Trump, Milei y el modelo Bukele
29 de marzo de 2025
Poco más de un mes después de la oferta que Nayib Bukele hizo a Marco Rubio, secretario de Estado de Trump, para acoger convictos de Estados Unidos en la megacárcel de máxima seguridad CECOT, el primer vuelo aterrizó en El Salvador. En él viajaban 261 personas, salvadoreños y venezolanos. Con guardias sujetándolos del cabello y la nuca, los hombres fueron conducidos por una pasarela en medio de un pequeño ejército de personal de seguridad con cascos y chalecos antibalas, y luego escoltados como parte de un convoy militarizado por carreteras selváticas hasta las imponentes puertas de CECOT, la prisión de máxima seguridad más grande del mundo.
Con un video de producción casi cinematográfica, el propio Bukele, que se autodefine como “el dictador más genial del mundo”, alardeó en sus redes de eficiencia y cero tolerancia contra el crimen, mostrando imágenes de la llegada de estas personas al CECOT. En la grabación se ve a hombres con grilletes que bajaban de un avión con una dramática banda sonora electrónica y entraban a la prisión, donde les rapaban la cabeza. Bukele también se burló del juez estadounidense que ordenó sin éxito que se suspendieran los vuelos, “Uy… demasiado tarde”, con un emoticon de risa. Marco Rubio compartió el video, al igual que Elon Musk, y Trump le dio las gracias a Bukele en internet, diciendo: “¡No olvidaremos!
Las personas deportadas a El Salvador, fueron expulsadas de EE. UU. después de aplicárseles la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798 por pertenecer supuestamente a organizaciones criminales. Se trata de una ley que permite las deportaciones sin celebración de audiencia y que solo se ha invocado tres veces en la historia del país, las tres en tiempos de guerra. Una portavoz de la Casa Blanca dijo que El Salvador recibirá 6 millones de dólares por acoger a los deportados venezolanos, sin ofrecer pruebas ni los nombres de los detenidos.
El Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT), que fue inaugurado el 31 de enero de 2023, fue presentado a los salvadoreños en cadena nacional de radio y televisión, como “la cárcel más grande de toda América”. “Tendrá espacio para 40.000 terroristas, quienes estarán incomunicados del mundo exterior”, afirmó en ese entonces Bukele.
La cárcel está ubicada en una extensión de 116 hectáreas, de las cuales 23 pertenecen a edificios de la prisión. Incluye pabellones de confinamiento de reos, sistema de videovigilancia, control de acceso con escáner corporal y de paquetes, cerco eléctrico de 2,1 km de longitud, celdas de castigo y 19 torres de vigilancia. Las instalaciones están rodeadas por dos cercos perimetrales de seguridad con malla ciclón, totalmente electrificados y dos muros de concreto armado. El techo de las celdas es una malla en rombos con filo para evitar que los presos se puedan colgar y sirve de plataforma desde la cual los custodios los vigilan. No hay ventanas, ventiladores o extractores. La controlan 1.000 custodios, 250 efectivos de la Policía Nacional Civil (PNC) y 600 miembros de las Fuerzas Armadas se encargan de cuidar el anillo exterior.
El traslado de prisioneros a la siniestra CECOT es una flagrante violacion de los DDHH, ¿De qué delitos se acusa exactamente a estas personas? ¿Cuáles son las pruebas? ¿Qué derecho a la defensa se les garantiza? Estados Unidos ha trasladado de manera sumaria e ilegal a estos cientos de inmigrantes a El Salvador, donde están recluidos en un sistema penitenciario conocido por su brutalidad. Se encuentran bajo un régimen de excepción, ya que desde 2022, quedaron suspendidos los derechos fundamentales para la población, como el de ser asistido por un abogado en caso de detención, el de ser informado de los motivos de la detención o el de la inviolabilidad de las comunicaciones.
Desde que asumió Bukele, el gobierno arrestó a unas 85 mil personas. Muchos de los detenidos han desaparecido en el sistema penitenciario, el CECOT es un moridero de concreto y de acero, donde se aplica de hecho la pena de muerte a través de las condiciones de reclusión extremas. Organizaciones de derechos humanos locales e internacionales han denunciado casos de muertes, torturas y detenciones arbitrarias y han advertido que más del 90% de las personas, no tienen causa y están en prisión sin sentencia.
