Luchar es un servicio esencial
Empezar, siempre empezar, pero con la historia de las luchas que nos precedieron.
La masacre de obreros había llegado a su fin luego de un largo tiempo, la resistencia había sido tenaz y el trabajo mucho. Es que matar a mil quinientos trabajadores rurales no es cosa fácil, lleva tiempo y sacrificio, soportar el frío patagónico, sus vientos y soledades. ¿Qué soldado argentino no merece un premio luego de semejante proeza? Eso mismo se habrá preguntado el teniente coronel Héctor Benigno Varela luego de los hechos, por él comandados, que culminaron en febrero de 1922 en nuestra Patagonia.
Sin rastros de resistencia, las tropas del ejército preparaban el retorno a sus cuarteles; antes de la partida Varela decide premiar a los soldados con una visita a los prostíbulos que tuvieran cerca como muestra de gratitud.
El 17 de febrero, un grupo de soldados bajo las órdenes de un suboficial, acuartelados en Puerto San Julián (Santa Cruz), comenzaron los preparativos para visitar el burdel local de "La Catalana" y así cobrar su recompensa. Tal su formación militar los soldados se organizaron en tandas de a diez y acordaron un protocolo de actuación para la visita de forma que todo ocurra en paz y orden. Llegado el primer grupo ocurrió lo impensado, la resistencia estaba activa, todavía había conatos de lucha en las hostiles tierras patagónicas, esta vez no eran peones sino putas.
Las cinco trabajadoras sexuales del lupanar se negaban rotundamente a atender a los asesinos y ante el intento de entrar por la fuerza los soldados fueron corridos a escobazos y palazos al grito de “¡asesinos! ¡porquerías!”, “¡con asesinos no nos acostamos!”. Las mujeres fueron detenidas, pero luego liberadas para que no se genere en torno a ese hecho uno mayor que pudiera desencadenar en conflictos de relevancia. Pero los milicos se fueron sin su “premio”.
Para el año 1922 la conquista de derechos laborales eran un objetivo de los gremios nucleados en la FORA, Federación Obrera Regional Argentina, central obrera de orientación anarquista con mucha actividad y presencia en las bases obreras. Con la huelga como principal herramienta de acción directa la federación enfrentaba no solo la hostilidad de las patronales sino la de un esquema estatal sometido a la voluntad de empresarios y terratenientes que disponían de la justicia y las fuerzas represivas para diezmar las luchas y perpetrar las condiciones nefastas de explotación. Y por esos años las huelgas se llevaban a cabo aún estando penalizadas por el código penal.
También por esos años otros métodos de acción directa se configuraban como dispositivos de lucha ante la brutalidad patronal, el boicot y el sabotaje fueron utilizados repetidas veces y los enfrentamientos con la policía y grupos parapoliciales eran parte de la escena cotidiana.
Ante la violencia empleada por patrones y Estado los trabajadores recurrían a métodos de confrontación directa, entendían que la única forma de equiparar fuerzas era haciendo valer su capacidad laboral y privarle al empresario de ella. Y debieron pasar varios años para que el derecho a huelga consiga amparo legal.
Además de la huelga, el boicot y el sabotaje se presentaban en ocasiones como alternativas de lucha donde la ocurrencia, la imaginación y la audacia podían evitar tanto palo, bala y represión, al menos demorarlos. Estos métodos movían otros mecanismos de acción que incluía la propaganda que generara las condiciones para poder llevarlos adelante. Aunque también fuertemente penalizadas estas practicas se alternaban con la huelga y aparecían como opción dependiendo las circunstancias.
A lo largo de la historia del movimiento obrero existieron formas de resistencia y lucha por los derechos de los trabajadores que, antes que el marco legal, tuvieron cuerpo, calle, inventiva y construcción colectiva. Hubo muertos, encarcelados, desaparecidos, deportados; pero hubo conquistas.
Hay un gobierno explícitamente en contra de los derechos laborales obtenidos a lo largo de los años, en contra de la construcción colectiva, en contra de todo aquello que muestre un algo de comunidad. Y hay secretarios generales que ante la brutalidad del anuncio de cercenar el derecho a huelga corre a la Casa Rosada a charlar quien sabe qué para luego decir que no hay condiciones para una medida de fuerza.
Asistir al espectáculo diario de la quita de derechos, desregulaciones y reviente del Estado deja sin aliento a cualquiera, es tal la ofensiva que la reacción es solo reacción en red social; es tan grande el golpe al entramado social que la sensación de vacío e impotencia nos dejan inmóviles. Y ante la inmovilidad esperamos que venga alguien y nos dé movimiento indicándonos qué hacer. Pero no viene nadie, están en otra o no están, se fueron, se fueron todos aunque estén ahí, los veamos por todos lados pero no están, ninguno.
El 17 de febrero de 1922 todavía no existía ninguna asociación o sindicato de trabajadoras sexuales, no hubo congreso, asamblea o sesión; ningún secretario general llamó al paro.
Cinco pibas, asqueadas de mil quinientas muertes, largaron duros a los milicos asesinos.