La Ley Ómnibus: la primera batalla política en el Congreso y en la calle
La ley ómnibus es la primera gran batalla que se librará en el marco del nuevo gobierno de Javier Milei. Ex funcionarios menemistas están jugados a su aplicación y fue inspirada en la labor del autodenominado “ministro de las privatizaciones” de los noventa, Roberto Dromi.
Reforma de leyes laborales, privatizaciones, quitas de subsidios a la energía y el transporte. Todas estas medidas son las que se escuchan de la boca de dirigentes libertarios cuando se habla del paquete de leyes que Milei anunciará en su asunción el 10 de diciembre. “Si nadie traiciona, la ley ómnibus no tiene por qué pasar”, afirmó la diputada y ex candidata presidencial por el Frente de Izquierda Miryam Bregman. Desde el lado del nuevo oficialismo, aseguran que están cosechando muchas voluntades entre diputados y senadores del peronismo no kirchnerista.
El concepto de Ley ómnibus surge de la ley formalmente conocida como “Ley de Reforma del Estado” (Ley 24.156) aprobada en 1992, durante la presidencia de Carlos Menem. Este paquete incluyó:
Privatización de Empresas Estatales: una de las medidas más destacadas de la Ley Ómnibus fue la continuación del proceso de privatización de empresas estatales. Sectores clave como telecomunicaciones, energía, transporte y servicios públicos fueron objeto de esta iniciativa, con el argumento de “atraer inversores y mejorar la eficiencia en la prestación de servicios”.
Reformas en la Administración Pública: la ley también introdujo cambios en la administración pública, con “el propósito de simplificar procesos, reducir la burocracia y hacer más eficiente el aparato estatal”.
Flexibilización Laboral y Medidas Económicas: en línea con otras políticas del menemismo, la Ley Ómnibus incluyó disposiciones para la flexibilización del mercado laboral, con el planteo de “hacerlo más competitivo y atractivo para las inversiones". Además, se implementaron medidas económicas destinadas a liberalizar la economía y atraer inversores extranjeros”.
¿El resultado de todas estas políticas? El menemismo terminó su gobierno con 18,2% (al comienzo de su mandato era de 7,1%) de desocupación, 30% de pobres, pero luego de la salida de la convertibilidad (1 peso, 1 dólar) la pobreza se fue a 57%. Esta es la razón por la que Menem no pudo lograr su reelección en el 2003 y decidió bajarse antes del balotaje con Néstor Kirchner.
La batalla en el Congreso
Milei tiene 38 diputados y 7 senadores. Si la política fuera matemática, la discusión estaría terminada. Pero la política nunca es matemática, o a lo sumo es una matemática muy compleja. Milei ganó por 55% de los votos ¿Cuánto de eso es un voto rechazo y cuánto está de acuerdo con Milei? ¿Cuánto porcentaje de la población está dispuesta a probar con las ideas de Milei y desea honestamente que le vaya bien? ¿Cuántos diputados y senadores prefieren ir a favor de la corriente de opinión de la sociedad y cuántos estarán abocados a la difícil tarea de explicar los peligros del programa de privatizaciones y ajustes del nuevo gobierno? Todas estas preguntas están explotando en la política nacional mientras se rompen y reagrupan los bloques políticos en ambas cámaras.
“Si no hay traidores, no tiene por qué pasar la Ley Ómnibus”, aseguró Myriam Bregman, ex candidata presidencial del Frente de Izquierda. “Las traiciones en política no existen”, afirmó alguna vez Miguel Ángel Pichetto, quién dirige un bloque de diputados en el Congreso que declaró su independencia de Juntos por el Cambio y está cercano a aprobarles las leyes a Milei.
Los radicales a duras penas se salvaron de seguir con la división que ya arrastraban. Un grupo de 23 diputados alineados con el cordobés Rodrigo de Loredo están dispuestos a respaldar las leyes de Milei que le parezcan más razonables.
En cambio, el grupo de 12 diputados de la UCR que conducía Facundo Manes, aceptó mantenerse dentro del bloque y aceptar la jefatura del cordobés, aunque les costará aceptar la mayoría de los proyectos que Milei prepara para mandar al Congreso.
El peronismo más lejano a Cristina Kirchner se va convirtiendo en un confuso grupo de potenciales parlamentarios colaboracionistas. La punta de lanza de este movimiento son los que acompañaron a Juan Schiaretti en la elección presidencial. Desde La Libertad Avanza aseguran que estos pueden llegar a veinte si suman algunos “apátridas” que alguna vez integraron la familia peronista.
Por lo pronto, el kirchnerismo y el trotskismo son los únicos diputados que se mantendrán alejados de cualquier posibilidad de colaboración con Milei. Si este grupo de aproximadamente 60 diputados no se expande, el presidente electo podría tener su media sanción.
En el Senado, las cosas resultan más difíciles. A los siete senadores de la propia tropa, Milei debe sumarle unos 30 para aprobar su Ley Ómnibus. Jorge Fontevecchia en su apertura de su programa diario, explicó una hipótesis plausible. En el Senado cada provincia tiene sólo tres senadores, independientemente de tamaño o población. Si se reparte parte de la coparticipación de Buenos Aires, dirigida por el insospechado colaboracionista Axel Kicillof, entre provincias de gobernadores más pragmáticos tal vez se compren varias voluntades en el Senado.
Por lo pronto, la calle es el sector que a fuentes de La Libertad Avanza más le preocupa. Las imágenes de las “toneladas de piedras” en el Congreso de diciembre de 2017 siguen vigentes. Por lo pronto, hay un sector del sindicalismo tradicional representado en Hugo Cachorro Godoy de ATE, los Moyano, La Corriente Federal de Sergio Palazzo que junto a los movimientos sociales y la izquierda se plantean como los que están dispuestos a copar la calle a Milei. El resto del triunvirato y parte del peronismo, por ahora están dispuestos a “garantizar la gobernabilidad”.