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La crisis del sector nuclear


06 de septiembre de 2025

Trabajadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica denuncian vaciamiento y freno a los proyectos en el sector nuclear por parte del Gobierno. Advierten sobre la transferencia de bienes comunes a empresas extranjeras y el congelamiento salarial, lo que implica la pérdida de poder adquisitivo y la salida de recursos humanos especializados.

Matías Alonso

El área nuclear es una de los sectores que sufre el desfinanciamiento del Gobierno nacional en el sector de ciencia y tecnología. Se trata, además, de un área que necesita de mucha inversión, tanto en la formación de recursos humanos –ya que lleva muchos años formar un ingeniero nuclear especialista en combustibles, por ejemplo–, o para construir infraestructura, como es el caso de los reactores nucleares de investigación, como el RA-10, que avanza muy lentamente. Una carta firmada por trabajadores de este sector, titulada “No es un plan, es una estafa: Denunciamos el desguace del sector nuclear”, advierte que detrás de los planes presentados por el Gobierno hay intentos de vaciamiento y privatización de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Este año, otros grandes proyectos nucleares, como el prototipo del reactor modular CAREM, no han tenido presupuesto asignado. En este caso, la obra civil se encuentra casi terminada y hoy la estructura del CAREM está en medio de un campo con pastizales altos y anegado por la falta de mantenimiento. Según el Gobierno, la obra está suspendida para hacer una revisión de la ingeniería pero lo cierto es que nadie lo está haciendo.

Los trabajadores de la CNEA están haciendo paros y protestas en forma reiterada para alertar sobre la situación crítica del sector pero el Gobierno Nacional no da respuestas. Rodolfo Kempf, trabajador de la CNEA e integrante de la CTA, explicó a la agencia TSS de la UNSAM que “los salarios siguen bajando, al igual que en todo el área de ciencia y técnica. Hay una migración de 60, 70 personas que se han ido del área nuclear y del área de combustibles nucleares a una empresa canadiense que abrió oficinas en Palermo. En Pilcaniyeu (donde está la planta de enriquecimiento de uranio cercana a Bariloche, en Río Negro) hay un abandono total, le están diciendo a los empleados que no vayan porque no hay servicio médico ni transporte”. Y también se refirió a los bajos salarios: “Una compañera nuestra que está midiendo la concentración de uranio en un circulante de gas gana entre 600.000 y 700.000 pesos”, detalló.

También se encuentra congelado el de pase a planta de los becarios. Históricamente, los ingresantes a la CNEA tenían una beca por cinco años y, cumplido ese período, si su superior consideraba que habían hecho bien su trabajo y todavía era necesaria esa función en la estructura del organismo, se hacía el pase a planta. Esto fue moneda corriente durante décadas pero desde la asunción de Milei ya no hubo pases a planta.

Esto implica una pérdida de recursos humanos para el sector nuclear argentino. “Estados Unidos y Canadá se quejan de que no tienen cuadros técnicos jóvenes en su país, de que es muy difícil formarlos en cantidad y darles motivación, como sí pasó acá en las últimas décadas. En la Argentina encontraron un montón de jóvenes que ahora trabajan en forma remota y que después veremos si se quedan en el país”, dijo Kempf.

 

Un plan sin acciones

El Gobierno lanzó dos veces un nuevo plan nuclear, en el que no se continúa con el CAREM, sino que se empieza desde cero con un nuevo diseño, el ACR-300, un nuevo reactor modular pequeño diseñado también por ingenieros de INVAP. Parte del proyecto fue comprado por una empresa de Estados Unidos, Meitner Energy. “Esa empresa está instalada en un paraíso fiscal, en Delaware, es un negocio financiero. Están haciendo una vaquita para juntar la plata con un 60% de privados y el otro 40% de los que se han ido de INVAP. Pueden estar juntando mucha plata pero hasta ahora no hay ningún elemento técnico que podamos ver, no hay nadie que esté trabajando en eso”, dijo Kempf.

Como parte de este nuevo plan nuclear se está intentando reactivar la minería de uranio en la Argentina, una actividad que hace muchos años que no se puede llevar a cabo por falta de licencia social y porque los costos del mineral extraído en el país son más altos que cuando se lo importa de otros países. Desde lo legal, la CNEA tiene la propiedad del mineral y las centrales argentinas tienen prioridad para usarlo como combustible. Sin embargo, se presume que el uranio extraído, en este caso por empresas privadas extranjeras, se dedicaría exclusivamente a exportación. De todas formas, antes de empezar con la explotación del mineral sería necesario cambiar leyes provinciales como las de Mendoza –uno de los lugares con reservas de uranio en la Argentina–, que evitan el uso de ciertos procesos químicos en minería, y que se hagan los planes de remediación una vez que termine la explotación.

El área nuclear es de una gran complejidad geopolítica porque con los mismos elementos que se usan en los reactores nucleares para generar electricidad se puede fabricar armamento peligroso. Esto hace que esté muy controlado su uso y el comercio internacional de estos componentes y tecnologías. Además, hay pocos proveedores y pueden darse situaciones en las que un país puede optar por no vender a un cliente para presionarlo políticamente. La Argentina es uno de los pocos países capaces de fabricar sus propios elementos combustibles para las centrales nucleares, aunque muchos de los componentes son importados. “Hoy, Estados Unidos está impidiendo que compremos la aleación madre que usamos para hacer los elementos combustibles. Hay un lingote de inicio que se compra y hay problemas en la provisión”, explicó Kempf.

Una de las obras más importantes del área nuclear, además del «congelado» CAREM, es el reactor de investigación RA-10, que está avanzando muy despacio en su construcción. “Hay intención de privatizar áreas, como la producción de radioisótopos y el dopado de componentes electrónicos. Pero todo avanza lentamente”, dijo Kempf. Y finalizó: “El abandono del CAREM es una traición, no solo una desidia técnica. Es un prototipo con el que tenemos que aprender con los fierros puestos, como pasó con Atucha I y II. Ese lugar tiene licencia nuclear y de impacto ambiental, y muchas cosas más que quieren inutilizar para que no se avance. Por eso vamos a hacer un encuentro en Zárate para reclamar por esto”.

 

Matías Alonso

Matías Alonso es periodista científico y Community Manager en Agencia TSS

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