Demasiada muerte para tan poca democracia

12 de agosto de 2023
Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

En solo tres días se llenó de muerte una campaña que alejó más pueblo de las urnas de lo que lo acercó. El resultado que se conozca en la noche de este domingo, demostrará -apenas- el tamaño de la asignatura pendiente de una democracia que ha quedado demasiado pequeña. Un resultado que también pondrá en agenda, la tarea militante de reconstruir un proyecto político que vuelva a poner las urgencias de nuestro pueblo en el centro de sus reivindicaciones.

Jueves por la tarde, Obelisco. Un conjunto de organizaciones populares decide llevar adelante una protesta callejera contra la dinámica del proceso electoral que el día de mañana tendrá lugar en toda la Argentina. Convocan a no votar, decisión que por las más variadas razones, habrán de tomar millones de compatriotas.

Entre los militanes movilizados se encontraba Facundo Molares, quien integró las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, fue detenido en Bolivia cuando cubría como periodista las extendidas protestas sociales ante el golpe de Estado que había sufrido Evo Morales, y resultó preso por razones políticas en Argentina, ante un pedido de extradición de Colombia que fuera dejado sin ningún efecto a fines del año pasado.

Demasiado visible Facundo Molares para un miserable como Eugenio Burzaco, responsable de la seguridad porteña y tributario orgánico de agencias extranjeras. Demasiado cartel edificado por los medios hegemónicos para que desde el Centro de Monitoreo ubicado frente al Obelisco no advirtieran su presencia.

Es la única explicación posible para que sobre el cierre de una actividad que no estaba cortando ninguna calle, ni provocando ningún acontecimiento fuera de la propia protesta, se montara a destiempo un operativo de infantería de la Policía de la Ciudad. Demasiado elocuente la provocación montada por el personal policial contra los manifestantes. Apenas una escaramusa y la infantería se lanza sobre Facundo Molares, lo arroja al piso, presiona su cara y espalda contra la vereda y muere.

Facundo Molares es asesinado por la Policía de la Ciudad.

Quizás sólo pretendían detenerlo, narrar que un ex miembro de las FARC andaba participando en protestas en el Obelisco, como narraron luego de manera homogénea -con pretensión estigmatizante- los personajes que rodean Cambiemos y la candidatura de Rodriguez Larreta. Pero lo asesinaron, y dejaron un testimonio de los límites que están dispuestos a transgedir en la apariencia democrática del ajuste inevitable que amenazan con profundizar.

Demasiada muerte rodeando las elecciones que se jactan de caracterizar los 40 años de una democracia que anda a los tumbos, y exhibiendo su ineficacia para resolver las agendas urgentes de un pueblo que mira de costado a una clase política a la que juzga, en el mejor de los casos, como inútil para comprender la dimensión de sus problemas.

Morena, una niña apenas. 11 años y es asesinada para robarle su celular. Su nombre se hizo público en instantes y su caso recorrió las entrañas de la dinámica electoral, al punto de paralizar los cierres de campaña que tenían previsto las  fuerzas políticas con vocación de triunfo en las urnas.

Mucha miseria y mucho cinismo rodenado demasiada muerte. 

Morena fue asesinada en tiempos en que medios hegemónicos y centros de campañas electorales necesitaban usar la muerte como relato. Pocos recuerdan el nombre de Máximo Ivan Jerez, de 12 años, asesinado en el barrio Los Pumitas de Rosario, hace apenas tres meses. No lo nombra la política, no lo mencionaron los medios hegemónicos, porque su muerte no estaba rodeada de los tiempos en que todo se precipita por el desfiladero del oportunismo.

Ambos son testimonio del mismo problema. Los que sufren la violencia social, el crimen y la mayoría de los delitos, son los humildes.

El “orden” que propone Bullrich, Larreta y el concierto de liberales, es aquel en el que los pibes humildes son asesinados por delincuentes y la policía asesina militantes por incomodar con una protesta social. Cinismo miserable como propuesta de campaña, muerte como promesa de futuro.

En apenas tres días se llenó de muerte una campaña que alejó más pueblo de las urnas de lo que lo acercó. La apatía social con la que se viven los tiempos electorales es un escenario amable para una realidad social que muestra los hilos de una crisis que caracterizará el tiempo futuro.

Las urnas se ubicarán en el interior de las aulas de miles de escuelas y colegios en todo el país desde temprano éste domingo. La democracia no. La democracia es una herramienta mucho más compleja que el simple ejercicio del voto. Menos aún del voto depositado en las urnas para evitar que gane el contendiente, porque los proyectos políticos no terminan por enamorar a nadie.

Son apenas las primarias, las que habrán de definir los candidatos para la primera vuelta de octubre. Pero son también un indicador que puede descalabrar variables económicas de un país dependiente hasta la médula de las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

El resultado que se conozca en la noche de mañana, demostrará -apenas- el tamaño de la asignatura pendiente de una democracia que ha quedado demasiado pequeña ante tantas deudas sin zanjar que atraviesan su actual debilidad.

Y también pondrá en agenda la tarea militante de reconstruir un proyecto político que vuelva a poner las urgencias de nuestro pueblo en el centro de sus reivindicaciones, que dé batalla por el sentido histórico de su escencia y naturaleza política.

 


Fotos: Cris Sille (Telam)