Ricardo Iorio, la voz de los de abajo
26 de octubre de 2024
Algunas reflexiones a un año de la partida fÃsica de Ricardo Iorio.
“No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo, y
acomete feroz, ya mal herido”
Almafuerte
Con estos versos del poeta matancero Pedro Bonifacio Palacios, más conocido por su seudónimo literario de Almafuerte, quisiera evocar la figura de Ricardo Iorio a un año de su partida física. O, si se quiere, qué significa él, en tiempo presente, para una generación que nos encontramos con su música y poética, tal vez por casualidad.
No quiero hablar de Ricardo como músico, hay quienes lo hacen muchísimo mejor y está su obra que habla por sí sola. Sino que quiero referirme a él como un artista al que posiblemente aún no se lo haya dimensionado en toda su dimensión y aporte a la cultura nacional. En la cual, su estilo musical, solo fue un vector por el cual expresar un sentir anclado en tradiciones criollas que, como otros géneros, le puso voz a los sin voz.
Durante la década de los 90, yo era un joven trabajador que se ganaba la vida como cadete de una fábrica de alfombras y luego como bancario. En mis recorridas por el conurbano la música de V8 y Hermética acompañaban mi andar en un cassette re-grabado que escuchaba con un walkman made in China. En esa época, eran muy pocas las bandas de rock que podían escucharse en las barriadas populares a la par del chamame o la cumbia santafesina. Por eso me sorprendí, cuando al dar mis primeros pasos en la política de la mano de una organización nacionalista llamada Movimiento Patriótico Malón, la cual levantaba las banderas de Juan Perón y Eva Duarte, me encontrara con que en un agrupamiento de desocupados en Villa Corina-Avellaneda (MTD Resistir y Vencer) buena parte de sus miembros fueran pibes y no tan pibes, que con sus pelos largos, camperas de cuero, tachas, mates, tortillas con chicharrón y zapatillas gastadas, también corearan las canciones de Ricardo Iorio.
“Prisionero estoy en mi ciudad natal/ Donando sangre al antojo de un patrón/ Por un mísero sueldo/ Con el cual no logro esquivar/ El trago amargo de este mal momento/ Mientras el mundo, policía y ladrón/ Me bautizan sonriendo, gil trabajador”
Ricardo, desde la simpleza de su profunda poesía, permitió sin saberlo una comunión entre compañeros que desbordó el plano de lo político hacia lo afectivo. A fin de cuentas, la política, aunque hoy parezca otra cosa, es una herramienta en la lucha por lograr la felicidad junto a otros.
Hay quienes piensan que el metal pesado, que tal vez Ricardo Iorio como figura pública, pudieran expresar broncas o el no me banco más un sistema, puede ser. Sin embargo, prefiero pensar, que Ricardo les puso voz a miles de voces que desde abajo pensamos en clave nacional y donde los valores del trabajo digno, la memoria, la familia, el ser leal al amigo, Malvinas, el ponerse la Patria al hombro son una actitud de vida, una forma de ser argentinos, de tener el alma fuerte, de no estar vencidos y seguir luchando.
Gracias Ricardo, nos seguimos viendo.
“Pero no estoy vencido aún tengo fuerzas/ Para dar mi mensaje de resistencia/ Seguiré junto al metal con mi mensaje/ Vacilaré si tu no estás en este viaje/ En este viaje”