La Argentina y sus Demonios
La "teoría de los dos demonios" no solo vuelve en los mensajes de odio de Milei y Villarruel, sino en el macartismo de algunos sectores opositores al gobierno tambien.
1.
En 1983, por indicación del entonces presidente Raúl Alfonsín, se conforma la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP). Integrada por 16 miembros fue presidida por el escritor Ernesto Sábato quien describiera al asesino de Videla con los mejores elogios: “El general Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultural del Presidente”.
Esta frase dicha por uno de los escritores nacionales más encumbrados no fue para nada inocua ante la opinión pública general. Sábato, se constituía como intelectual orgánico del progresismo clasemediero con la tarea de aligerar la carga criminal de Videla y demás genocidas del proceso militar.
Esta edulcoración de quienes planificaron desapariciones, robos materiales, apropiación de infantes, estafas, negociados, asesinatos, y otros tantos crímenes, fue parte de un engranaje más grande llamado “Teoría de los Dos Demonios”. Operatoria intelectual, política y mediática, que tenía (y tiene) el objetivo de igualar a quienes se hicieron del Estado por medio de un golpe cívico-militar, con quienes lo resistieron de la forma que estuvo a su alcance. De esta manera se presentaba al conjunto del cuerpo social como un agente pasivo entrampado en una disputa armada entre fuerzas militares de derecha y una izquierda subversiva.
El clímax de esta operación distractora llegará con la Ley de Punto Final y Obediencia Debida, Pacto de Olivos e Indultos, donde se terminó de encorsetar a la sociedad en discutir los métodos instrumentales del terror estatal en vez de profundizar sobre los beneficiarios del modelo económico diseñado por José Alfredo Martínez de Hoz. No estamos banalizando los métodos del terrorismo de Estado y sus consecuencias, sino señalando que la democracia es de baja intensidad cuando su clase política no lleva adelante actos efectivos para desmantelar el modelo de concentración y extranjerización económica que le dio origen a la dictadura en 1976.
2.
La retórica anticomunista de Javier Milei, en conjunto con las pobres teorías conspirativas de Patricia Bullrich, es repetida como mantra en redes sociales y medios afines sin mayor objetivo que construir una “épica del estamos ganando”. Por su parte, Victoria Villarruel, quien en términos discursivos es la más hábil de los tres, ha logrado reinstalar en la agenda pública tópicos de la Teoría de los Dos Demonios que no solo son tomados por el núcleo duro libertario-macrista, sino que encuentra algún eco en expresiones que transitaron el Campo Nacional.
Efectivamente, discursos macartistas a lo Pichetto o Moreno no son una sobreactuación, sino el abandono de una doctrina que en su origen supo cobijar muy diversas proveniencias políticas con claros posicionamientos antioligárquicas y antimperialistas… posiciones de las que ambos carecen.
Sin embargo, la inoculación del pensamiento reaccionario no es privativo de éstas facciones marginales del pejotismo transero. Existe en paralelo una suerte de revisionismo isabelista y aggiornamento de posiciones otrora setentistas, que bajo pretexto de sensatez ha clausurado para sí el entender al peronismo en clave de liberación nacional pasando de la propuesta utópica a la realpolitik de lucha por candidaturas y cargos. Éstas posiciones, al igual que las anteriores, son incapaces de interpelar en términos de futuro al pueblo pues tienen el alma quebrada.
3.
La violencia política en la Argentina no nació en la década del 70 con los Montoneros y el ERP, como en estos días Villarruel ha vuelto a instalar con la ayuda de un ejército de tuiteros. La violencia de la segunda mitad del siglo XX surge con el bombardeo de aviones de la marina sobre Plaza de Mayo asesinado a cientos de civiles; prosigue con el golpe de Estado de 1955 y los fusilamientos de José León Suarez en 1956; con la proscripción, el exilio forzado y el Plan CONINTES atestando las cárceles con presos políticos. Surge cuando el capital concentrado alineándose con Washington logra subordinar a las FFAA para que sean el brazo ejecutor de una política antinacional impuesta bajo el ejerció del terror.
Hay que aclarar que la violencia sobre el pueblo no se encontraba en el ADN de nuestras FFAA erigidas sobre los valores de una tradición sanmartiniana. La violencia terrorista al interior de las FFAA fue la consecuencia del adoctrinamiento político de la CIA, la Escuela de las Américas y las prácticas inculcadas por oficiales del ejército francés que habían actuado en la guerra de Argelia y China. Estos son quienes les transmitieron sus ideas de cómo actuar contra todo proyecto revolucionario o de cuestionamiento al capitalismo occidental.
Toda esta violencia desatada sobre el pueblo argentino por varias décadas es lo que generó que en diversos momentos y bajo diversas metodologías, los sectores populares ejercieran su derecho a defenderse.
Lejos de asistir pasivamente al terror de Estado, son los sectores más radicalizados del pueblo que responden a ideas de izquierda, del nacionalismo revolucionario y de la tendencia revolucionaria del peronismo que pasaron a organizarse en forma armada, pero sobre todo políticamente, para llevar adelante una la lucha por la justicia social y la liberación nacional con claras posiciones antimperialistas.
4.
Siempre los pueblos han resistido la opresión. Desde el derecho romano y las antiguas escrituras bíblicas, hasta la moderna doctrina católica se puede encontrar argumentos que los pueblos toman para colocar en palabras un estado de situación que los empuja a enfrentar la tiranía. Son esos momentos históricos de radicalidad de “todo o nada” en que los de abajo se sienten empujados a una lucha no buscada, pero que no pueden evitar.
El pasado jueves, en el marco de un ciclo de formación política y debate abierto organizado por el Encuentro Patriótico, agrupamiento del cual soy parte integrante, se iba a presentar el exdirigente montonero Mario Firmenich. Inmediatamente, la circulación por las redes sociales de su presencia se viralizó hasta tal punto que la vicepresidenta lo vio propicio para montar un show mediático realizando apreciaciones altisonantes: “El terrorista Firmenich desde la impunidad que le garantizó el mismo Estado argentino pretende justificar el accionar terrorista de Montoneros… A estos terroristas del pasado y del presente les quiero decir que mi intención de meterlos presos no es solo mía, sino de millones de argentinos hartos del negocio que hicieron en nombre de los DD.HH…. Al terrorismo se lo combate siempre y sus crímenes son el origen de la desgracia, miseria y decadencia que padece la gran Nación Argentina”. No nos vamos a referir sobre los improperios de Villarruel, ya hemos dicho algo al respecto en los apartados anteriores. Tampoco vamos a opinar sobre Firmenich y mucho menos juzgarlo en el escarnio de lo público, pues en su accionar militante con luces y sombras, están sus propios compañeros de trayectoria para realizar junto a él todo tipo de análisis autocrítico. Estas líneas, no pretenden ir en esa dirección.
Lo que sí intentamos poner de manifiesto a quienes consideramos compañeros en el amplio sentido del término, que en la historia todos los revolucionarios cuando son derrotados o se han equivocado son retratados en forma instantánea como delincuentes, subversivos, traidores o irresponsables… pero no sólo por los poderosos de turno, sino también por quienes sin realizar un verdadero análisis de la derrota alguna vez comulgaron con las ideas del vencido y hoy, por tener el alma rota o no dar la talla, prefieren despegarse del reo señalando con el dedo auditor de revoluciones ajenas lo que otros han tratado de hacer. Cuando estas cosas pasan, perdemos todos una vez más.