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Una falla en el sistema


16 de marzo de 2024

El formateo de la Argentina se está realizando sin sancionar leyes ni consolidar institucionalmente un decreto. Sin designar funcionarios y echando a los designados. Argentina registra una falla en el sistema, y el tiempo juega en favor de un puñado de multinacionales que están devastando la economía nacional. El paréntesis Milei y la necesidad pensar una agenda que involucre las frustraciones de este tiempo y piense las conquistas a dibujar en el horizonte de lo que se necesita.

Fernando Gomez

El experimiento político impuesto en la Argentina es una auténtica falla en el sistema que marcha sobre ruedas. ¿No lo cree? Mírelo con sus propios ojos:

En el primer trimestre de 2024 el poder de compra del salario mínimo cayó 30% respecto a 2023.

Una familia necesita cinco salarios mínimos para no quedar atrapada en la estadística de la pobreza. Con dos salarios mínimos, no le escapan a la línea de la indigencia. Según el Indec, que anda con los números acogotados por el rigor estadístico de Marco Lavagna.

La pobreza es un escándalo, la mida quién la mida. 50,2% dice la Universidad Católica Argentina; 46,3% dice la gente de la Universidad Torcuato Di Tella (UTdT).

En enero y en febrero, los fondos destinados a pagar jubilaciones fueron los que más se ajustaron. Por primera vez en la historia se pagó más plata de intereses de la deuda a los tenedores de bonos que todo el dinero gastado para pagar jubilaciones.

La recesión que arrancó en diciembre se profundiza. Cayeron los números de la actividad en la industria, pero también en comercio y la construcción.

En enero, hace mes y medio atrás, el 21% de las empresas había despedido trabajadores, según informó la propia Unión Industrial Argentina.

2300 proyectos de obra pública paralizado en 23 provincias del país.

El Estado desmantelado, retirado de la resolución de los problemas cotidianos de millones de compatriotas.

La inflación fue del 256% anualizado y desde el gobierno lo celebran.

El experimiento instaurado en la Argentina venía a hacer exactamente esto. No otra cosa. Ésto.

Javier Milei es el exabrupto político que funciona como un paréntesis abierto en nuestra historia, que edifica una retórica que reivindica su programa de miseria de manera desvergonzada, sin registrar la necesidad de mentir para justificar el salvajismo que se despliega sobre la casi absoluta mayoría de los que pisan este suelo.

El formateo de la Argentina se está realizando, además, sin haber logrado sancionar una sola ley. Sin lograr consolidar un miserable decreto en términos institucionales. Sin designar funcionarios o echando a los pocos designados por desencuentros ocasionales en una red social. Argentina registra una falla en el sistema, que no funciona en ninguno de los rincones por donde se lo mire, y el tiempo juega en favor de un puñado de multinacionales que están devastando la economía nacional para engordar sus nutridos balances.

Las multinacionales están de fiesta. La inflación en dólares es sencillamente insólita. El kilo de arroz blanco aumentó en dólares el 113% y el paquete de un kilo de harina 103%. Los fideos secos se duplicaron valuados en dólares. 68% en dólares aumentó el sachet de leche.

“La desregulación de precios que dispuso el gobierno de Javier Milei fue rápidamente aprovechada por compañías que ostentan posiciones dominantes en sus respectivos mercados“ señala con acierto el periodista David Cufre. 

Unilever, la multinacional que es líder en la Argentina en productos de limpieza y artículos de tocador, junto a Procter & Gamble (P&G), otra empresa global con marcas igualmente reconocidas en esos segmentos, fueron las principales responsables del aumento sideral del rubro Bienes y servicios varios del índice de inflación de enero. En solo un mes hicieron saltar los precios de esos rubros de consumo masivo en un 44,4 por ciento, para estirar la suba anual a 311,4 por ciento.

Arcor, que concentra la producción de galletitas con Bagley y domina el mercado de enlatados; La Serenísima, en lácteos; Bimbo, en panificados; Celusal y Dos Anclas, en sal; más Personal, Movistar y Claro, en servicios de internet, telefonía y televisión por cable; más OSDE y Swiss Medical, como referentes de las prepagas, forman parte del lote de grandes empresas que encabezaron los aumentos del mes pasado. Son los que se enriquecen con la inflación. Los que se quedan con la tuya.

Y como remate, para combatir los precios de los productos que mide el Indec, puestos en góndola por las multinacionales que cartelizan la producción de alimentos de consumo masivo en la Argentina, a la banda impuesta en el Ministerio de Economía, no se le ocurre mejor idea que comenzar a importar alimentos.

