Candidatos
Llegaron a los codazos y se acomodan en la lista para la foto. Aspiran a un cargo en un Congreso impotente para resolverle la vida a alguien, de los tantos nadies que sufren. Desregulacion y muerte; colonialismo y miseria, en los paréntesis cíclicos que dejaron a la democracia en ruinas. Los desafíos de pensar la salida para nuestro país, por fuera de las urgencias de una clase política que no puede encontrar el agujero para cebar el próximo mate.
Transcurría la última semana de un caluroso febrero de 1993. Atilio se bajó del tractor y arrimó los huesos hasta el patio de su casa. Delfina -su esposa- y sus cuatro hijitos lo esperaban para el almuerzo de domingo. Descorchó la damajuana, la inclinó sobre un vaso generoso, con el hielo necesario y se sirvió un vaso de “Soy Cuyano”, lo asustó con soda y se lo tomó según las apuradas del calor.
Atilio Bengolea falleció. Al igual que otras 28 personas que habían bebido los vinos “Soy Cuyano” o “Mansero” y perdieron la vida como consecuencia de la adulteración del vino con una proporción desmesurada de alcohol metílico que ponía en riesgo la vida.
Los vinos “Mansero” y “Soy Cuyano” pertenecían a la bodega “Nietos de Gonzalo Torraga” que un año antes había comprado Arnaldo Mario Torraga. El hombre cortó el vino con alcohol metílico en enormes proporciones, aprovechando el costo del alcohol que compraba en una droguería amiga. Pero mucho más aprovechaba la flexibilización que en el año 1991, a través del decreto 2284/91 había implementado el menemismo sobre el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
El escandalo por las muertes con vino adulterado ocupó la tapa de los diarios, los informes centrales de noticieros y terminó con una condena judicial a los responsables de la bodega y a las autoridades políticas del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), a quien no eximieron de responsabilidad a pesar de la desregulación de la que fuera objeto.
Pasó el tiempo suficiente para que, en el mes de julio de 2025, Federico Sturzenegger anunciara un ajuste sobre el INV y su tansformación en “unidad organizativa”. "Se transforma el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en una unidad organizativa dependiente de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, y se modifican sus funciones de manera de desregular la industria vitivinícola”, señaló y aclaró "Consultamos a muchos bodegueros y todos, sin excepción, marcaron el excesivo reglamentarismo del organismo que imponía cargas burocráticas, costos, y que dificultaba la innovación y experimentación”.
Sostuvo que las bodegas se encontraban sujetas a un "exceso de fiscalización” y por ello señaló que “la reforma fundamental es que el INV dejará de ejercer controles obligatorios sobre las etapas iniciales e intermedias del proceso productivo”. El anuncio de Sturzenegger coincidía con las noticias sobre la muerte de personas como consecuencia de la aplicación de Fentanilo adulterado por el laboratorio HLB Pharma.
La barbarie ideológica que expresa Sturzenegger colisionó con nuevas muertes a la merced del lucro empresario. Al enfrentarse sus ideas de desregulación, libertad de mercado y ausencia de fronteras a la rentabilidad empresaria con la muerte de personas como consecuencia de dicho lucro, Sturzenegger aceleró a fondo y dijo “Si no estaba el ANMAT, yo hubiera hablado con mi médico y me hubiera cuidado mejor.”
96 personas murieron como consecuencia de la aplicación de dosis de fentanilo adulterado que no tuvieron los controles adecuados por parte del ANMAT y del laboratorio HLB Pharma. El tema quedó atrapado en el pelotero en el que juega la clase política en la Argentina, y para peor, se apresura para ser sometido al escarnio y vulgarización que ofrecen las campañas electorales en esta fallida democracia.
96 familias llorando la muerte entre sus seres queridos. Y la política corriendo atrás de una pelota que no saben para dónde patearla cuando la alcancen.
¿Qué onda con los candidatos?
La clase política imagina estar viviendo días frenéticos. Pretenden ser protagonistas en la trama de una película que, imaginan, mantiene cautiva la atención de todo un pueblo. Edifican silencios, construyen suspenso, amenazan, dicen y se contradicen. Se mueven sin moverse, hacen como que hacen y dicen poco para no cagarla. Juntan firmas para hacerse colocar en una lista, posan sonrientes para un foto cuando la imagen es estática y fingen preocupación frente a la realidad, cuando la imagen tiene movimiento.
