La autoflagelación argentina
03 de mayo de 2025
"Nuestro paÃs viene transitando hace casi 70 años (desde el primer plan definido con el FMI en 1958) un sendero de retroceso hacia una condición colonial, buscando reconstruir una sociedad que naturalice las enormes diferencias sociales vigentes hace un siglo y que se resigne a un horizonte de producción extractiva y población a nivel de subsistencia." Otro aporte indispensable para el debate de Enrique Mario MartÃnez desde la plataforma de Las Tres Consignas.
Foto: Claudio Espinoza /LM Neuquén
Nuestro paÃs viene transitando hace casi 70 años (desde el primer plan definido con el FMI en 1958) un sendero de retroceso hacia una condición colonial, buscando reconstruir una sociedad que naturalice las enormes diferencias sociales vigentes hace un siglo y que se resigne a un horizonte de producción extractiva y población a nivel de subsistencia.
Todos sabemos que el camino no ha sido lineal, con tremenda violencia genocida en medio, intercalada con perÃodos de gobiernos populares que intentaron al menos atenuar los problemas de los más humildes.
Entendiendo el proceso entre extremos, aquà estamos: a un paso de ser colonia no declarada de los intereses norteamericanos, subordinados a los intereses de un puñado de corporaciones multinacionales, algunas con sede en nuestro paÃs, todo dentro de un escenario que se diseminó por el mundo, de hegemonÃa de los capitales financieros.
¿Cómo vivimos los argentinos este calvario?
Hay una pequeña fracción de compatriotas, entre los que seguro se encuentran la mayorÃa de los que se interesan en lecturas como ésta, que tenemos una caracterización de la polÃtica nacional que nos permitió prever la enorme sin razón de llevar a un personaje como javier Milei a la Presidencia y que puestos en el papel de cronistas, podemos imaginar buena parte de las estafas al pueblo que han ocurrido y seguirán ocurriendo, si nada cambia.
Hay una segunda fracción, algo mayor que la primera, que comparte de manera directa o indirecta los beneficios del despojo masivo al paÃs. Esta es la encargada de construir los relatos justificativos de la colonización y pintarlos de rosa.
El resto de la población, que es rotunda mayorÃa y sujeto pasivo de esta degradación, se podrÃa dividir en dos grandes bloques:
- Los que llegaron pobres al mundo y no pudieron salir de esa condición desde hace dos y tres generaciones.
- Los que pertenecieron a la clase media más relevante de Latinoamérica y pasando de padres a hijos y a nietos, han perdido perspectiva de progreso década a década, con esporádicas y menores recuperaciones, para volver a caer.
Los miembros del primer grupo eran en su gran mayorÃa trabajadores, cuya forma de mejorar era ganar fuerza en la puja distributiva, a la vez que buscaban mantener la dinámica de migraciones internas desde regiones con magros salarios a las grandes ciudades, donde expandÃan el territorio poblado, construyendo sus propias viviendas en lotes pagados en infinitas cuotas.
En 1958 la desocupación y la pobreza eran bajas, pero ambas ya habÃan comenzado su movimiento ascendente.
Las expectativas de los más humildes contenÃan el apoyo del Estado en su pelea con los capitalistas; en el crédito inmobiliario barato; en evitar la especulación en tierra urbana, además de asegurar la provisión de los servicios básicos a costo accesible. Con un detalle muy relevante: el marco tenÃa una gran participación del Estado en su definición, pero su implementación mantenÃa un protagonismo personal y sindical decisivo.
Quien querÃa y luchaba, podÃa. Eso era la movilidad social ascendente.
A medida que transcurrieron las décadas, el Estado se retiró del rol presente en el imaginario y aparecieron numerosas trabas para la movilidad social ascendente. Por el contrario,comenzó el retroceso social.
Desde la recuperación de la democracia, los gobiernos que tomaron nota del tema, se aplicaron a atenuar las consecuencias, más que a identificar las razones. Desde las cajas PAN de 1983, a los planes sociales de épocas posteriores, incluyendo el tenebroso plan de creación de emprendedores del menemismo, financiado por el Banco Mundial, todo fue asistencialismo o parche sin destino.
