Saliendo de la Trampa
21 de diciembre de 2024
Un nuevo capÃtulo en esta saga de aportes indispensables para el debate polÃtico que nos ofrece Enrique Mario MartÃnez desde las páginas de la plataforma de debate Las Tres Consignas.
En un documento anterior –“El norte y el sur …”– creo haber caracterizado el elemento estructural del capitalismo que genera los escenarios polÃticos actuales, en que el capital financiero ejerce el poder por sobre las otras formas del capital y condiciona con fuerza al poder polÃtico, aún de las grandes potencias.
El tema es de tal complejidad que hace falta revisar varias facetas en paralelo para luego contar con una senda de salida, que nos permita volver a creer en la independencia económica, la soberanÃa polÃtica y la justicia social como consignas posibles.
Para bucear en un plano poco trabajado, quiero examinar los condicionantes que tiene el capital financiero para ganar la voluntad de electorados masivos y asà conseguir que sus representantes ganen elecciones.
Sumar voluntades en ámbitos reducidos, de cualquier nivel de poder, podrÃa considerarse un ejercicio simple para un financista con una billetera generosa.
Sumar adhesiones masivas en un electorado, por el contrario, no es nada simple. El financista y su socio el rentista, no agregan valor con su actividad. Si son exitosos, será porque consiguen que se le transfiera valor agregado por otros, sean éstos empresarios o trabajadores. Es una actividad de suma cero: lo que yo gano, lo perdés vos.
Por lo tanto, nadie podrÃa hacer una campaña polÃtica con esa consigna. Debe mentir; debe disfrazar su objetivo detrás de banderas que interesen a los demás, a la vez que oculten sus reales propósitos. Y adicionalmente, debe conseguir que fracasen los oponentes que estén gobernando.
Aparece un aspecto interesante y poco discutido: es condición necesaria para perfeccionar la trampa proclamar que se respetan valores y aspiraciones de las mayorÃas sociales y a la vez que los adversarios polÃticos no lo hacen.
¿Cuáles son esos valores y/o aspiraciones?
Debemos diferenciar subjetividades. Para simplificar, habrÃa dos colectivos: el de los sectores pudientes y el de las clases medias empobrecidas, los pobres definidos y los indigentes.
En el caso de éstos últimos, las miradas dominantes son:
Como valor: La honestidad y la austeridad en el desempeño de los funcionarios públicos, porque se parte de la base que no puede administrar el bien común quien se apropia de recursos comunitarios que servirÃan para acercarse a ese bien común.
Como aspiración: Tener trabajo; que ese trabajo genere un ingreso digno; ascender en la imaginaria escala social.
En el caso de los sectores con mayor patrimonio e ingresos:
Como valor: La propiedad privada y la libertad para disponer de ella.
Como aspiración: La continuidad en el crecimiento del patrimonio.
El neoliberalismo, que más y más es representación nÃtida de la prédica de los sectores financieros, busca la sÃntesis de las dos subjetividades sociales. Dirigiéndose a cumplir los objetivos de los más ricos, avisa a los más pobres que cuando a aquellos les vaya bien, les derramará los que ellos esperan.
Allà está la mentira núcleo del discurso, de la cual se derivan todas las demás.
La continuidad en el crecimiento del patrimonio de los más ricos, en la práctica concreta, se vincula cada vez menos con inversiones productivas, que puedan generar trabajo tradicional y que mediante el recurso de la puja distributiva pudieran dar una horizonte positivo a una fracción importante de la población. Por el contrario, las opciones preferidas son la acumulación financiera, la renta inmobiliaria y caminos similares. Todas son actividades de suma cero, en que quienes la ejercen, se apropian de valor agregado a la economÃa por otros.
El derrame prometido no llega ni llegará nunca.
Cumpliendo con la vocación de plantear estos temas para que otros los enriquezcan debatiendo sobre ellos, el interrogante que quiero encarar a continuación es: En tal contexto, ¿qué debieran hacer quienes quieren una sociedad más justa?
Analicemos dos escenarios distintos:
- Sin administrar un espacio de gobierno.
- Gobernando la Nación o una provincia o incluso un municipio.
