Poner el cuerpo en tiempos difíciles
Lo sucedido con la militante de H.I.J.O.S es parte de una escalada de violencia y negacionismo que viene creciendo. De cara al 24 de marzo, cómo reforzar los lazos solidarios
Alelí salió a cacerolear la noche que Javier Milei anunció el DNU por la televisión. Hacía calor y acompañada por un grupo de vecinos, empujó el cochecito por avenida Triunvirato mientras escuchaba el eco de las cacerolas sumarse a cada paso. De repente, una mujer le pega una piña que la deja unos segundos confundida mientras le grita “peroncha de mierda, no podés tener a esa criatura en la calle, me la voy a llevar'. (…). De repente, Alelí se encontró en una situación de absoluto terror, mientras esta mujer desconocida tiraba del cochecito. Ayudada por un grupo de trabajadores de una heladería que vieron la situación, pudo tomar a su beba en brazos y realizar la denuncia correspondiente.
La mujer que agredió a Alelí se llama Luciana Andrea Cícero y en distintos videos que le llegaron a la víctima se veía a esta mujer insultando previamente a otros manifestantes en defensa de Javier Milei. El primero de febrero, Alelí fue anoticiada por la Fiscal Penal Contravencional y de Faltas N°4, Victoria Cúneo Libarona, que el caso “se archivó”, por no poder dar con la imputada. Alelí tiene un botón de pánico hasta el día de hoy. La acción de querer secuestrar a un bebé nos remonta a épocas terribles de nuestra historia, donde “el enemigo ideológico” no podía ser dueño de nada, ni siquiera de su propio proyecto de vida. Una práctica que caracterizó al terrorismo de estado en Argentina.
Lo que hace algunos años pensábamos que era una realidad inamovible, volvió a cuestionarse. Los derechos y la memoria que pensábamos ya estaban asegurados, tiemblan ante un rebrote de crueldad y violencia inusitados. La realidad es que el negacionismo siempre estuvo ahí, agazapado, relamiéndose en la oscuridad, esperando que alguien le abra la puerta para ir a jugar.
Javier Milei a la cabeza, acompañado de Victoria Villarruel hicieron desde el comienzo de su carrera política, una reinterpretación de lo sucedido en la última dictadura cívico militar. Así se animaron a hablar de “excesos”, en los casos de tortura, o de asegurar que se victimiza a los genocidas que fueron juzgados. En ese camino, ganaron una “militancia” inédita. Muchos fueron los represores que se anotaron para ir a votar por Milei y Villarruel en el ballotaje, con la promesa de estos (porque los mismos familiares afirman que las charlas existieron) encontrar el indulto.
Jorge “el tigre” Acosta, el jefe de inteligencia del grupo de tareas de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), Alberto Jorge Criniganel exintegrante del Batallón 601 y Emilio Parodi procesado por desapariciones y secuestros producidos en Avellaneda, Rufino Batalla, uno de los agentes que estaban destinados a La Cacha, el centro clandestino de detención que funcionó en una unidad contigua al penal de Olmos, entre otros pidieron permiso para ir a emitir su sufragio.
Si bien la libertad no les llegó y hay reclamos hacia Victoria Villarruel en este punto, es innegable que la discusión sobre los derechos humanos y lo sucedido en la última dictadura militar está en juego. Porque hay una decisión política desde el gobierno para dar ese debate, porque ideológicamente lo creen correcto o para tapar otros problemas, da igual.
En medio de ese escenario, el negacionismo aumenta en una parte de la sociedad que apoya a Milei, pero que también se ve fogoneado por grupos más extremos, como “resistencia federal” y compañía. A días del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, una compañera, militante de H.I.J.O.S llegó a su casa y fue golpeada y abusada sexualmente por un grupo de hombres que pintaron en su pared “VLLC”, siglas que hacen alusión a la frase que repite hasta el hartazgo Javier Milei.
Esta escalada de violencia viene aumentando desde el intento de magnicidio- femicidio hacia Cristina Fernández de Kirchner y ese hecho en particular abrió una grieta – real- en nuestra democracia. Ahora esto está permitido. Si el otro es una amenaza, si sus ideas so contrarias, puedo destruirlo. Y fue ahí donde el campo nacional y popular no supo qué hacer para que esa bola de nieve no deje de crecer, se expandió sin más remedio.
Ayer era “Haga Patria, mate un montonero”, ahora “los argentinos de bien” contra “los orcos”, “los zurdos”, “los planeros” y a diferencia de otros momentos históricos, todo volvió a foja cero: ellos o nosotros. Acercándose una fecha tan importante como el 24 de marzo, resulta indispensable entender que, por fuera de las provocaciones, la política argentina no puede volver a dirimirse en esos términos, a pesar de que Milei Villarruel, Macri y compañía necesiten de ese chichoneo para no hablar del endeudamiento en millones de dólares que están generando o la pobreza extrema que nuevamente vive nuestro Pueblo.
Este 24 de marzo, es fundamental desde lo político, ya que las centrales obreras la CGT y la CTA convocaron junto con Madres y Abuelas, pero también para darle espalda a los organismos de derechos humanos en esta patriada que estamos atravesando, donde la crueldad fue legalizada por el gobierno de Javier Milei. Es un gran momento para recordar las palabras de Rodolfo Walsh, que hace 47 años le puso el cuerpo a las ideas y enfrentó a la Junta Militar: “En medio de esa lucha por la justicia, la libertad y el imperio de la voluntad del pueblo, sepamos unirnos para construir una sociedad más justa, donde el hombre no sea lobo del hombre, sino su hermano.”