Malvinas y el alineamiento periférico libertario
"Es inverosímil creer que la estrategia de alineamiento periférico libertario pueda lograr algún avance para que la Argentina y el Reino Unido se sienten a dialogar y encuentren, acatando el derecho internacional, una solución pacifica sobre la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas."
Transcurrido poco más de un año de gobierno libertario, analizamos su política exterior en relación a la causa Malvinas. De acuerdo a sus manifestaciones públicas, el Presidente Javier Milei sostuvo sus intenciones de recuperar por la vía diplomática el ejercicio de la soberanía sobre el territorio de nuestras Islas Malvinas. Lo novedoso de estas afirmaciones, es la creencia acérrima que dicho propósito se logrará sentando a los británicos a negociar solo con la ayuda de los Estados Unidos.
Ésta fábula se condice con el posicionamiento en el ámbito internacional que ha decidido tener el gobierno argentino de alineamiento obsecuente con Washington, y de manera complementaria con Israel; así se forjó una inédita y lamentable posición respecto a Medio Oriente, manifestando la voluntad de cambiar la sede de la Embajada Argentina a Jerusalén, contradiciendo el mandato internacional de la Asamblea General de la Naciones Unidas. Éste, a través de varias resoluciones desde 1947 se pronuncia por la conformación de un Estado Palestino y otro Estado Judío, dejando a la ciudad de Jerusalén bajo control internacional (Res, 181 (II) 1947, Res, 478 (1980), entre otras.)
Las preferencias de índole ideológicas están llevando al gobierno argentino a tomar posiciones irresponsables en lugares de tensión y conflictos geopolíticos. Se destacan la integración de la Fuerza Armada Argentina en la coalición de Fuerza Marítima Combinada para brindar seguridad en el candente Golfo Arábigo; la participación en el Grupo de Contacto en Defensa de Ucrania; una coalición internacional conformada por 54 países y organizada por la Casa Blanca para coordinar “la ayuda humanitaria y militar” en el conflicto que mantiene la OTAN con Rusia.
En este marco, el triunfo de Donald Trump y la necesidad de conseguir un nuevo acuerdo con el FMI, ha precipitado una dependencia que puede vislumbrase en el recargado discurso del mandatario argentino en Davos, atacando los derechos de las minorías y a la izquierda internacional, exhibiendo una arenga de autoproclamación neofascista, más bien propia de la extrema derecha europea, y alejada de nuestras preocupaciones e intereses nacionales.
Con respecto a Latinoamérica, se ha demostrado un claro desprecio por la región, agraviando verbalmente y de forma inaudita a los presidentes de Colombia, Chile y Brasil, menoscabando los mecanismos de unidad, integración y cooperación regional como el MERCOSUR, UNASUR y CELAC. Además, de forma desconcertante se rompió con una tradición de nuestra política exterior, ausentándose en la conmemoración del Tratado de paz y amistad con Chile de 1984.
A partir de este nuevo curso, nos interesa evaluar los efectos de la estrategia de política exterior libertaria, que llamaremos alineamiento periférico libertario. Dicha estrategia se analizará a partir de factores claves de la política exterior, como lo son el diplomático, económico y jurídico, en relación a la causa Malvinas.
Así, nos preguntamos, qué tan efectivo puede ser un alineamiento periférico libertario con Washington, para lograr que el Reino Unido reconozca de una vez por todas el mandato internacional de Naciones Unidas y acepte dialogar y encontrar una solución pacifica sobre el reclamo por la soberanía territorial de las islas Malvinas, Georgia y Sándwich del Sur y sus espacios marítimos circundantes.
Es crucial considerar la actual política exterior de Estados Unidos como nuestro aliado principal, en este sentido, los primeros pasos del gobierno de Donald Trump son un verdadero despropósito: amenazando con retomar el control del Canal de Panamá, modificar el nombre del “Golfo de México”, por el “Golfo de América”, una disputa con Dinamarca por el manifiesto interés sobre Groenlandia, el deseo de entrometerse en Gaza y desplazar a sus habitantes. En este marco, ¿por qué Estados Unidos en un contexto de disputa geoestratégica comercial con China, donde claramente necesita reafirma su hegemonía, sería el facilitador para garantizar la voluntad del Reino Unido de sentarse a dialogar sobre la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas? ¿acaso Washington y Londres no comparten los mismos intereses en el Atlántico Sur?. Es necesario recordar, que las estrategias basadas en el “paraguas de soberanía”, tanto la seducción de los isleños considerándolos como una tercera parte en la negociación, como las concesiones bilaterales sobre pesca, hidrocarburos, trasporte etc…, sin mencionar el tema central de nuestro reclamo por la soberanía, han sido un fracaso rotundo, solo ha servido al Reino Unido para consolidar su posesión ilegitima y aprovechamiento de todos los recursos económicos y geoestratégicos que brindan las Islas en el Atlántico Sur. Además, considerando los antecedentes adversos de Washington respecto a la causa Malvinas en Naciones Unidas, solo basta mencionar su “abstención”, en pleno auge de descolonización mundial, durante la primera Resolución 2065 (1965) de la Asamblea General sobre la “Cuestión Malvinas”. Desde entonces, y sellando su alianza estratégica con el Reino Unido durante la guerra de 1982, Estados Unidos e Inglaterra tiene sus propios intereses geopolíticos en el Atlántico Sur, amparados sobre las armas, y desobedeciendo al Derecho Internacional, que bregan por una solución pacífica en el conflicto entre la Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Debemos advertir sobre los efectos negativos que tiene esta política exterior de alineamiento periférico libertario para la defensa de nuestra soberanía en Malvinas y los intereses imperialistas sobre Atlántico Sur. Anticipando que, al considerar otros reclamos similares como Hong Kong y el archipiélago de Chagos, las estrategias de China y Mauricio, para recuperar estos territorios a manos del colonialismo británico, estuvieron en las antípodas del alineamiento periférico libertario”. Ambos países priorizaron el sentido de la oportunidad, articulando sus recursos jurídicos, diplomáticos y económicos para dificultar la presencia colonial del Reino Unido.
