El Sol del 25 viene asomando... sobre la normalidad colonial
Pocas respuestas para la cantidad de preguntas que se cuecen al fuego lento del cipayismo.
En nota del 10 de mayo, Rodolfo Pablo Treber, economista del Encuentro Patriótico, señaló que la confirmación de un nuevo aumento de la deuda con el FMI en 20 mil millones de dólares implica para nuestro país un mayor grado de subordinación colonial. Esto se verifica en la reducción de los programas de asistencia social, destrucción del sistema previsional, pulverización del poder adquisitivo de los salarios (ajustes por debajo del índice de devaluación / inflación) y “potenciar la explotación y exportación de minerales y energía. Sin vergüenza alguna, el FMI exige achicar el consumo del pueblo argentino a fin de aumentar el caudal de saldos exportables y así adquirir mayor cantidad de materias primas a bajo costo”[1].
Obviamente, los dólares del FMI sólo están pensados para reforzar la fuga de capitales de los grupos económicos extranjeros por medio del carry trade, profundizando así una estafa monumental sobre el pueblo trabajador y las generaciones por venir.
No nos casaremos de señalar que el golpe militar de 1955 se realizó con el objetivo de frenar la Patria industrialista de Juan Perón que colocó por primera vez a la clase obrera en una situación de real disputa de la riqueza socialmente producida. Aun así, el musculo popular que se ejercitó en la década de primer peronismo sirvió para resistir los embates del capital hasta que la entente Rodrigazo (1975), Plan Martínez de Hoz (1976) y Menemismo (1989-1999), quebraran las espaldas del movimiento obrero y toda capacidad de control por parte del Estado. La posterior llegada de Néstor Kirchner, fue una instancia fugaz pero que permitió volver traer al debate de lo político la cuestión de la “planificación” como instrumento indispensable gestión de Estado.
La historia posterior es conocida y tiene mucho más que ver con “la normalidad colonial” pre-peronista, que con la “anomalía soberanista” de Néstor.
La colonialidad no es algo que irrumpe en nuestras vidas como un relámpago en un cielo claro, es algo que se cuece en el fuego lento del cipayismo. Por supuesto que hay acciones directas e inobjetables de ser catalogadas de plena convivencia con intereses extranjeros en contra de la Nación, como pueden atestiguarlo hechos tales como el empréstito Baring Brothers (1824); el apoyo unitario al bloque anglo-francés (1845); los negociados de Roca-Runciman en torno a las carnes (1833); la estafa en la compra de la Compañía Italo-Argentina por Martínez de Hoz y Klein (1976); los pollos de Mazzorín (1986) o el contrabando de armas a Ecuador por Menem, Cavallo y Yoma.
Sin embargo, hay otras operaciones más sutiles, más sesgadas a la mirada general y hasta presentadas como simpáticas por una clase política que las normaliza como los gestos necesarios si es que se quiere jugar en Primera A.
El pensador y militante del campo nacional, Arturo Jauretche señalaba que estas prácticas eran parte de la “colonización pedagógica” tendientes a transpolar e introyectar valores foráneos a nuestra idiosincrasia y forma de pensar. En términos más actuales, podríamos decir que la colonización pedagógica es parte de una “guerra cognitiva” que se lleva adelante con el objetivo de disimular nuestra situación colonial y pérdida de soberanía.
Y es así, como en el término de 80 años pasamos de la consigna “Braden o Perón” como rostro de la antinomia “Patria sí, colonia no”, a ver de parabienes a un sinfín de políticos, sindicalistas u hombres de los medios de comunicación, como perros falderos de embajadores o funcionarios de potencias extranjeras.
No es menester de esta nota pensar qué hay detrás de los repetidos encuentros futbolísticos entre Tinelli y James Cheek o del jocoso abrazo wokista entre Donda y el británico Mark Kent, porque hasta se les puede dar el beneficio del banal cholulaje. Tampoco es necesario reflexionar mucho sobre la obsesión de Milei con Donald Trump, Elon Musk o la corriente Jabad Lubavitch acusada en Nueva York de pederastia, su política habla por sí misma.
Sin embargo, sí es correcto preguntarse el por qué, personas que sostienen estar del lado de los intereses populares parecieran necesitar para existir en el mundo de la realpolitik encuentros y fotos con quienes agreden y saquean a la Argentina.
¿Por qué de la lectura de los WikiLeaks se infiere que Sergio Massa era (¿es?) un asiduo visitador de la embajada estadunidense? ¿Era necesario por parte de Cristina Kirchner subir una foto de su reunión con la generala Laura Richardson y hasta de felicitarla por ser la primera mujer comandante del Comando Sur de los EEUU (el cual realiza el patrullaje del Atlántico entre el Caribe y el enclave colonial británico en Malvinas)? ¿Wado de Pedro y Manzur sabían que el know-how de la empresa israelí Mekorot lo construyó atentando contra la vida de los palestinos? ¿Fueron necesarias las fotos de las dirigencias sindicales de la CGT y la CTA con el embajador Marc Stanley y otros funcionarios norteamericanos? ¿Por qué Leandro Santoro integra junto a otros diputados de UxP y el PRO el Grupo Parlamentario de Amistad con el Estado de Israel y no denuncia al mismo como parte de la propaganda sionista? ¿Por qué Daniel Filmus declara que la Antártida no es parte del territorio argentino? ¿Por qué Agustín Rossi sostiene que la Argentina no tiene hipótesis de conflicto cuando el total de la superficie bajo control colonial británico representa un tercio de nuestro país?
En fin… ¿por qué la Causa Malvinas, las grandes extensiones de tierras en manos de particulares extranjeros, o que el 80% de nuestro aparato productivo esté en manos de capitales foráneos, no es parte de la agenda o discurso de la mayoría de los dirigentes del campo nacional?
Muchas preguntas que se cuecen al fuego lento del cipayismo y pocas respuestas para un 25 de mayo colonial. Sin embargo, la historia muestra que siempre el pueblo tiene su revancha y hace tronar el escarmiento.
[1] Pablo Treber: “Vía libre a la sobre colonización sin reacción ni oposición política”, InfoNativa 10/05/25