Trump le ha dado un espaldarazo internacional a las políticas punitivistas de Bukele, es innegable su intencionalidad política y una señal hacia todos los inmigrantes, la cifra de deportados es insignificante en un país cuya población carcelaria asciende a casi dos millones, le interesa sentar un precedente que tiene como referencia las brutales condiciones imperantes en la prisión de Guantánamo, pero allí son las propias fuerzas militares de EEUU las que actúan. Esta acción va a fortalecer la internacionalización de su modelo, donde todo vale y está justificado en razón de la seguridad. Para las ultraderechas el modelo de un vertedero carcelario para deportados es un horizonte alternativo, y para muchos conservadores estadounidenses, la transformación autoritaria de El Salvador es algo que anhelan para su propio país. En muchos sentidos, se puede inferir que ya empieza a aplicarse un modelo que escala a un nivel extremo la doctrina de Tolerancia Cero, utilizada en Nueva York por el ex alcalde Rudolph Giuliani durante los años 90 y que fue tomada como paradigma en otras ciudades del mundo.
Bukele se considera a sí mismo como un experto mundial en el tema represivo, ya sea frente a la violencia criminal como ante la protesta social. Luego de la represión salvaje de a los jubilados el 12 de marzo, Bukele se comunicó con Bullrich para ofrecerle ayuda. También se involucró en una polémica con la presidenta de México Claudia Sheimbaun a quien con la soberbia que lo caracteriza le señaló cómo debería actuar ante los grupos narcos en ese país.
Las políticas de mano dura tienen muchos adeptos y admiradores en todo el mundo. La imagen de “Bukele ya está aquí”, se multiplica en varios países donde la violencia represiva se extiende sin límites. Se trata de un sistema que retrotrae todos los avances logrados en materia penal y social, imponiendo una lógica medieval, donde los prisioneros eran encerrados en calabozos hasta morir. Solo hay castigo, sin políticas públicas para la prevención, la rehabilitación y la reinserción, ni se propone enfrentar las causas sociales y económicas que llevan a los jóvenes a delinquir.
Javier Milei y Nayib Bukele han manifestado en reiteradas ocasiones su mutua empatía. El presidente argentino admira el modelo de El Salvador y el centroamericano ve en el ultraderechista “un amigo del que tiene la mejor impresión del mundo”. Milei participó el 1 de junio del año pasado en la ceremonia con la que Bukele dio inicio a un segundo mandato, revalidado por el 84,6 % de los votos, pese a la prohibición constitucional para la reelección. El salvadoreño retribuyó el gesto con una visita de Estado en septiembre. En esa ocasión la ministra de seguridad, la represora Bullrich, no escatimó su admiración por el visitante y su modelo “que ha hecho de El salvador uno de los países más seguros del continente”, frase que repetía ante cada presentación del invitado. Milei declaró en esa oportunidad “se encuentra en Argentina el presidente mejor valorado en todo el mundo”, obviando como era previsible toda referencia a los informes sobre abusos y violaciones a los derechos humanos denunciados por organismos internacionales. Devolviendo gentilezas, Bukele declaró en esa oportunidad refiriéndose a Milei: “Me encanta lo que hace, somos amigos y vamos a lograr cosas buenas para ambos países”
La sintonía de Bukele con las políticas de Milei excede el ámbito de las políticas represivas. Su gestión gubernamental también se ha caracterizado por el ocultamiento y manipulación de información pública, la promoción de acciones destinadas a socavar el espacio cívico y la militarización de la seguridad pública. Bukele, al igual que Milei, gobierna a través de decretos, eliminó la ley a favor de la transparencia y contra la corrupción, suprimió programas sociales como Ciudad Mujer, cerró escuelas, eliminó programas para los jóvenes, impuso impuestos a los trabajadores y se los quitó a la oligarquía. Según Bukele, la violencia contra las mujeres ya no es una prioridad, “ahora que el problema de las pandillas ha sido eliminado”, por lo que recortó drásticamente las medidas existentes contra la violencia de género.
No es casual que tanto Bukele como Milei sean entusiastas del criptocapitalismo Después de cuatros años de haber aprobado el Bitcoin como la principal moneda de circulación legal (fue el primer país del mundo en hacerlo) Bukele tuvo que admitir su fracaso y derogó el decreto que le dio curso. Lo que sí siguen en curso son los juicios y la repulsa nacional e internacional por la estafa perpetrada con la criptomoneda de Milei y sus socios.