Para quienes asumimos como convicción que la única herramienta para transformar la realidad es la política, nos vemos obligados a ser incómodos espectadores de una película de terror. Pero alejarse dos minutos del espectáculo, permite dimensionar el grado de ajenidad con el que la enorme mayoría de los que pisan este suelo observa el asunto.
En las próximas horas la clase política habrá de decidir los nombres de los candidatos y las candidatas que representarán a las fuerzas electorales que se presenten a las urnas. Horas de extrema tensión en el micromundo imaginario que solo ellos habitan.
Dirigentes que asumen la recta final a los codazos para ver quién llega mejor posicionado para el reparto de nombres en una lista y así, seguir habitando un Congreso de la Nación, pletórico de personajes que promocionan su incapacidad para modificar la mas mínima de las injusticias sociales que padece la enorme mayoría de los que habitan este suelo.
Nadie más que ellos está preocupado por el próximo calendario electoral. Los que no llegan a fin de mes, los que dejaron de comprar comida o remedios porque no tiene un mango en el bolsillo. Los que perdieron el laburo. Los que no pueden pagar el alquiler. Los cuatro millones y medio de jubilados que sobreviven con trescientos mil pesos por mes. Los que no tienen para comer, ni siquiera en el comedor que no recibe alimentos, no esperan que los nombres en una lista le resuelvan alguno de sus problemas. Ni siquiera entienden bien de qué va el asunto.
De lo que hablan los que padecen la realidad y no esperan nada del sufragio al que han reducido la democracia, es de la gestación de una crisis social aún insondable y que se aleja peligrosamente de la política como catalizador de su devenir.
¿Para qué se disputa internamente de manera casi excluyente por los lugares de “poder institucional” si luego no se utilizan para torcer la realidad que se presenta como torcida? ¿Para qué seguir insistiendo en tener la prerrogativa de la conformación de listas, de la ocupación de lugares de poder institucional cuando se conquista, si al momento de tener la oportunidad de modificar el rumbo de los acontecimientos, se los usa para calentar asientos y aplaudir como focas la torción ideológica y el desbarranco político?
En definitiva, la pasividad en el ejercicio del “poder institucional” es el que fue vaciando a la democracia de todo contenido, el que pauperizó los debates políticos y transformó a la representación política en meros gestores de crisis expresadas en paréntesis cíclicos de un sistema económico injusto.
La profundidad de las consecuencias sociales que se agrava ante el avance diario del programa de miseria planificada por los grupos económicos y que se ejecuta mientras transcurre el experimento Milei, es una interpelación profunda en el corazón del movimiento nacional que nos exigen estar discutiendo algo totalmente distinto a lo que está discutiendo una clase dirigente que no podría encontrar el agujero para cebar el próximo mate.
Descarnado
Argentina es un ejemplo descarnado del punto de inflexión intelectual en el que está sumergido occidente ante el avance sin control de las tecnologías en manos de un puñado de corporaciones económicas. Javier Milei es un producto de época, un tipo que hace unos pocos años atrás hubiera sido reconocido por sus evidentes alteraciones mentales.
La democracia impuesta en nuestra región como salida ordenada de las dictaduras diseñadas por Estados Unidos y, al mismo tiempo, continuidad del formateo en clave de la planificación política, económica y social de nuestras naciones; jamás superó el umbral de las formalidades.
En esta etapa, en la que las pretensiones geopolíticas de un puñado de corporaciones, han decidido prescindir de la democracia, no sólo resulta anecdótico el sentido y la esencia del sistema que nunca fue, sino que se ha perdido hasta la mínima forma.
Que una persona con las difucultades mentales y físicas que ostenta Milei a toda vista, pueda ser naturalizado por los grupos económicos y reconocido por una buena parte de la sociedad, como un tipo en condiciones psíquicas, intelectuales y morales de gobernar el país, habla a las claras del precipicio al que se enfrenta el sistema democrático que nos han impuesto hace cuatro décadas, que jamás tuvo nada que ver con la democracia y que hoy empieza a ser un jarrón fracturado al que solo los de edad avanzada valoran como un bien a ser preservado.