Los únicos que pierden en el asunto son los productores y las PyMES que elaboran productos o subproductos para el abasto de las grandes empresas que elaboran los productos masivos. Una historia repetida, en la que los precios no bajan, los costos aumentan, se multiplica la concentraciòn y, a la larga, el trabajo argentino empieza a destrozarse para asegurar las bondades del mercado liberado.

Y todo con dos resoluciones.

Mientras todo eso ocurre, la extranjerización de nuestros bienes comunes avanza en forma consolidada. Desde la burda decisión británica de ampliar su zona económica exclusiva violando toda normativa internacional, hasta la vulgar exhibición colonial de sacar a pasear norteamericanos para pedirles que supervicen la mayor vía fluvial de comercio exterior en todo el contintente.

El desmantelamiento de la política energética del país y la aceleración de la extracción de los recursos estratégicos, evidencia que el destino de nuestra riqueza tiene un lugar afuera de nuestro bienestar.

Actos de vasallaje en forma descarada nutren el protocolo de una nueva casta de enajenados mentales que ocupan muy transitoriamente los nichos del Estado para su propio beneficio. Gozan del aislamiento que le depara el resto del sistema político, que juegan a naturalizar que Milei es un presidente, que cuenta con una fuerza política, y que las circunstancias que rodean su comportamiento, guardan alguna relación con las efectivas decisiones que se toman para ejecutar una planificación que deja a los programas de miseria planificada del FMI como un bálsamo liberal.

El sainete del rechazo del DNU en el Congreso, las contradicciones que exhibieron el presidente y su vice, los laberintos de imbecilidades en que se pierden Milei y su circo de lelos, no dejan de reconocerle el atributo de Presidente a un tipo absolutamente cagado de la cabeza, que exhibe el desmoronamiento actual que padece el funcionamiento democrático de nuestro país.

Aprovechando la inercia que provoca el paréntesis abierto por la presidencia de Milei, el diseño de respuesta policial a la creciente marginalidad social, presentada como combate institucional al crimen organizado, va dando puntadas en un mapa que se pretende sincrónico con el formateo de Ecuador, que encuentra en El Salvador un modelo a seguir, apenas por haber observado videos de Bukele que tienen el mismo apego con la realidad que los diseños con inteligencia artificial que exhiben a Milei como un leon hormonizado.

La torpeza de Bullrich, y la pulsión de su marido por los negocios, operan como catalizador de las pretensiones geopolíticas que tiene Estados Unidos para diseñar un modelo continental de identificar como bandas armadas, cárteles de narcotráfico o crimen organizado, en los subproductos de la marginalidad que nace de la miseria acumulada en el linaje de nuestros pueblos.

Algo así como aquello que nos enseñaba Eduardo Galeano, cuando hace 50 años atrás decía “Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios”.

 

¿Y entonces?

Leopoldo Marechal enseñaba que “el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragios. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido, bueno sería entonces buscar esas botellas y refrescar esas memorias”.  Ojalá siga teniendo razón el maestro.

Por lo pronto, lo que es de toda evidencia, que aquella premisa que nos pretendieron imponer como mantra y que rezaba que la ideología tenía que ser sacrificada en el altar del pragmatismo para poder construir un proyecto político de mayorías, es una chantada que algunos filibusteros usaron para llevar al peronismo a su desnaturalización absoluta.

El paréntesis Milei se va a cerrar. Seguramente con mucho dramatismo. Se cerrará mas temprano o más tarde. Lo intentarán cerrar en condiciones de mantener el formateo impuesto con la mayor extensión de daño posible. Intentarán imponer las condiciones de la continuidad de un sistema que intentará corregir su propia falla. ¿Quiénes? Los mismos a los que el experimento impuesto les anda funcionando de mil maravillas.

Así como hay quién está pensando noche y día cómo se mantiene en manos extranjeras la mayor cantidad de bienes comunes en el país una vez que se cierre el paréntesis Milei, necesitamos construir sentido colectivo con nuestro pueblo para que pongamos en manos nacionales todo lo que hoy tributa riqueza afuera de nuestra frontera.

Nacionalizar el comercio exterior, recuperar nuestras vías navegables, pensar un despliegue del Estado para conducir el despliegue económico principal de una planificación que pretenda desarrollar la industria, sustituir importaciones y recuperar las obras estratégicas para un mejor vivir, dejó de ser un berretín ideológico, para transformarse en una urgencia política.

Hay millones de compatriotas dando pelea para no caer en la tragedia social que inunda los distintos rincones de nuestra Patria. La gran tarea es acompañar esa lucha, buscar el sentido colectivo y pensar una agenda que involucre las frustraciones de este tiempo y piense las conquistas a dibujar en el horizonte de lo que se necesita.

Está oscura la noche, lo que no señala que esté lejos la alborada.

 

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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