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Imperialismo y praxis del genocidio


04 de octubre de 2025

Occidente ya no tiene más que ofrecer que caos, el horror de la guerra y la exportación del genocidio constitutivo de su expansión. El capitalismo, desde el inicio de su fase imperialista no ha dejado de perfeccionar sus formas de explotación y conquista. Comprender algunas de sus características constitutivas es primordial para quienes bregan por un horizonte de liberación social para las mayorías trabajadoras del mundo.

David Acuña

Desde Far West

En su discurso de despedida en 1797, George Washington les recomendaba a los congresistas que los Estados Unidos debía guardarse de tener alianzas permanentes y no enredarse en el tablero político europeo sin tener primero en claro cuáles eran sus verdaderos intereses.

En consonancia con el primer presidente de la Unión, Thomas Jefferson, desarrolló parte de su pensamiento político aseverando que “América tiene un Hemisferio para sí misma”, en el cual, obviamente, la conceptualización de lo americano pasaba exclusivamente por los intereses de la élite de la naciente república anglosajona.

Un cuarto de siglo después el presidente James Monroe, conjuntamente con su Secretario de Estado, John Quincy Adams, retomaban los postulados de Washington y Jefferson elevándolos a nivel de “Razón de Estado”. De ahí en más, la denominada Doctrina Monroe bajo el postulado de “América para los americanos” no se pensó solo como un freno a los intereses colonialistas europeos, sino como su remplazo efectivo sobre lo que Estados Unidos ya desde principios del siglo XVIII consideraba su patio trasero.

Con el desarrollo de corolarios posteriores, la Doctrina Monroe, se volvió una pieza justificadora del intervencionismo yanqui en Nuestra América y herramienta ideológica acorde a su despliegue imperialista hasta nuestros días.

 

Desde el Viejo Continente

Bajo el término “Lebensraum” (“Espacio Vital”), el alemán Friedrich Ratzel postulaba en clave de teoría política la relación entre la población y el espacio geográfico necesario para que la misma se pudiera desarrollar. Bajo esta premisa, si una sociedad no contaba con los recursos materiales adecuados debía encontrar la forma directa o indirecta de conseguirlos. Por su parte, el sueco Rudolf Kjellen, en consonancia con los planteos de Ratzel, profundizará este concepto del Lebensraum postulando que es el Estado el que debe equilibrar la relación existente entre población y territorio.

Pareciera, que en el caldero de la geopolítica se venía cociendo la justificación teórica no solo de la expansión colonial, sino la del “ajuste poblacional” de ser necesario.

El británico Halford Jhon Mackinder es quien le dará una vuelta más de tuerca a este asunto planteando una perspectiva geopolítica más global. Mackinder establece la existencia de una región geográfica comprendida por Europa Oriental y Asia Central con los recursos naturales necesarios para el desarrollo de un Estado industrializado y una población bien alimentada. Al mismo tiempo, esta región contaría con los medios de comunicación internos para el desplazamiento de recursos y población, haciéndola inaccesible por mar en un potencial ataque de invasión externo. De esta manera, el país que dominara esta región se podría convertir en una potencia mundial. Mackinder denominó a esta perspectiva como “Hearthad”, o, si se prefiere en castellano, Teoría de la Región Cardial, Isla Mundial, Núcleo Vital o Área Pivote.

 

Desde el Imperio del Sol Naciente

El imperialismo también tuvo su desarrollo en el Japón moderno de Hirohito. Teorizado y llevado a la práctica por figuras como Saigo Takamori, Hokushin-ron y Nanshin-ron, la expansión japonesa se centro en la conjunción de las estructuras industriales y militares que vehiculizaron la anexión de Corea y la expansión sobre China, Filipinas, y otras regiones sudasiáticas.

La modernización industrial y el militarismo nacionalista japonés también fue tributario de los modelos doctrinales prusianos (ejército) y británico-estadounidense (marina), en los cuales abrevó para su desarrollo expansivo e intervencionista.

El sometimiento japonés de millones de seres humanos como fuerza de trabajo y el control de enormes extensiones territoriales de donde extraer recursos, demuestra que el expansionismo durante el siglo XX no es algo restringido a la civilización occidental, sino que es propio de una etapa de desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas.

 

Nazis y Sionistas

¿Qué es lo que tienen en común y bajo diferentes coyunturas histórico-sociales la República Alemana bajo el nazismo y el Estado Israelí bajo el sionismo?

Que las prácticas de segregación racial, confinamiento a guetos y campos de concentración de la otredad étnica-religiosa, la represión parapolicial, el asesinato en masa, la suspensión del estado de derecho, deportaciones masivas, torturas y encarcelamiento de opositores, se realizó/realiza en nombre de la modernidad del Estado y defensa del pueblo elegido.

Adolf Hitler, David Ben-Gurión, Hermann Göring, Chaim Weizmann, Heinrich Himmler, Golda Meir, Joseph Goebbels, Benjamin Netanyahu, son prueba de que la pretendida superioridad moral europea hunde sus raíces en lo más profundos abismos del horror regados con la sangre de millones de seres humanos.

La aparente paradoja de señalar bajo una misma praxis a nazis y sionistas se salda en sus mitos de origen. El nazismo, sobre raíces de la cultura germánica creo el mito de la raza aria para justificar su destino imperial manifiesto. Por su parte, el sionismo hunde también una de sus raíces en el pangermanismo de Theodor Herzl, que, al igual que todos los judíos (religiosos o seculares) de Europa Central y Oriental, es descendiente de aquellos asquenazíes que se establecieron en la región del Rin.

Y así, como los germanos nazis asesinaron a sus primos asquenazíes, hoy el Estado de Israel dirigido por europeos trasplantados asesinan en masa al pueblo palestino descendiente real de aquellos semitas bíblicos que alguna vez fueron judíos. Al igual que en el colonialismo anglosajón de Estados Unidos y Gran Bretaña, la praxis del genocidio es constitutiva de las vertientes modernas pangermánicas del nazismo ario y sionismo asquenazí.

Comprender al capitalismo en su fase imperialista, como así también en sus manifestaciones políticas es crucial para poder enfrentarlo hasta derrotarlo.

David Acuña

David Acuña, historiador, profesor y militante peronista. 

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