Campeones otra vez de la mano de los clubes de barrio
20 de julio de 2024
La selección argentina de fútbol se alzó con el trofeo continental por 16° vez en la historia del deporte sudamericano, con la complicidad de 26 futbolistas surgidos de las instituciones barriales, en donde el potrero era el pergamino para escribir la magia a través de las gambetas y también las atajadas que nos llevaron a bordar tres estrellas por encima del escudo.
Ilustración: Antonella Berardoni // instagram: @toneberardoni
En la antesala de la final de la Copa América 2024 disputada en los Estados Unidos, el presidente Javier Milei subió a su cuenta de twitter un posteo donde nuevamente se mostraba a favor de las Sociedades Anónimas Deportivas y de su llegada al fútbol argentino, pero con la particularidad de usar al plantel campeón del mundo como excusa. En el mismo se veía al 11 habitual que para Lionel Scaloni pero con los escudos de los equipos en donde juega respectivamente cada jugador. “Si AFA se opone a las Sociedades Anónimas Deportivas ¿por qué motivo permite que el plantel titular provenga de estas sociedades? ¿Acaso será que los resultados son importantes y las SADs tienen a los mejores? No más socialismo pobrista en el fútbol. VLLC", expresó el Presidente en su cuenta de la red social.
Asimismo, es importante recalcar de dónde salió cada jugador que hoy integra una de las selecciones argentinas más exitosas de la historia de nuestro fútbol, los invito a repasar cada club de barrio que le dio un lugar donde distenderse a cada chico con sueños que hoy en día están más que cumplidos.
Las manos santas de Emiliano Martínez que hicieron gloriosa a una Nación entera con pura argentinidad, salieron del Club General Urquiza de Mar del Plata, sus séquitos como lo son Franco Armani y Gerónimo Rulli, empezaron con sus atajadas en Aprendices Casildenses y Ateneo Popular de La Plata, respectivamente.
Los hombres que defienden al país con sus propias armas dentro del verde césped, que no dudan en ir a trabar con la cabeza como lo hace Nicolas Otamendi que empezó a dar sus primeros pasos en el club Villa Real. La dupla que componen el “Licha” Martínez y el “Cuti” Romero que se afianzó en esta Copa América, tuvieron la dicha de arrancar sus primeros pasos con la pelota en Club Urquiza de Gualeguay y en San Lorenzo de Córdoba respectivamente.
La banda derecha comandada por el pibe de los baldíos, Gonzalo Montiel, el chico que salió del potrero donde soñó con patear el penal definitorio para la gloria mundialista, también comenzó en un club de barrio como lo es El Tala de González Catán. Su compañero de banda, Nahuel Molina, se crio en el Club Náutico Fitz Simón de la ciudad de Embalse. ¿Quién diría que, en ese club, saldría un pibe que haría un gol para comandar la selección a una semifinal?
Cambiamos la pelota de frente y nos depositamos en la banda izquierda, mezclada por los clubes más grandes de Avellaneda, que son asociaciones civiles. Nicolás Tagliafico, quien se destacó en su paso por Independiente, inició su camino en el fútbol en el Club Villa Calzada. Asimismo, Marcos Acuña, quien tuvo su mejor versión en Racing Club, salió de Don Bosco de su Zapala natal, un club donde jugó hasta los 13 años marcando una etapa en su vida.
Ahora paramos la pelota en la mitad de cancha, y arrancamos con el motorcito de la selección argentina, polémico y extravagante pero campeón de todo en fin, Rodrigo De Paul, señoras y señores, un jugador quien lleva el barrio en sus venas, dio sus primeros toques con la pelota en Deportivo Belgrano de Sarandí, donde se desempeñó hasta los 8 años para luego empezar a jugar en el Predio “Tita Matiussi” de Racing Club, un complejo tan especial donde las SAD no pudieron con él. Otro de los principales precursores de la “Scaloneta”, como lo es Leandro Paredes, comenzó jugando en el Club Barrial La Justina. Este mediocampo que se jactó de experiencia a través de dichos jugadores, también necesito un poco de juventud, de la mano de Enzo Fernández, un chico que a sus 22 años ya cumplió el sueño del pibe pero que dicho sueño empezó de la mano del Club La Recova. Asimismo, su compañero de dupla, Alexis Mac Allister, hijo del reconocido ex-jugador de Boca Juniors, también inició su camino en este maravilloso deporte en un club de barrio, como lo es el Club Social y Deportivo Parque, para luego depositar sus sueños en la Asociación Atlética Argentinos Juniors del barrio de La Paternal.
Ya atajamos la pelota, salimos jugando con los defensores, las distribuimos por todo el mediocampo para finalmente llegar al área rival y que el esférico de 32 paneles choque contra la red. Esta tarea es usualmente necesidad de los delanteros que merodean el área, como antes hurgaban en el barro de los potreros. Comenzamos con la “araña”, Julián Álvarez, nacido en Calchin, un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba, y fue allí donde comenzó a romper las primeras redes en el Club Atlético Calchin. El gol que nos dió el bicampeonato de América fue obra de Lautaro Martínez, un pibe que se crio jugando en Liniers de Bahía Blanca para luego brillar en Racing Club, y dejar un legado imborrable en el predio Tita Matiussi de la institución de Avellaneda, un predio construido y administrado por los socios del club.
Llegó el turno de nombrar al de los goles importantes, quien lamentablemente el pasado domingo disputó su último partido con la camiseta albiceleste y se despidió por la puerta grande levantando otro trofeo, hablo de Ángel Di Maria, un jugador que arrancó a soñar en las canchas de “El Torito”, club de barrio de quizá una de las ciudades más futboleras del país, Rosario. Esta misma ciudad vio nacer a Lionel Andrés Messi, un chiquito que tuvo la mala fortuna de llegar a este mundo con problemas de crecimiento, pero esto no le impidió para empezar a codearse con gigantes jugando en categorías mayores a él, pero humillándolos en el barro del potrero del Club Abanderado Grandoli.
Ahora mismo todos estos futbolistas podrán jugar en instituciones que se convirtieron en Sociedades Anónimas Deportivas, pero si los clubes de barrio no existiesen, quizá estos jugadores no hubiesen llegado al lugar en donde hoy están situados. Asimismo hay que recalcar que las tareas de estos clubes de barrio, son mucho más amplias que solamente organizar un partido, sino que cumplen una tarea social e inclusiva, como por ejemplo es alejar a los chicos de los peligros de la calle y brindarles una pelota que significa muchísimo más que solo 90 minutos de fútbol.
Bordamos la tercera estrella en nuestra camiseta gracias a los clubes de barrio que les abrieron la puerta a estos chicos que hoy se convirtieron en gigantes.