Apuntes sobre la crisis
El poder económico que planifica la vida política del país muestra tensiones. Unos y otros tensionan sobre los tiempos y la morfología de una crisis y su saneamiento. Y también hay un pueblo que sufre las consecuencias del programa de miseria planificada, harto de la provocación, el verdugueo y dispuesto a marcar un punto de inflexión en el horizonte de un tiempo que empezó a agotarse.
Esta semana, el jóven reportero gráfico y militante de 35 años, Pablo Grillo, regresa a la terpia intensiva ante su delicado estado de salud y como consecuencia de haber recibido en su cabeza un disparo de una pistola lanzagranada de gas lacrimógenos calibre 38.1 mm efectuado por el gendarme Héctor Jesús Guerrero, por orden represiva emanada desde las más altas esferas del Ministerio de Seguridad, conducido por Patricia Bullrich, candidata actual a senadora porteña por La Libertad Avanza.
Cada miércoles, la ética y estética del gobierno se concentra en reprimir jubilados, discapacitados y cualquier ciudadano que decida enderezar un reclamo ante las autoridades legislativas. Una suerte de insistencia en exhibir vulgarmente un combo de hijaputez, cinismo y bestialidad como nota característica de esta época de desbarranco moral e intelectual en el que fueron sumergidas las sociedades víctimas de la cultura propagada desde las usinas de la hegemonía estadounidense.
“La maldad y el odio son tentadores si uno está conviviendo con un discurso cruel que presume de glamour” decía Alejandro Dolina, en formidable entrevista brindada en Radio Gráfica que compartimos en ésta edición.
Una fila interminable de personas con discapacidad en la provincia de Misiones se agolpaban frente a un ex restaurante vacío, allí donde militantes de La Libertad Avanza devenidos en empleados públicos, fingían “auditar” su discapacidad para recuperar una pensión miserable ajustada en el altar de un superavit fiscal que fortalece la rentabilidad de un puñado de grupos econónicos.
Desocupación y recesión como nota característica de una etapa de ganancias exhuberantes en la renta financiera y balances nutridos de los principales grupos econónimocos del país que han logrado absorver en sus carteras hasta los últimos dólares contraídos en el sacrificio de generaciones futuras que significa el endeudamiento externo.
Hace 172 días que la vida de Pablo Grillo pende de un hilo. Hace dos años que la vida de los jubilados es víctima de un feroz ajuste, que las personas con discapacidad son objeto de desprecio para la retórica gobernante, que la desocupación golpea la puerta de cientos de miles de argentinos, que los humildes viven un infierno cotidiano para llegar a fin de mes; mientras la riqueza obscena es celebrada, la criminalidad económica reconocida como heroísmo y la injusticia social como nuevo paradigma filosófico y político.
Pero eso sí, la crisis política que se presenta en esta coyuntura se acelera al ritmo de unos audios que exhiben, en forma fragmentada y en cuotas, una trama de corrupción que atraviesa el círculo familiar y personal del personaje que ubicaron estratégicamente en la presidencia para catalizar el experimento político en marcha. Ponele.
Al oscuro de la crisis
El 1 de junio de 2024 la editorial de InfoNativa se titulaba “Milei y después”. Decíamos hace más de un año que “A Milei lo acompaña la hermana, su profesora de Reiki, y un puñado de personajes que solo podrían hacer algunos mangos y negocios detrás de este golpe de suerte. El resto, apenas, lo usa de futuro chivo expiatorio de la dramática crisis política, social, económica e institucional que se avecina en nuestra Patria, como consecuencia inevitable del programa de miseria planificada que se está implementado a la sombra de la “batalla cultural” que esgrime el tipo con problemas que funge las veces de presidente.”
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Y resulta que a poco de transitar su plebiscito electoral, alguien comenzó a adobar al chivo para meterlo al horno.
El poder económico que planifica la vida política del país muestra tensiones. Se reúnen en un rincón de las operaciones personajes como Eurnekian, Bulgheroni, Elsztain o Galperín para intentar sostener el exotico experimento político que vertebra el desgobierno de Javier Milei y ganar un poco más de tiempo.
Se jactan de la profundidad de las transformaciones regulatorias, legislativas e institucionales que han logrado en muy poco tiempo y que autorizarían una anarquía liberal que les permita subordinar la economía nacional al engorde de sus balances.
En el otro bando, los grupos económicos que no están dispuestos a hacer rutas para movilizar los granos, oleoductos o gasoductos para transportar hidrocarburos y pretenden que los financie el Estado Nacional con el sacrificio impositivo de las mayorías populares, se hartaron de la zonza radicalidad ideológica de Javier Milei. La rentabilidad en este tiempo del capitalismo se explica por la criminalidad económica y la expoliación del Estado, no por la creatividad, eficacia y oportunidad de las inversiones privadas.
Para un sector muy importante de los grupos económicos, el tiempo de la radicalidad programática del desmantelamiento del Estado ya se agotó. Es tiempo de reordenar números, efectivizar las ganancias, esconderla bien lejos y acomodar las condiciones para maximizar rentabilidad frente a una crisis. Entrar fuertes y capitalizar el redespliegue económico en una coyuntura recesiva, pagando bajos salarios, con un Estado que se dinamice sobre la infraestructura que ellos necesitan y con escasas regulaciones y tasas que condicionen su renta.
Unos y otros tensionan sobre los tiempos y la morfología de una crisis y su saneamiento. Todos, eso sí, confluyen en la necesidad de una mega devaluación de la moneda nacional que les permita gastar una ínfima parte de los dólares que se quedaron de esta etapa en el pago de impuestos, salarios y contribuciones. Todos coinciden en la necesidad de licuar deudas y salarios; y celebrarlo con el ingreso de multionacionales que aseguren las subordinación de la producción nacional a las cadenas de suministro extranjeras.