Si la geopolítica es desafiante para nuestra región, que baila al ritmo de una potencia que pierde hegemonía global ante cada jornada en que occidente evidencia declino económico, moral, intelectual, ético y social; la defensa y liberación de nuestras naciones, secuestradas por los intereses de dominación de gigantescas corporaciones que las superan en riqueza, dinamismo, penetración cultural y disputan la aceptación social, es un desafío ineludible para este tiempo. Se le suma también la necesidad de pensar sistemas de organización nacional que redefinan sistemas de gobernanzas en sociedades que pueden aceptar un idiota -tal el caso de Javier Milei- sentado en los atributos de la presidencia de la nación.
Nada de esto se discute en un clima de tensiones controladas, expuesto en un ciclo electoral que se presenta como vehículo para el bienestar económico de una clase dirigente, pero impotente a la hora de disputar el poder real y los resortes efectivos con el que se planifica la política, la economía y la organización social de nuestro país.
Postales coloniales
En pocas semanas, el gobierno al servicio de las corporaciones, eliminó las posiciones arancelarias expresadas en retenciones para centenares de productos mineros. El argumento es fortalecer el clima de inversiones que algunas multinaciones exponen en proyectos de profundo extractivismo de materias primas, para desarrollo industrial extranjero y para satisfacer necesidades geopolíticas alejadas de las necesidades argentinas.
500 millones de dólares al año dejará de recaudar el país, mientras el sistema político finge que el tema no ocupa lugar en la agenda y discute sobre la morfología de las decisiones del veto presidencial al aumento a los jubilados o la convalidación del ajuste sobre discapacidad. Discutir consecuencias, antes de revisarle los números a las multinacionales.
Los últimos meses volvieron a aumentar los indicadores de la extracción de crudo en Vaca Muerta, el país alcanzó el máximo nivel de extracción de gas de su historia, se incrementaron las exportaciones petroleras y en el primer semestre el saldo comercial del sector energético le permitió al comercio exterior argentino esquivar un resultado negativo de 972 millones de dólares gracias a 3.760 millones de dolares exportados en energía.
Mientras eso ocurre, 1.200 despidos en Vaca Muerta, 2000 suspensiones y un deterioro salarial que marca niveles de descontento inédito en los trabajadores del corazón energético nacional, trazan los contrastes entre la realidad efectiva y la rentabilidad empresaria.
Los que tienen la Vaca atada, también la fugan, aún Muerta. “En sólo seis meses el sector exteriorizó excedentes por más de dos mil millones de dólares. Es el máximo registro histórico para la actividad. Esto quiere decir que dos de cada tres dólares que el sector generó comercialmente por la diferencia entre exportaciones e importaciones, se perdieron por diferentes canales financieros” exponen desde EJES (enlace por la justicia energética y socioambiental).
Y agregan “Como vemos, Vaca Muerta y el sector energético argentino baten récords de todo tipo mientras permanecen vigentes y se amplifican las disputas de poder en torno a quiénes se quedan con el valor generado en la actividad y con las divisas conseguidas por la comercialización de su producción en el exterior.”
Aún así, las tensiones controladas que se exponen en la superficie de la campaña electoral, repetirán con impostado antagonismo, el método mas eficaz para atraer las inversiones extranjeras, en un país enfermo de colonialismo.
Quien no puede mencionar la estructura colonial de nuestra Patria, extranjerizada hasta la médula en su economía y con una clase política subordinada a los intereses norteamericanos, y expone la dependencia a una divisa extranjera como un problema autónomo, principal e independiente; quizás esté exponiendo los límites de una oferta política que apenas pretenda administrar una colonia, pero en forma próspera.
Es necesario avanzar en estos debates en términos militantes, no para esperar que los dirigentes modifiquen comportamientos repetidos en décadas, o para que de algún twitter ingenioso aparezca el candidato que nadie conozca y el sistema lo termine estampando en una boleta, sino para entender el sendero por donde condicionar el futuro de una Patria a la que la espera una crisis demoledora a la vuelta de la esquina; en la que seguramente nuestro pueblo aguarde ansioso una propuesta que vuelva a ofrecer orden y trabajo, capacidad de planificar la vida en familia y en comunidad; y trazar un horizonte de dignidad y felicidad.