ACTUANDO FUERA DEL GOBIERNO
Todos aquellos que damos un lugar trascendente en nuestro plan de vida a la construcción de una sociedad más justa debemos ajustar nuestra capacidad de entender las razones por las que Argentina se encuentra en crisis permanente y cómo esas crisis tienen mutaciones alrededor de un eje causal principal: la condición neocolonial del paÃs.
Sin embargo, esta necesidad de asumir nuestra historia en términos estructurales, tiene una obligación paralela que es diseñar e implementar caminos para que los sectores sociales perjudicados por el actual estado de cosas puedan intentar atender las necesidades comunitarias desde el seno del pueblo mismo y a escala de su propia vida, sin esperar que una explicación de los problemas sea suficiente para resolverlos.
Esto es: que la aspiración de tener trabajo digno y con él sostener una vida que sea mejor año a año, no debe limitarse a reclamar esos escenarios al gobierno.
Eso quiere decir varias cosas y necesita que se respondan varias preguntas.
¿Cómo se puede mejorar la satisfacción de necesidades básicas a través de la organización popular?
¿Cuáles son las alianzas a lo largo de las cadenas de valor alimentarias o de indumentaria o de tantas otras que hacen a nuestra vida cotidiana que pueden hacernos vivir mejor?
¿Cómo agrupamos los saberes; conseguimos la tierra, la tecnologÃa y/o el capital necesario?
En el mundo se han diseminado formas de cooperación en el seno de la comunidad que están prácticamente ausentes aquÃ.
La agricultura apoyada por la comunidad, en que grupos de consumidores financian a productores de frutas, hortalizas o productos de granja, cobrándose con productos.
Los grupos de consumidores que se vinculan de manera regular con grupos de proveedores, eludiendo la intermediación de las grandes comercializadoras masivas.
Las cooperativas de vivienda propia.
Los proyectos de industrialización de pequeña dimensión, financiados por fondos de inversión para pequeños aportantes.
Cada uno de esos frentes se podrÃa desarrollar con gran potencia si fueran asumidos por un gobierno, pero en ausencia de éste, no sólo pueden ser implementados en base a la cooperación ciudadana sino que se trata de ejercicios que por un lado preparan a los involucrados en caso de acceder a la función pública, pero además pueden tener resultados concretos más allá de la escala y estos logros pueden interpelar a quienes ejercen el gobierno, reorientando polÃticas públicas.
En verdad, hay numerosos ejemplos especÃficos de que eso sucede asÃ, no solo del mundo central sino también sudamericanos, a los cuales se puede recurrir en busca de asistencia técnica.
EN FUNCIÓN DE GOBIERNO
Omito aquà el análisis de lo que deberÃa y podrÃa hacer un gobierno nacional para atender las necesidades comunitarias, porque es claro que en este momento histórico en que la hegemonÃa del poder financiero es muy fuerte, se tratarÃa de un oxÃmoron. Y queremos pensar en situaciones factibles hoy y ahora, mientras aumenta la lucidez colectiva que nos lleve a un gobierno con más vocación popular.
Un gobierno popular debe promover las acciones resumidas más arriba y además debe actuar con intensidad en dos planos bien diferenciados de la polÃtica, pero que a la vez se articulan con fuerza:
- Atacar las causas de la dependencia colonial, encontrando un equilibrio con la necesaria contención social de las y los compatriotas más castigados como consecuencia de esa dependencia.
- Tener muy presentes los valores dominantes en la subjetividad de pudientes y no pudientes y priorizar los caminos que eviten entrar en contradicción flagrante con ellos. Lo que se conoce como “batalla cultural” es un espacio bien complejo, que no se debe confundir con la pelea entre dos catecismos, donde el triunfo depende de cuantos adherentes hay de un lado y de otro. Se trata, en cambio, de llegar a la claridad conceptual de lo que conviene a la comunidad y a sus miembros, para poder predicar esos caminos a los que estamos y sobre todo a los que van llegando a la discusión.
Basta releer los dos párrafos anteriores para admitir que se trata de dos temas que ameritan sumergirse en análisis y -ojalá – debates posteriores de extrema importancia para la ciudadanÃa.
Por el momento lo dejamos acá, para que quienes hayan leÃdo lo que antecede se animen a sumarse a la reflexión.