El día más triste de nuestras vidas
Pasaron 4 años del paso a la inmortalidad de Diego Armando Maradona, un día que quedó marcado a fuego en la conciencia colectiva de nuestro pueblo. En un contexto de restricciones por el Covid, el amor volvió a juntarnos para despedir a quien es nuestra bandera. Hitos y momentos de una jornada inolvidable y el dolor de seguir extrañando al Pelusa.
Hay sucesos en la historia que hacen que recuerdes exactamente dónde estabas o qué estabas haciendo en el momento de su acontecimiento. Nada fue igual a las 13.15 h del 25 de noviembre de 2020. Estábamos en plena pandemia, recién comenzaban a levantarse determinadas restricciones, hasta que ese día fue la última.
Los medios por primera vez no estaban desesperados en dar la noticia, hasta que no quedó otra que confirmarla. Había muerto Diego Maradona a sus 60 años de edad. Ese caluroso día se vivía con una tensa calma, la noticia era demasiado espesa como para poder asimilarla. A los argentinos se nos había muerto un familiar, un héroe, una época… y no estábamos preparados para ver nacer al hito.
El mundo se mojó en lágrimas al ver que “el pibe de oro” pasaba a la eternidad. Como un 17 de octubre de 1945, el pueblo sintió la necesidad de encontrarse con quien los hizo felices en las calles, la posibilidad de recuperar los vínculos que se perdían con la cuarentena. Existieron distintos puntos a nivel nacional, en La Paternal, donde nació futbolísticamente se congraciaron argentinos de distintas camisetas, pero mismo sentimiento.
Ese día los hinchas dieron el ejemplo de que en este país que muchos critican, podemos actuar como comunidad. La Boca fue epicentro de otra iglesia maradoniana, donde se compartió el dolor y los recuerdos por el último adiós al 10. La ciudad de Rosario tuvo postales de hinchas de Central en el Coloso del Parque prendiendo velas al mural del Diego con la camiseta rojinegra Yamaha. La Plata fue la última casa de Diego. En aquel momento era técnico de Gimnasia y Esgrima La Plata, el club que le dio la posibilidad de retirarse homenajeado de todas las canchas del futbol argentino y realizo una movilización hasta la Plaza de Mayo para despedir al que los eligió.
Los homenajes internacionales no tardaron en llegar, los napolitanos que son compatriotas nuestros, tomaron su ciudad y lloraron a su líder revolucionario, le cambiaron el nombre su estadio para poner el de Maradona, la persona que les devolvió la dignidad que no pudo ningún político. La Cámara de Comercio de Bangladesh, envió una carta lamentando el fallecimiento de Diego y explicando lo que une a aquel país con el nuestro, la lucha contra la colonización de Gran Bretaña y Pelusa era como San Martin. En todas partes del mundo comenzaron a hacerse murales, Maradona como símbolo de mayorías, resistencia y futbol. Una persona con coherencia que sabe que en la vida hay que elegir y es “Blanco o negro, gris nunca”. Existe otro dato importante, se había ido un 25 de noviembre como él lo llamaba, su “segundo padre”, Fidel Castro, pero del año 2016.
La Plaza de Mayo, testigo de tanta historia, tendría otro popular evento. Se inundaron los alrededores de la Casa de Gobierno donde sería el velatorio. Millones, de todas las ideologías y de todos los clubes (por supuesto esto excluye a los enemigos de siempre, pero para ser lo más amplio posible) se juntaron para compartir colectivamente el dolor.
“Gracias por todo lo que hiciste por nosotros”, decía un hincha de San Lorenzo a las afueras de la interminable cola a Casa Rosada, velas prendidas al frente y los cantos de “Marado, Marado” para sanar un poco el dolor.
Diego es un héroe nacional, un patriota que logró transformar la realidad y lógica de la desigualdad con una pelota de futbol. El mejor jugador de todos los tiempos, el revolucionario que se bancó los vueltos que la vida da por decir y hacer lo que pensas. El destierro en mano de los “caretas” que no están dispuestos a amar hasta quemarse por el hecho cagón de estar a salvo. Tiene significancias para unos y otros, pero el hecho concreto es que mueve sentimientos en un mundo donde la moda es que eso no es importante.
Lo recordamos en su ejemplo, lo extrañamos todos los días y seguimos su premisa “lo importante es que se puede seguir creyendo en la gente”.