Al ritmo de las tensiones y los tiempos de sus necesidades, el poder económico hace bailar a “Los fabricantes de encuestas, las corporaciones económicas locales y extranjeras, la clase política que finge acompañar al gobierno, la oposición dialoguista que simula estar facilitando gobernabilidad al presidente, el sistema político que finge oponerse bajo el paraguas del denuncismo fácil y el lagrimeo virtual a flor de twitter como impostura de resistencia” como describíamos en aquel editorial.
Al ritmo de esos mismos intereses, baila una liga de gobernadores que pretende llevarse mayor autonomía para sus propios negocios como resultado de la crisis inexorable que se avecina en el horizonte.
Pero sí, la profunidad de la crisis que atraviesa la coyuntura guarda relación con el clamor de honestidad de los fabricantes de narrativas que ocupan el minuto a minuto de las corporaciones de la información y la calle virtual de las redes sociales. Ponele.
El escandalo de la corrupción
“Con la democracia la política debía modernizarse, debía deponer no sólo la crítica de las armas sino las armas de la crítica… Con la caída del muro de Berlín, pero también con la derrota de las narrativas revolucionarias locales, la historia ya no era el prisma a través de la cual mirar la escena contemporánea. De ahora en más, la legalidad se imponía como la partitura que organizaba el debate público. La política debía aggiornarse a la democrática tomada por la lógica liberal…. El combate a la corrupción se convirtió en la madre de todas las batallas” señala en una edición reciente de la revista Malas Palabras el ensayista Esteban Rodriguez Alzueta.
Que la plaza mediática esté ocupada por los audios de Spagnuolo y la indiferencia social con la que se cotejan los devenires políticos, pretenda ser alterado con una catarata de audios que desnudan a una banda de delincuentes haciendo negocios sobre el ajuste brutal que sufren las mayorías populares; y que en esa agenda sean capaz de coincidir las propaladoras que se pretendían antagónicas hasta antes de la cristalizada corruptela, son la cerradura por la que se nos permite observar que la crisis, pretende ser narrada por los mismos que la provocan, para poder apuntar sus soluciones al catálogo de respuestas.
“La pequeña minoría de los que han sido pillados por la justicia con las manos en la masa es el precio que está dispuesto a pagar la gran mayoría de los que dominan, para no dejar de dominar” señalaba el filósofo frances Michel Surya en el libro De la dominación: el capital, la transparencia y la corrupción.
“La hipótesis”, entonces, es la siguiente según Rodriguez Alzueta “los casos de corrupción solo perjudican en apariencia a la dominación, y que constituyen, al contrario de lo que se piensa comúnmente, el medio del que disponen las elites para ampararse y sanear las condiciones de su ejercicio.”
En definitiva, nadie va a extrañar al oligofrénico de Milei o al circo de subnormales que arribaron al amparo de su experimento. Apenas serán señalados como los insaciables e inescrupulosos responsables de una crisis que se resuelve con legalidad y transparencia, cuya investigación queda en manos de un paquete de jueces y fiscales y al escrutinio mediático de un puñado de corporaciones de la información.
“A falta de igualdad real la promesa de transparencia propone a la igualdad formal como la panacea y fin último de la democracia. Porque al fin y al cabo el modelo no es tampoco que todos sean iguales, sino que todos sean parecidos, tengan las mismas expectativas consumistas, todos vayan detrás de los mismos objetos encantados que propone el mercado, incluso el mercado de la política en la góndola electoral” remata Rodriguez Alzueta.
Las oportunidades
“Cuando Milei sea apenas el responsable del fracaso, la miseria y las muertes que ya se cuentan sobre la espalda del desgobierno que le hacen encabezar. Aún así, tendremos el problema más grande sobre nuestras espaldas. El desierto ideológico que vuelve una y otra vez a recurrir a un sistema político infestado de colonialismo, como respuesta superficial para enfrentar problemas estructurales de nuestro país” decíamos aquel 1 de junio de 2024 en nuestro editorial.
Y nos señalábamos que “en el horizonte, al calor de la calle, debe consolidarse un programa que desafíe la extranjerización de nuestra economía, que recupere la capacidad del Estado de planificar la economía, que diseñe estrategias de producción popular para poner las necesidades comunitarias como eje central de la inversión pública, que recupere el control de los recuros estratégicos para diseñar el desarrollo industrial nacional a la medida de las necesidades de nuestra Patria y no del extranjero. Abrir una cerradura al futuro, que nos permita mirar más allá de este tiempo plagado de horrores.”
Hay un subsuelo de la Patria que sufre las consecuencias de un programa de miseria planificada. Una mayoría que deambula invisible ante los ojos ciegos de un sistema político que no puede salir de la propaganda y la superficialidad como mecanismos de acción política.
Hay un pueblo que expone tensiones cuando el personaje impuesto como Presidente se pretende en campaña electoral y se resguarda detrás de un escudo de la Policía Federal para frenar el embate de un brócoli lanzado con la bronca que mastica alguno entre millones.
Hay un pueblo harto de la provocación y el verdugueo que observa la crisis como una oportunidad para canalizar el hartazgo. Dispuesto a marcar con convicción y vehemencia un punto de inflexión en el horizonte de un tiempo que empezó a agotarse.
Tensiones sociales que no buscan jactanciosa la celebración de la transparencia como victoria pírrica frente a la corruptela de unos trastornados buscavidas, sino la reparación que sólo el enfrentamiento a los miserables y la reivindicación de la justicia social puede ofrecer como altenativa popular y eficaz para resolver la crisis.
En el mientras tanto, crece el fuego y hay que estar ahí.