Esto no es lo que está haciendo el gobierno de Milei, por el contrario, la desarticulación de nuestros recursos en materia de política exterior pone en riesgo los apoyos conseguidos con mucho esfuerzo en los distintos organismos de cooperación como la OEA, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (CELAC), la cumbre de países sudamericanos y países árabes (APSPA), el Grupo de los 77 + China, las 54 naciones de África en el marco de la Cumbre de Países Sudamericanos y africanos (ASA), y otros.
Desestimar estos esfuerzos diplomáticos por el mimetismo con Trump y el acercamiento con Israel, es una lamentable decisión. Nos proporciona un nuevo retroceso en la defensa de nuestra soberanía sobre las Islas Malvinas, y una tensión más que innecesaria con los países de origen musulmán que consideren ofensivo nuestra insólita posición sobre Jerusalén. Desde el punto de vista económico y geopolítico, las empresas de explotación de hidrocarburo como Desire Petroleum, Rockhoper, Borders & Southern, con sede en Inglaterra, siguen aprovechando y ampliando la perforación de pozos en las inmediaciones de las Islas Malvinas, el mismo saqueo sucede con las licencias pesqueras, y las ofertas turísticas que robustecen la posición de los kelpers. Además, no podemos dejar de señalar en un contexto de revalorización geoestratégica de los océanos y los recursos energéticos, como parte de la disputa global entre EEUU y China, la relevancia de la cuestión Antártida.
Hay que señalar entonces, el paraguas de protección que significa el Tratado Antártico sobre el continente blanco, como zona exclusiva para fines científicos y pacíficos. El Protocolo de Madrid, estipula un resguardo para dichos fines hasta el año 2048, cumplida su vigencia, cualquiera de las partes puede solicitar la revisión del sistema de protección antártica. Como se observa, la convergencia histórica de intereses entre Estados Unidos y el Reino Unido sobre el Atlántico Sur, y la exacerbada disputa global con China, hacen de Malvinas un punto de tensión geopolítico y geoestratégico.
Delirio periférico
Durante los años noventa, fracasó rotundamente la política de seducción a los ingleses, y su fundamento principal de las “relaciones carnales” con Washington. Basado en la teoría política denominada “realismo periférico” ("El realismo periférico, Carlos Escudé"), que, a muy grandes rasgos, reconoce el principio de baja incidencia de los Estado no centrales para influir en las reglas del juego internacional, y, por lo tanto, se debe optimizar la autonomía evitando problemas innecesarios con grandes potencias. Este experimento neoliberal, no fue otra casa que la sumisión y entrega de nuestra soberanía nacional, pero a diferencia del mundo actual, tuvo cierta lógica en la lectura del contexto internacional, donde la URSS se desplomaba y Estados Unidos emergía como súper potencia. Hoy nos encontramos con un mundo cada vez más multipolar, con el ascenso imparable de China y el resurgimiento de Rusia, que ameritan una estrategia de revalorización histórica de nuestra tercera posición, frente a un escenario más parecido al surgido después de Yalta que la “unipolaridad” de fines del siglo XX.
Observamos entonces, que la estrategia de alineamiento periférico libertario, desquicia los factores claves de la política exterior en relación a Malvinas, abandonando apoyos estratégicos diplomáticos, desentendiéndose de los fundamentos jurídicos elementales de nuestro reclamo histórico territorial, y entregando los recursos económicos a la voracidad de las empresas extrajeras sobre el atlántico sur.
Por lo expuesto, es inverosímil creer que la estrategia de alineamiento periférico libertario pueda lograr algún avance para que la Argentina y el Reino Unido se sienten a dialogar y encuentren, acatando el derecho internacional, una solución pacifica sobre la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas. Deberíamos retomar una agenda estratégica, pragmática, basada en derecho internacional, la unidad e integración regional, que presione e incomode la posición ilegitima del Reino Unido en Malvinas y defienda los intereses en atlántico sur del colonialismo y la piratería del siglo XXI.