Martín Güemes, Milagro Sala y la Revolución Inconclusa
"Y mientras las transnacionales bailan en el festival de las leliq, el endeudamiento, las corridas cambiarias, el ajuste, la fuga de capitales, el contrabando de granos y la estafa minera, sin que todo ello reditúe en un solo beneficio al pueblo trabajador, Martin Miguel de Güemes y Milagro Sala, amados por los pobres y odiados por los ricos, siguen expresando las continuidades históricas de una Argentina con una Revolución inconclusa."
El Padrecito de los Pobres
Martín Miguel de Güemes nació el 8 de febrero de 1785 en el seno de una familia salteña acomodada con raíces españolas y portuguesas. Por entonces, la Intendencia de Salta del Tucumán comprendía los actuales territorios de Catamarca, Santiago del Estero, Jujuy, Tucumán y Puna de Atacama. Hablar de Güemes, entonces, es hacerlo prácticamente de todo el noroeste argentino.
Teniendo un papel destacado frete a las invasiones inglesas al Río de la Plata, luego se va a sumar a las campañas militares del Norte expandiendo la Revolución de Mayo sirviendo bajo las órdenes de Belgrano y San Martín. Siendo electo gobernador en 1815 respaldó la osadía belgraniana de proponer ante el Congreso de 1816 la coronación de un descendiente inca para que rigiera estas tierras del Sur. Si Güemes y sus gauchos no le hubieran plantado batalla a los absolutistas del Alto Perú, todo el actual noroeste argentino se hubiera perdido y San Martín nunca hubiera podido organizar el Ejército de los Andes con el cual liberar Chile y Perú.
Como gobernador establece el “fuero gaucho” para sus tropas reconociendo la condición de milicianos a quienes eran movilizados para la guerra. De esta manera, estos gauchos contaban con los derechos de salario, fuero militar por el cual debían ser juzgados por sus superiores y el congelamiento de los términos de mediería campesina mientras fueran milicianos. Esto último, implicaba que la ocupación de parcelas para producción o el carneo de algún ganado debía ser tolerado por la élite salteña. Se puede decir, utilizando términos modernos, que las montoneras al obtener su fuero militar y el reconocimiento de derechos, contaban con su sindicato y estatuto del peón.
Martín Miguel de Güemes tuvo la oposición de la élite provincial horrorizaba ante a las masas campesinas morenas que por primera vez le sostenían la mirada y avanzaba sobre sus privilegios de clase. Su muerte, un 17 de junio de 1821, fue vista como un alivio para la oligarquía. La bala que provoca la muerte del Padrecito de los Pobres termina aliviando la corta mentalidad de los dueños de la tierra.
La Dignidad de los de abajo
Milagro Sala nació un 20 de febrero de 1964 y fue abandonada en una caja de cartón frente a un hospital hasta que una familia de clase media decidió adoptarla. Milagro tiene raíces indígenas y su juventud no fue nada fácil en lo económico y social como la de miles de jujeños. Hablar de ella, también es hacerlo de todo el noroeste argentino.
Milagro Sala a fines de la década del 90 conforma la Organización Barrial Tupac Amaru con la cual da batalla contra las políticas neoliberales del gobierno Carlos Menen. Levantando la memoria de las luchas indígenas, sumando las banderas de Evita y el Che, organiza cientos de copas de leche y comedores populares para ayudar al pueblo de una nación quebrada y olvidada por su clase política.
A partir de la llegada de Néstor Kirchner a la presidencia, la Tupac Amaru pasa a ser ejecutora de políticas públicas inclusivas generando trabajo para miles de hombres y mujeres de Salta y Jujuy. Emprendimientos productivos, fábricas autogestivas, miles de viviendas, salas de atención médicas, polideportivos, escuelas y piletas públicas, fueron la resultante de una década de avances en materia de justicia social. Pero, sobre todo, Milagro Sala, lucho por darle dignidad a quienes por su color de piel ancestral eran parias en su propia tierra.
El camino de Milagro se entrecruza con el de Güemes. La dignidad del fuero gaucho es comparable con la dignidad del trabajo, la educación y la salud lograda por la lucha de la Tupac Amaru. Los gauchos de ayer son los tupaqueros de hoy.
Milagro Sala es una incomodidad a los poderes fácticos salteños y jujeños herederos de aquella mentalidad elitista del siglo XIX opuesta a Güemes. Aun durante los años en que gobernaba Néstor Kirchner y Cristina Fernández, el gobernador justicialista Eduardo Fellner expresaba su desagrado por las formas de construcción social liderada por Milagro. Lo cierto es, que tras esa incomodidad se hallaba una mentalidad conservadora que detesta el empoderamiento de los de abajo, aunque fueran parte de su propio frente político.
El esbirro de los grupos económicos
Morales, de quien nos importa tres belines su proveniencia y pasado antes de integrarse a la UCR, ha sabido jugar bien sus fichas en el tablero de los grupos económicos transnacionales, asegurándoles como gobernador el marco político propicio para el saqueo del litio, el abastecimiento de derivados del cannabis farmacéutico, un lugar seguro para las operaciones de la CIA contra Bolivia y persiguiendo a los sectores populares que se han plantado a sus políticas de ajuste.
Y si Fellner expresaba un desprecio por los sectores populares cuando se organizan sin pedir permiso, Morales implicó un escalón superior del gorilismo persiguiendo compañeros, cerrando sus emprendimientos productivos, interviniendo cooperativas, quedándose con los bienes de la Tupac Amaru y encarcelando a Milagro Sala por más de siete años a la fecha.
No es algo ocioso marcar la continuidad de la mirada del PJ y la UCR durante el gobierno de Morales. En diciembre de 2014, el actual ministro de economía y otrora antikirhnerista expresaba: “Mi candidato a vicepresidente, el del corazón, es Gerardo Morales porque tiene unos así de grandes”. Cuestión, que, si bien no pudo concretarse en aquel momento, no impidió que Carlos Haquim (Frente Renovador), remplazando en la presidencia del PJ provincial a Eduardo Fellner, acompañara como vicegobernador la fórmula con Morales en el Frente Cambia Jujuy (coalición que expresa a JxC).
Marx sostuvo alguna vez, que “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”. Tal vez sea hoy el rol de Rubén Rivarola (PJ) en la farsa de dar sustento a una convención constituyente de claro sesgo antipopular, mientras que desde el gobierno nacional se sigue profundizando la tragedia de una Mesa del Litio (fomentada por el ministro del interior Wado de Pedro) que, al avanzar sin cambiar la arquitectura de inversión financiera y comercio exterior, solo redundará profundizar los alcances de la colonialidad del modelo económico extractivo que viene en auge desde 1976.
Y mientras las transnacionales bailan en el festival de las leliq, el endeudamiento, las corridas cambiarias, el ajuste, la fuga de capitales, el contrabando de granos y la estafa minera, sin que todo ello reditúe en un solo beneficio al pueblo trabajador, Martin Miguel de Güemes y Milagro Sala, amados por los pobres y odiados por los ricos, siguen expresando las continuidades históricas de una Argentina con una Revolución inconclusa.