El experimento de la derrota cotidiana

20 de septiembre de 2025
Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

El experimento político impuesto en la Argentina el 10 de diciembre de 2023, esa extravagante distopía en la que una persona en curso de una enfermedad mental es fungida y reconocida como Presidente de nuestra Nación, empieza a contar los días para atrás.

Como tantas veces se anticipara, la inevitable crisis que se gestaba al calor de la implementación de un programa de miseria planificada y saqueo colonial, empieza a acelerar el ritmo de producción de consecuencias económicas, políticas y sociales de extrema gravedad para la vida material de millones de compatriotas.

Tras la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires, que combustionó el deterioro de las variables macroeconómicas de un programa volcado a la timba financiera y los negocios de corto plazo de una banda de criminales económicos del poder financiero global, comenzó a gestarse el transcurrir de derrotas cotidianas que caracterizan esta coyuntura.

Al descontento social inocultable frente a la magnitud del empobrecimiento de la vida diaria, acelerado por las consecuencias de la recesión económica impuesta para domesticar la inflación y el inevitable crecimiento exponencial de despidos y desmoronamiento de salarios e ingresos populares, se le suma el fatídico horizonte de devaluación que demandan los grupos económicos que planifican la economía nacional.

Comenzó el trabajo de identificar a Javier Milei como el único responsable de la crisis que solo tiende a agravarse en el futuro cercano.

Los acontecimientos recientes exhiben que el poder económico que lo depositó en la presidencia del país y el sistema político que blindó sus debilidades y ejerció una curatela institucional para asegurar que los objetivos del poder económico pudieran plasmarse en efectividades conducentes, le han soltado la mano a un pesonaje que, además, perdió la narrativa romántica que le proporcionaban la virtualización de la política y que jamás tuvo adhesión social en la calle, siquiera en los tiempos de mayor impostura en su imagen.

Las jornadas de tensión cambiaria, la dolarización de carteras del poder financiero en medio de un derrotero devaluatorio y el enorme sacrificio de reservas que los empleados del JP Morgan en el Ministerio de Economía y el Banco Central materializan para asegurarle solidez en la crisis al poder económico, marcan con toda claridad cómo empieza a balancear y asegurar las conquistas alcanzadas durante la anomia de dos años de vigencia del experimento Milei.

En tan solo tres días, el BCRA sacrificó dólares equivalentes a una decena de presupuestos ajustados en áreas sensibles del Estado, para satisfacer la demanda de rentabilidad en la crisis de los grupos económicos del sector financiero de la Argentina. En la jornada de ayer, sin ir más lejos, se vendieron 678 millones de dolares, suma que deja en ridiculo los aportes del tesoro a las provincias con las que el gobierno mantenía consensos.

Los abultados números que marcan la derrota legislativa en los vetos presidenciales al financiamiento de emergencia en pediatría y universidades, marcan que el poder político que le aseguró los votos para sancionar la Ley Bases y el RIGI, comenzó a desconocer su reciente adhesión, fingir demencia y causarle derrotas a un experimento político al que se ofrecen como reemplazo.

Gobernadores que le arrancan transferencias monetarias a cambio de votos que le niegan 24 horas después de asumido el compromiso, evidencian que la interlocución política con aquellos aliados que le facilitaron al poder económico obtener regulaciones que fortalecieron sus prerrogativas, han prescindido del experimento Milei como factor político en la construcción de gobernabilidad.

El estado de derrota cotidiana del experimento político que encuentra a Milei sentado en el sillon presidencial contiene un contraste notable con la situación política que se pretendía exhibir hace unos meses con la narrativa impuesta por los medios hegemónicos de comunicación, el consenso virtual de las redes sociales y la fábrica de ilusiones de encuestadores y consultoras.

Hace un año, nada más, que se lograba la sanción de ese estatuto legal del coloniaje llamado Ley Bases, y Javier Milei era presentado como un nuevo liderazgo mundial de la pantomima libertaria.

El derrumbe estrepitoso de esa falacia, está empezando a tronar ensordecederoamente en una coyuntura marcada por la catástrofe económica y las emergencias sociales que se agravan como consecuencia de la crisis.

 

Rumbos inciertos

Hay que reconocerle una habilidad a ese poder económico subordinado a los Estados Unidos y al sistema político que le responde: son especialistas en encontrar la arquitectura política necesaria que le permita, frente a una crisis, gestionarla para evitar tener que resolverla en perjuicio de sus propios intereses.

Hace unos pocos días nomás, visitó la Argentina el ex secretario para América Latina del Departamento de Estado yanqui, Juan González. Durante el gobierno de Alberto Fernández, el asesor de Biden llegó al país y bajó del avión con la camiseta de Tigre puesta, como gesto de amistad con Sergio Massa.

En su visita, brindó una entrevista muy elcouente ante Luis Novaresio y promocionada por el sitio de operaciones norteamericanas en el país, Infobae. En dicha entrevista, dejó pistas sobre la gestación de la crisis en marcha en el país y expuso como expectativa, que el gobierno de Javier Milei encauce un dialogo responsable con el peronismo para poder alcanzar una situación de gobernabilidad.

