afirman que esta podría generar quince billones de dólares adicionales para el año 2030, lo que haría aumentar el PIB mundial en un 1,2 % anual.

La mayoría del dinero que produce la IA está asociado a la producción de Estados Unidos y China.

La IA es una industria insignia de la economía digital, ya que el incremento de datos mejora sus productos. Así, mientras mejor sean sus productos, la IA podrá recabar más datos; mientras más datos pueda recabar, podrá atraer más talento; mientas más talento pueda atraer, mejor serán sus productos. Es un círculo virtuoso, donde Estados Unidos y China ya tienen amasados talentos y la participación en el mercado. Así se construyen los liderazgo mundiales en esta industria.

La empresa china de reconocimiento de voz iFlytek y varias empresas chinas de reconocimiento facial como Megvii y SenseTime se han vuelto líderes de la industria. La Sociedad China de Ingenieros Automotrices proyecta que, en 2030, el 20 % de los automóviles vendidos en aquel mercado serán totalmente autónomos y el 70 % incorporarán aplicaciones de conducción asistida.

Estados Unidos potencia el desarrollo y operación de vehículos autónomos, con corporaciones como Google, Tesla y Uber. En el mercado de internet para el consumidor, hay siete empresas estadounidenses y chinas (Google, Facebook, Microsoft, Amazon, Baidu, Alibaba y Tencent) que están utilizando la IA de forma exhaustiva y están expandiendo sus operaciones a otros países, con lo cual básicamente se están adueñando de esos mercados.

La producción de resultados de la IA depende de la energía eléctrica. Esta tecnología necesita de una arquitectura de supercomputación que necesita ser enfriada constantemente para satisfacer las demandas de los usuarios. A saber, la industria de la producción de electricidad y calor ha propiciado un aumento significativo del 46 % en las emisiones globales. La IA será el motor principal de la duplicación prevista de la demanda mundial de electricidad y gran aumento en el consumo de agua para los centros de datos en el período 2026.

El estudio de la Universidad de California, Riverside en 2023, mostró que el uso de agua potable para entrenar los algoritmos de IA de ChatGPT en Estados Unidos fue de setecientos mil litros en un año; equivalente a fabricar unos 370 BMW o 320 autos Tesla.

Las estimados a futuro son más preocupantes. El mismo estudio indica que la demanda mundial de IA puede llegar a ser responsable de 4.2 a 6.6 mil millones de metros cúbicos de agua para 2027, lo que sería aproximadamente la extracción anual total de agua de Dinamarca o la mitad del Reino Unido.

Por ahora no hay suficiente información para calcular con exactitud la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que producen IA como ChatGPT, pero algunos cálculos la ubican como responsable de emitir 8,4 toneladas por año.

Esta cifra se compara con otros cálculos de lo producido por un humano promedio que equivaldría a cuatro toneladas al año ubicando a las IA como unos de motores que acelera la crisis climática global.

Las alertas, que presentan estudios como el de la Universidad de California, también se traduce en una medida más cercana al uso personal de ChatGPT. Por ejemplo, por cada diez consultas que se le hagan a este modelo de inteligencia artificial, se consume una botella de agua de medio litro. Si tenemos que a finales de 2023 se calculaba que esta IA recibía más de diez millones de consultas por día, esto quiere decir que por lo menos se consumen un millón de botellas de agua cada día al usar ChatGPT.

El consumo energético de los supercomputadores que hacen posible el entrenamiento y mejora de la IA Generativa y el flujo de datos en Internet, es el principal factor que influye en su huella de carbono.

La demanda de IA está creciendo aceleradamente, con ChatGPT que consiguió un millón de usuarios en los primeros cinco días de su lanzamiento en noviembre de 2023. Se espera que esta IA crezca un 37 % de 2023 a 2030, según Grand View Research, empresa de inteligencia de mercado.

Las empresas de alta tecnología buscan fábricas de chips y ubicaciones de centros de datos fuera de Estados Unidos, sobre todo en América Latina. “Los países latinoamericanos suelen tener menos regulaciones ambientales que Estados Unidos y Europa; la energía y el agua son más baratas”, le comentó a Mongabay Sebastián Lehuedé, profesor de ética, IA y Sociedad del Departamento de Humanidades Digitales del King’s College de Londres.

Milei privatiza el 5G y produce nuevos pobres digitales

Los cien megahertz de Arsat destinados a las telecomunicaciones 5G para ciencia y tecnología en los ámbitos de salud y educación y los cincuenta de Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom) son entregados al sector privado para ampliar la concentración de las nuevas prestaciones que brindará a quienes puedan pagar la nueva red con base en 5G. Además, anuncio la relicitación para dar conectividad a dieciséis mil contratos que actualmente tiene la empresa de bandera Arsat.

Ampliar las competencias del sector privado debilitando las posibilidades del sector público, donde el Estado se queda sin bandas de frecuencias para el desarrollo del 5G, muestra claramente la orientación de las políticas de colonización siglo XXI del gobierno actual. En esta línea siguen prometiendo «seguir trabajando en la desregulación y apertura de mercado y corrección de cualquier distorsión existente en la prestación del servicio».

Las promesas se van cumpliendo y el gobierno genera nuevos pobres. Los pobres digitales. Desregular los servicios de internet, telefonía móvil, TV por cable como lo hizo el gobierno del presidente Milei por el Decreto 302/2024 es limitar el acceso a gran parte de la población argentina. En la era donde la conectividad es parte de la canasta básica tecnológica, es hablar de nuevos pobres, los pobres digitales; el acceso es privativo sin un Estado que regule.