Para peor, para mucho peor, en un contexto que invitaba a los perjudicados a depender enteramente de las decisiones de gobierno – varias variantes del SÃganme – sin participación popular alguna.
El reflejo en la subjetividad de los humildes, fue primero naturalizar la inmutabilidad de su condición y luego reclamar a todo gobierno, por la insuficiencia de la asistencia.
El único instrumento de cambio a la vista, casi un placebo, pasó a ser el voto cada cuatro años y por lo contrario de lo que gobernaba.
Para la clase media de hace 70 años, el marco es diferente, aunque algunas consecuencias sean similares.
Los padres que se habÃan comprado un departamento y lo habÃan pagado con cierta comodidad en 5 a 7 años, pasaron a ver que sus hijos no solo no pueden comprar, sino que no pueden bancar un alquiler. Muchos de ellos pasaron a tener trabajo en corporaciones mucho más impersonales que las que conocieron en su juventud, donde las decisiones se toman en el exterior y son trasmitidas localmente por gerentes sin espalda.
En paralelo, sin embargo, quedaron inmersos en una cultura de consumo aspiracional, que no concibe la calidad de vida sin contar con el último celular o plataforma de juegos, sin contar la expectativa de los festejos familiares con viajes a Cancún o RÃo.
El esfuerzo en permanente aumento para llegar a esos consumos, hasta alcanzar la percepción de la caÃda en términos absolutos, no ya relativos, debe encontrar un culpable y no es nada frecuente que sea uno mismo. Es natural que sea un gobierno; sobre todo los gobiernos que asumen la responsabilidad de aclarar el escenario ( no aquellos que devuelven la pelota, asignando la carga a cada individuo). Esos son considerados culpables centrales.
Aquà se juntan los caminos de circulación masiva: Al usar el voto, hay que cambiar el gobierno.
Si las mayorÃas electorales están objetivamente perjudicadas por la inercia del camino hacia la colonia y además los beneficiarios de esta evolución refuerzan, con todo el herramental de comunicación, la idea que los culpables son los gobiernos que hasta ahora han intentado – equivocadamente – atenuar el problema sin conseguirlo, por no haber atacado las causas concretas del retroceso colonial, es de esperar que los escenarios sean cada vez peores.
De la insatisfacción a la resignación; de la sucesión entre cómplice de la rapiña y proyectos contenedores a una sucesión más dura, que vaya corriéndose a la derecha más extrema, consolidando la exclusión y el genocidio interno por hambre.
¿Cómo se sostiene esto?
Propiciando la salvación a través de las finanzas y los servicios para atender a los ganadores, aún para los más humildes y dejando la producción extractiva en manos de un puñado. Con un aparato de comunicación de creciente control externo que sustente y defienda ese salvajismo. Finalmente, amenazando con el caos como única alternativa.
¿Cómo se lucha contra esto?
- Discutiendo al interior de la pequeña fracción aplicada a la polÃtica popular, hasta encontrar el hilo conductor que evite que también allà nos resignemos a ser cronistas del despojo.
- Entendiendo desde el mismo seno de la población más necesitada cómo se recuperan espacios de participación en que el protagonismo cree mÃstica de movilidad social, con hechos concretos, que fundan el discurso con la acción.
- Desarmando el SÃganme, para reemplazarlo por Ocupémonos, donde el sujeto social que tiene el problema sea el actor de cambio.
- Interpelando a la clase media para diseñar y aplicar modelos de acción compartida, donde el vÃnculo de cooperación deje atrás la confrontación entre individuos en la base social.
- Caracterizando al enemigo una y otra vez, con el detalle que se pueda. No es el Estado; no es la polÃtica; no es la producción nacional. Por el contrario, es la voluntad de encuadrar a nuestro paÃs en esquemas que ya están vigentes en Perú, en Chile; en Ecuador; en buena parte de Brasil; en toda Centroamérica. Ser de manera estable lo que Estados Unidos, lÃder de un capitalismo global con serios problemas internos, quiere. Ser parte de su patio trasero.
Y que nos guste.