En varias ocasiones se refirió a su relación con Sergio Massa a quien señaló como la persona que “tiene vínculos estrechos con todo el espectro político en Washington y es porque él lleva décadas haciéndolo. (…) Él entendió la importancia de hablar con los demócratas y los republicanos y tiene amistades muy estrechas. Se lleva bien conmigo y se lleva con Mauricio Claver-Carone, que está al otro lado del espectro político. Y eso es algo que, hoy en día, especialmente con un Washington tan dividido, es clave.”

Probablemente, en su visita a nuestro país, Juan González haya mantenido un dialogo fructifero con actores institucionales que habitan la acartonada institucionalidad del peronismo en nuestro país, aportando una mirada del sector que representa sobre las expectativas de resolución de la crisis en nuestro país.

Quizás, una parte de esos diálogos, condicione las posiciones públicas de los dirigentes con pretensiones de poder que habitan el peronismo y propone la construcción de un marco de interlocución para que se modifique el rumbo, en medio de una fenomenal crisis que amenaza salarios, ingresos populares y el consumo cotidiano de millones de argentinos.

Seguramente las respuestas frente a la crisis que analizan en Estados Unidos condicionen las declaraciones públicas de los dirigentes peronistas con pretensiones de poder, al indicar la responsabilidad institucional de reconocer la deuda con el FMI y aclarar que las deudas se pagan, y adjudicarle a posturas infantilistas el desconocimiento de la estafa que el FMI perpetró con Mauricio Macri y luego con javier Milei para condicionar el futuro de millones de compatriotas.

En otro tiempo de la Argentina, que un ex funcionario norteamericano, operador de la realidad política local, mencione un dirigente del peronismo como una persona de diálogo con la potencia imperial, era proscriptivo de ese dirigente. Hoy lo promociona, lo promueve y no le obtura el reconocimiento político de sus pares. Un nítido testimonio de la desertificación ideológica que campea en el movimiento nacional.

 

Saqueo, calle y después

“Vamos a vender hasta el último dólar” dijo Luis Caputo en un programa se streaming partidario en medio de una corrida cambiaria. Una auténtica invitación al juicio político para poder evitar el saqueo que se anuncia.

Cuando no queden dólares, en la Argentina sólo quedará deuda externa.

Cuando los costos de la devaluación repercutan en los precios a un consumo que ya está por el suelo, tensionen sobre el bolsillo de trabajadores que tienen sus salarios atrasados e impidan que millones de jubilados puedan sobrevivir con lo que reciben de jubilación, el gobierno se enfrentará a una tragedia social de proporciones críticas.

El tiempo en que tarde en consumarse este saqueo, apenas, estará determinado por el ritmo de los anuncios de apertura de cada uno de las decisiones que fueron tomadas en las últimas jornadas, pero el guión de la película no admite demasiadas variantes.

No se trata de hacer un ejercicio de futurología. Se trata, apenas, de revisar una y otra vez cada una de las intervenciones del FMI a lo largo de nuestra historia.

Nuestro pueblo pagará el costo de la dolarización de carteras con mayores precios en cada uno de los productos que componen una canasta cada vez más básica. Nuestro pueblo pagará con sus sacrificios la deuda que quede una vez que los grupos económicos se queden con los dólares del préstamo. Nuestra riqueza pagará con extranjerización y nuestra economía con la primarización de su funcionamiento, siempre a manos de esos mismos grupos económicos.

Los tiempos que se avecinan estarán cargados de enorme dramatismo social. Urgencias que se habrán de multiplicar y vacíos en la política que no se llenarán con estupideces. Tiempos de crisis que se avecinan en la que construir organización popular, poner los dos pies en el medio de la comunidad que buscará reorganizarse y abrazarse a las convicciones políticas para dar respuesta ante el divague de la clase política, serán tarea ineludible para todo aquel al que aún le siga doliendo la Patria.

Es responsabilidad del movimiento nacional construir una nueva herramienta capaz de producir política por fuera de la dinámica sistémica que autoriza que nuestro país viva en un eterno retorno de dolor y sacrificio.

Es un tiempo para señalar que el Movimiento Nacional tiene como responsabilidad defender a su pueblo y a la integridad nacional, no al funcionamiento sistémico y los parámetros de un republicanismo de conveniencia. Si el gobierno anuncia miseria y saqueo, es la responsabilidad construir un punto de inflexión en nuestra historia para impedirlo. Es un tiempo para no ser dadores de gobernabilidad y dialogo, es tiempo de conflicto.

En las antípodas de la gobernabilidad y la continuidad del gobierno hasta el 2027, se encuentra una parte importente de nuestro pueblo. Castigada por el ajuste crónico y cotidiano sobre producción, industria, salarios, trabajo y el Estado como articulador de respuestas a las emergencias sociales, una parte de nuestro pueblo encuentra en la calle el espacio adecuado para tensionar con las pretensiones de un gobierno que amenaza con profundizar su programa de miseria.

A Milei se le está venciendo el permiso que le concedieron los patrones para disfrutar las mieles de los atributos presidenciales. Y en medio de todo este ruido, sería imperdonable que el movimiento nacional termine atrapado en la dinámica de una dirigencia que solo aspira a exhibirse como opción de gobierno a esos mismos patrones.

Es un tiempo para estar en la calle, ahí donde el pueblo toma decisiones.