La intervención del Enacom por 180 días dejó como saldo que las empresas de telecomunicaciones aumentaron sus servicios un 24,7 % durante enero en promedio y poco más del 29 % en febrero, dependiendo del servicio y la operadora. En marzo el aumento mide un 15 % potenciándose para abril ya que las empresas de telecomunicaciones consideran que las tarifas tienen atrasos a normalizar.

La decisión de intervenir el Enacom en enero pasado, organismo encargado de regular los servicios de comunicación, fue «en consonancia con los lineamientos» del DNU 70/2023, dictado en diciembre pasado «para afianzar el proceso de desregulación iniciado en el sector», indicaron los considerandos del decreto 89/2024. 

Ademá, las empresas Telecom, Telefónica y Claro (telcos), acaban de lograr un nuevo DNU (302/2024) por parte del Gobierno nacional. El mencionado DNU libera las tarifas y deja al Enacom como un actor decorativo, cerrando delegaciones y despidiendo gran parte de sus trabajadores y a la población en total estado de indefensión en cuanto a tarifas.

Juan Martín Ozores, interventor del organismo regulador insistió en el plan de desregulación como promesa para el mercado. El funcionario declaro «Queremos facilitarle el trabajo a la industria de telecomunicaciones, bajo la premisa de generar un marco normativo que facilite su desarrollo». Y agregó: «Avanzaremos en aliviar la carga y hacer que la industria pueda hacer bien su trabajo y mejore al mismo tiempo su performance económico. Buscaremos que la industria vuelva a tener negocios saludables, que puedan invertir y que eso redunde en mejores servicios».

Anular el DNU 690/2020 decretado por el presidente Alberto Fernández en plena pandemia, es terminar con el derecho a una Internet como servicio público esencial. El DNU que procuraba evitar los abusos de las empresas en materia tarifaria, fue muy resistido por las empresas del mercado de telecomunicaciones, presentaciones y amparos judiciales a medida de los intereses de las telcos coronaron en noviembre del 2023 cuando la Cámara Contencioso Administrativo Federal declaró la nulidad del Decreto.

Gustavo López, exvicepresidente del organismo de contralor, aseguró en torno a la intervención del ente que «impide que los tres representantes del Congreso, que son enviados al directorio del Enacom, estén. Es decir, cancelan el debate público y no hay representación parlamentaria de las minorías […] No quieren que se sepa qué hacen o dejan de hacer. Y acá estamos hablando de decisiones que tienen que ver con la libertad de expresión, con el derecho a la comunicación y con el derecho de los usuarios de tener un precio justo de internet», agregó en recientes declaraciones en radio AM750.

En Argentina, la canasta básica tecnológica se ha convertido en un nuevo indicador de la desigualdad, la misma, incluye elementos como teléfonos celulares, tablets, notebooks, abono mensual de internet y abono mensual de telefonía celular, que se han vuelto indispensables para la vida diaria. Las medidas del gobierno del presidente Milei deja a muchas familias argentinas, sin poder acceder a estos recursos imprescindibles en la sociedad del conocimiento.

Las cifras son alarmantes: según el último estudio publicado por el INDEC (tercer trimestre de 2023), casi el 10 % de los hogares argentinos todavía no tiene acceso a internet fijo, mientras que casi el 40 % de los hogares de nuestro país no tiene siquiera un PC o notebook en sus casas. Por otro lado, casi el 90 % de las familias argentinas tiene al menos un teléfono celular en sus hogares. Esta situación genera una brecha digital que separa a las familias en dos mundos: los que tienen acceso a la información y las herramientas digitales, y los que no.

El ombudsman de la provincia de Formosa, José Leonardo Gialluca, afirmó que, en un contexto de crisis generalizada, con alta inflación, conflictividad social, por los despidos y eliminación de las delegaciones del Enacom en todo el país, «las empresas hablan de atrasos muy importantes, por lo cual, los usuarios sufrirán importantes incrementos en las próximas facturas»,lo cual, profundizará la brecha digital en todo el país.

Cuando se habla de derechos humanos debemos asociarlos a conceptos como libertad, democracia, igualdad, entre otros ya que se trata de involucrar a la ciudadanía en las decisiones que le atañen directamente a ella.

El derecho a Internet fue reconocido como derecho humano por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La información y el derecho a la expresión o manifestación de las ideas requieren de mecanismos de transparencia que pasan obligadamente por las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC).

El 4 de julio de 2018, la ONU adoptó la resolución sobre los derechos humanos en Internet; las nuevas tecnologías de la información y comunicación son elementos clave para la promoción, protección y disfrute de los derechos humanos en Internet. La resolución refuerza la trascendencia de la protección y garantías para el ejercicio de los derechos humanos en línea.

El documento oficial reconoció los derechos de las personas a estar protegidos en Internet, en particular la libertad de expresión. De conformidad con el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, exhortó a los Estados a que promuevan y faciliten el acceso a Internet y el desarrollo de medios de comunicación en todos los países.

Decidió seguir examinando la promoción, la protección y el disfrute de los derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de expresión, en Internet y en otras tecnologías, así como la forma en que Internet puede ser un instrumento importante para el desarrollo y para el ejercicio de los derechos humanos.

Para el organismo internacional, el acelerado crecimiento de las tecnologías debe verse como una oportunidad para reforzar el derecho humano de la libre expresión.

En la argentina de Milei, la brecha digital se agranda y produce nuevos pobres digitales. Los que puedan acceder a la canasta básica tecnológica podrán alfabetizarse y desarrollarse en el mundo digital, los excluidos por estas políticas de libre mercado (concentrado) quedaran fuera de la sociedad de la información y del conocimiento.

 

Alfredo Moreno

Alfredo Moreno es profesor en Tecnologías de la Información en Univ. Nac. de Moreno. Ingeniero TIC en ARSAT.  Integrante de la red PLACTS

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